La revolución que se aplaca con otra revolución, tiemblan los territorios en un avance sin igual, a propósito de la cultura que quedan monumentos e ilustraciones por todo Madrid, el de palacios y la toma de armas. Todos los que han pasado en una geografía de imperios, con un paso al Atlántico y otro al Mediterráneo. Leyendas y hechos, en la retirada de una agonía. Una sociedad de naciones en reticencia, fragmentada, el ritmo del tiempo nos deja inevitablemente fuera a todos de las mismas decisiones.
Roosevelt, Churchill y Stalin en un retrato inolvidable, una alianza práctica en las diferencias. Se preveen tiempos difíciles donde también hay riesgo y oportunidad para la economía. Las relaciones irreconciliables donde el enemigo de aquellos aliados hizo lo mismo por un objetivo común.
La historia le pertenece a un fin mayor, en donde también hay tinieblas, el Sol se impone en esa desesperación, en el riesgo último del fin.
Queda la reminiscencia casi oculta de las escrituras, la vuelta a la trascendencia contra la maquinaria implacable del control de unas naciones a otras, las que se saben por algo inferiores y derrocan la altura conquistada.
Es fácil establecer un nuevo paralelismo, aún más complejo porque previene de esa continuidad histórica.
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