A propósito de Gush Katif, cosas imposibles de olvidar

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Fueron tantas las escenas. Es aun tanto el dolor.

Supongamos, solo supongamos que se presentan soldados a la puerta de tu casa Te entregan un papel en el que que se te informa que tienes 48 horas para abandonar tu hogar.

Esos soldados, además, son hermanos tuyos.


De todas las escenas que vi hace ya casi 5 años, son dos las que dejaron en mi recuerdo una fuerte impresion. Son las que me acompañan desde ese nefasto día en todo momento. En una de ellas se ve a los habitantes del asentamiento que se enceuntran arriba del tejado de una casa y entonces los soldados, que vienen a desalojarlos, están abajo. De repente, casi sin anunciarlo, el sol comienza a ocultarse, es ya la hora de la shekiá y comienzan pues a rezar minjá. El tiempo se agota. Los de arriba y los de abajo. Todos juntos en un solo minian. Los soldados con los ojos llenos de lagrimas, los habitantes con el corazon lleno de dolor, pero juntos rezando.

El primer Kadish lo dicen arriba y los de abajo y arriba contestan: Amén. El ultimo Kadish lo declaman algunos de los de arriba y otros de abajo, pero todos juntos contestan en una sola voz: Amén.

Los dos, los de arriba y los de abajo, son judíos, son hermanos.

La otra escena es la de una muchacha de no más de 17 años que es soldada. Recibió la orden de acompañar a desalojar sus casas a varias familias quienes, obviamente, mientras lo hacian, gritaban de dolor cargando a sus hijos sobre los brazos al mismo tiempo que iban dejando en casa su vida, su idealismo, sus recuerdos de casi 30 años.

Finalmente la soldada, aquella muchachacha de no más de 17 anos, terminó su misión. Se alejó, se escondió en un rincón y, creyendo que nadie la veia, se soltó a llorar. Lloró mucho y tambien gritó. Se quebró, no pudo más…….

Ver a soldados judíos entrando al Bet Hakneset a sacar judíos con el tefilim y los tzizit puestos, subirlos a los autobuses y expulsarlos de sus hogares, no es facil. Máxime cuando no hay una razón para esto, y si la hay, hasta el momento nadie la conoce y nadie la entiende. No hay un acuerdo de paz, no hay un esquema, no hay una razón. Pero hace unos años, una triste mañana, se desperto el Primer Minstro y anunció que se le ocurrió la brillante idea de un plan de desconexión. Salirse de Gaza para entregárselo a sus enemigos, con la extraordinaria condición de no recibir nada a cambio. Y así se expulsó a hermanos judíos que el mismo gobierno judío mando allí a vivir, hace 30 años, con la intención de poblar esa zona judía.

Así hoy vemos, a veces en television pero siempre en nuestra mente, las desgarradoras escenas de cómo abandonan sus casa, su historia, sus muertos, sus templos y su tierra para entregarla a sus enemigos. Y los soldados tienen que hacer este trabajo, pues se vive en una democracia. Muy extraña por cierto, dado que nadie puede saber si el pueblo apoyó esta medida, ya que ese Primer Ministro, entre otras cosas “democráticas” que hizo, no accedió a que se realizara un plesbicito.

Y así, judíos expulsan a judíos de sus tierras y de su hogar sin motivo alguno.

Y los soldados lloran, y los habitantes lloran, y los rabinos lloran, y el pueblo judío en donde se encuentre y en su totalidad llora, y quizás sólo una persona, que hace años se encontraba sentada frente a su escritorio, (hoy no esta sentado sino acostado) y mientras sus hijos eran juzgados por soborno, miraba complacido las escenas, afirmando “esto es bueno para Israel, no habrá más terrorismo, más atentados, esto nos dará la seguridad anhelada”.

Lástima que no pueda preguntársele hoy si sigue pensando lo mismo.

No podemos ni debemos permitir que esto vuelva a suceder.

Acerca de Elias Fasja

Nació en la ciudad de México, de profesión periodista, fue Director y Editor del semanario "Imagen de Israel". Actualmente escribe en varios periódicos latinoamericanos.

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