A no intentar ser demasiado tzadik sin realmente serlo

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“No seas demasiado tzadik” (Kohelet VII, 16).
La aludida cita judaica enseña que no hay que caer en los excesos y en las
exageraciones. Un texto que podemos encontrar en la web de Bamá, la casa del
educador judío, lo explica diciendo que “no hay que ser más religioso que la
Torá”.
Traigo esto a colación porque me encontré con un artículo titulado “¿Quién mató
a Rabin?”, de Daniel Alaluf, en el cual percibí, precisamente, exageraciones y
excesos. El autor desea hacer justicia en un asunto atendible (respecto de
quienes se burlan y manosean la verdad acerca del asesinato de Itzjak Rabin),
pero termina convirtiéndose en un justiciero que quiere hacer su justicia
injustamente. En aras de lo que considera justo, aplica penas (entiéndase como
“critica destructivamente”) a otros que no lo merecen. Termina siendo un
injusto.
Lo que escribe el señor Daniel Alaluf, en algunos pasajes roza lo grotesco. La
primera gran falacia es decir que el verdadero enemigo de Israel esta adentro y
no afuera. Esto lleva a una magnificación exclusivista del problema interno y a
una relativización de la amenaza externa. Irán es un verdadero enemigo, Hamas es
un verdadero enemigo, Hizballah y Jihad Islámica son verdaderos enemigos. Al
escritor le pueden parecer más o menos amenazantes, pero no puede decir que no
son verdaderos enemigos. Es una burla a las familias israelíes que lloran a sus
hijos jaialim muertos en combate o sus hijos civiles asesinados en atentados
terroristas. Es una postura ideologicamente perversa que sostiene parte de la
izquierda israelí carente de memoria y muchas veces de moral.
No considerar verdaderas amenazas como es debido, es fomentado por
organizaciones que se van radicalizando y encima creen ser las únicas y
auténticas herederas del legado de Rabin, pero lo deforman y lo manipulan para
su propio provecho político. Estoy hablando de Shalom Agshav, entre otras.
Lo que difunde ese específico programa de televisión sobre armar versiones
propias del asesinato de Itzjak Rabin es terrible, espeluznante. Nadie cuerdo lo
puede negar. Es revisionismo histórico, busca reescribir y tapar la verdadera
historia, y debe ser condenado tanto por la derecha como por la izquierda
democráticas. Pero no de la forma en que el citado artículo lo hace.
Muy sutilmente el autor, a través de la manipulación del lenguaje, intenta
agarrar desprevenidos a los lectores y mezcla términos hasta hacerlos quedar
como sinónimos: la derecha, la derecha nacionalista, la religiosa fanática, la
derecha nacionalista fanática religiosa, etc. Varias combinaciones en las que
todos quedan metidos en la misma bolsa. Cito a un izquierdista pacifista, Amos
Oz, para confrontar esta técnica engañosa: “Quien no distingue entre los grados
del mal, termina siendo un servidor del mal”.
Con respecto de la seguridad nacional y los intereses religiosos que según
Alaluf convergen después del asesinato de Rabin, no hay que olvidar que los
asentamientos surgieron y fueron fomentados tanto por la izquierda como por la
derecha, y había cierto consenso, allá por 1967, en pensarlos también como
medidas de seguridad. Hoy en día la izquierda los condena y la derecha los
defiende. Lo concreto es que los asentadores son israelíes, y la obligación
fundamental de un Estado es brindar seguridad a su gente, por lo tanto no puede
criticársele a un gobierno defender a los asentadores y tomar medidas de
seguridad al respecto. No se si este señor autor está pidiendo mandar a los
asentadores “al muere”, pero él se queja de que los religiosos no cumplen con la
ley democrática; abandonar a israelíes sin protegerlos, dejarlos a merced del
terrorismo, de seguro es ir en contra de la ley democrática y del objetivo
fundamental de un Estado Moderno.
Demás está decir que el autor del artículo vuelve a emplear, enseguida, un
detestable uso del lenguaje, que obedece también a las pretensiones del
izquierdismo y progresismo europeo, con términos como “colonos” o “territorios
ocupados”. Si se utiliza el término “colono” para mencionar a quienes viven en
los asentamientos, entonces debería llamarse de mala manera a todo el sionismo
“colonizador” de la misma forma despectiva o agresiva. Quieren hacer creer que
los asentadores son violentos conquistadores despojadores de tierras, cuando en
realidad empezaron a construir sus casas incluso con ayuda gubernamental. Sí hay
fanáticos, sí hay quienes realizan cosas horribles (aunque no conquistan
haciendo de la violencia un credo); pero qué casualidad que deciden definir a
todos los asentadores por casos particulares y no por la generalidad. Y por
supuesto, preferentemente se los llama “colonos”, y si además se les imputa la
ideología sionista como racista y violenta, mejor.
Por otra parte, la ley internacional se refiere a “territorio ocupado” como la
posesión por fuerza militar de un poder soberano sobre tierras que previamente
pertenecían a otro Estado. En los territorios de Judea y Samaria (llamados
Cisjordania para quitarles la identidad judía y asimilarlos a la terminología
árabe) nunca hubo un Estado palestino, sino que existía ocupación de Jordania.
Estos fueron conquistados por Israel en guerras de autodefensa ante ataques
provenientes de los países árabes (incluyendo Jordania). De esta forma, quedaron
bajo jurisdicción israelí. Por lo tanto los territorios no son ocupados, son
disputados. Y al haber sido ganados en una guerra de autodefensa no iniciada ni
provocada, son como describe Julián Schvindlerman, “legítimo tema de
negociación”.
También hay un párrafo dedicado a Biniamin Netanyahu que es sumamente
destructivo. Condenable fue que Netanyahu aplaudió pancartas que mostraban a
Rabin con uniforme de las SS nazis. Pero en lo que resta, ¿qué quiere Alaluf?
Por un lado se queja de que la derecha de 1970 es retrógrada y que no deberían
mantenerse aquellas posiciones, y por otro lado cuando Netanyahu modera su
postura y la derecha admite la futura creación de un estado palestino también
protesta como si fuera una hipocresía. Pareciera que nada le viene bien en
cuanto a las posiciones de la derecha; mejor dicho, no le viene bien la derecha
directamente.
Atribuirle responsabilidad a Netanyahu por el asesinato de Rabin son injurias y
calumnias graves. Es inventar o retocar, basado en ninguna prueba, una causa
lejana y mostrarla como una causa principal y eficiente.
Yo quisiera saber cual es el “daño irreversible” que Netanyahu intenta inferirle
al Estado de Israel. Abandonar hoy los territorios y tener terrorismo a ambos
lados del mapa (desde Gaza y desde Judea y Samaria), eso sí sería un suicidio y
un daño irreversible. Este suicidio plantea el referido sector de izquierda.
Mientras, el gobierno del Likud mantiene casi en índice cero al terrorismo
fronteras adentro de Israel. Esto solo merece un aplauso y un sincero
reconocimiento.
Cuando habla de que el actual Primer Ministro necesita aliarse con sectores
radicales para sobrevivir, es directamente una mentira. El gobierno de Netanyahu
goza de amplio consenso en Israel y si las elecciones fueran hoy, ganaría
comodamente de nuevo. Los votos y las alianzas le dieron el poder, y así
volvería a suceder. Lo que pasa es que el autor omite expresar que Netanyahu
logró un gobierno de coalición: un Primer Ministro del Likud (él mismo), un
Ministro de Relaciones Exteriores de Israel Beiteinu (Avigdor Lieberman), un
Ministro de Defensa de Avoda (Ehud Barak), y sigue en el cargo de Presidente
alguien de Kadima (Shimon Peres). Aparte, le ofreció a Tzipi Livni, líder de la
oposición, formar parte del gobierno y ella rechazó. No se pone en duda que la
derecha ha buscado alianzas en partidos religiosos extremistas, pero eso no es
fundamental ni representativo de los más altos cargos en el gobierno ni de las
más importantes decisiones de seguridad. Si a Ovadia Yosef de Shas se le ocurre
opinar que los no judíos nacieron para servir a los judíos, ¿influye en
Netanyahu cuando invita a los palestinos a negociar sin condiciones previas la
paz?
Sobre lo que el autor expresa de Estados Unidos, no hace falta hablar mucho
porque sabemos que las relaciones las dañó Obama, que es abiertamente pro árabe
y bastante crítico de Israel. Ultimamente el Estado Judío ha estado aislado
internacionalmente, aun cuando estaba Kadima en el poder, ¿no?
En el párrafo que escribe que el conflicto no puede resolverse hasta que no
estén claros los limites del Estado Judío, vuelve a caer en la hipótesis
ampliamente refutada por la realidad, día a día, gobierno tras gobierno. El
problema central no son los asentamientos, ni los territorios. La medula no está
allí, deberían saber los que tanto buscaron sin encontrarla. El problema
principal es ideológico: la no aceptación de Israel por parte de lo mas fanático
de los árabes, y la no aceptación de Israel como Estado Judío por parte de la
Autoridad Palestinade Abbas. El terrorismo, la deslegitimación continua, la no
apertura a la coexistencia, mucho menos a la convivencia; ése es el quid de la
cuestión. No se puede negociar hasta el final y firmar un tratado de paz si no
hay reconocimiento de los árabes hacia Israel. Porque si no hay reconocimiento,
muchos de ellos piensan que así pueden darle rienda suelta a la violencia.
Por último, la derecha más representativa de Israel no basa sus reclamos en un
derecho divino, sino en un derecho histórico. Cabe agregar ante lo afirmado por
Alaluf, que el sionismo de Theodor Herzl en ciertos aspectos también fue
deformado por la izquierda con sus incursiones socialistas. Releer “Der
Judenstaat” y “Altneuland”, así como chequear otra vez las conclusiones de los
Congresos Sionistas en los que Herzl participó, ayudará a comprenderlo. No hay
que criticar un solo lado en este caso (el lado derecho), porque sino se cae en
la tendenciosidad y en la mentira.
Sería correcto que el señor Alaluf se queje de lo que se tiene que quejar y de
quienes se tiene que quejar, y así ser justo; y, paralelamente, dejar de
involucrar injustamente a quienes no deben recibir sus quejas. Tan justo que
quiere ser, termina siendo injusto. A no intentar ser demasiado tzadik sin
realmente serlo.

Acerca de Ezequiel Eiben

Nacido en San Juan, Argentina, en 1987, cursa estudios en derecho; egresado del Majon LeMadrijim en Israel, y con diploma por trabajo voluntario e investigación periodística en Israel; egresado del Instituto de Inglés Saint Paul, y con 4 diplomas internacionales del Esol Examination; miembro y Secretario de Juventud de la filial cordobesa de la Organización Sionista Argentina; fue madrij, Rosh y Rosh Jinuj del merkaz de Córdoba de la Tnua Hejalutz Lamerjav, movimiento juvenil sionista apartidario; Peil de MASA, sociedad entre el Gobierno de Israel y la Agencia Judía, para programas de larga duración en Israel dedicado a jóevenes. Brindó capacitaciones a jóvenes líderes y educadores comunitarios. Campeón y Subcampeón de Olimpíadas de filosofía a nivel provincial en San Juan. También hizo periodismo deportivo en medios locales, trabajó para Radio La Red en San Juan, y colaboró con artículos para el diario israelí Aurora, y los distinguidos blogs de la OSA filial Córdoba y de la Fundación Hadar, entre otros.

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