Es increíble que después de tantos datos contundentes, existen todavía líderes de diferentes sectores que no han aceptado la relación que conservan el cambio climático y el número de desastres meteorológicos que golpean al mundo, los cuales se han quintuplicado en los últimos 40-50 años, según datos de la Organización Meteorológica Mundial.
En México, estamos enfrentando una temporada de huracanes muy fuerte que ha impactado en gran parte del país. El más reciente, Nora, dejó daños cuantiosos en uno de nuestros principales centros turísticos, Puerto Vallarta. En EUA, en las últimas semanas, también el huracán Ida golpeó con gran intensidad en el estado de Luisiana, siendo categoría 4. Con vientos arriba de 150 mph, arrancó techos de edificios y hogares. Logró vencer una pared de agua lo suficientemente poderosa como para sacar casas de los cimientos y arrancar lanchas y barcos de tamaño medio de sus amarres en puerto.
El cambio climático toma relevancia en estos desastres naturales debido al cambio de temperaturas en el océano. El calor en las aguas del mar es energía, y al hacer frente aguas frías con calientes provocan que los huracanes cobren mayor potencia y se desplazan con más velocidad generando marejadas ciclónicas más grandes.
En otras palabras, a medida que el planeta aumenta su temperatura es más probable que ocurran huracanes más intensos que pongan en riesgo a la población.
Los huracanes como el Ida son muy peligrosos porque hay menos tiempo de alerta para que las personas se preparen de manera efectiva. Para cuando el poder de la tormenta sea evidente, puede ser demasiado tarde para evacuar a la población. Incluso las zonas distantes de la costa corren el riesgo de sufrir inundaciones. El reciente informe del estado de la ciencia de la ONU sobre el cambio climático concluyó que la proporción global de ciclones que van de la categoría 3 a la 5, que son los huracanes más intensos, ha aumentado en las últimas cuatro décadas debido al rápido calentamiento de las temperaturas del océano. Por cada grado adicional de calor, los científicos dicen que no solo seguirá aumentando la proporción de ciclones intensos, sino que también se pronostica que los eventos de lluvia extrema se intensificarán en aproximadamente un 7%.
Más del 90% de las muertes relacionadas con desastres climáticos se han producido en países en desarrollo. Las mayores causas de muerte han sido las sequías, responsables de 650,000 muertes; mientras que, en el otro extremo de la escala, las temperaturas extremas han cobrado alrededor de 56,000 vidas.
No todas son malas noticias, en los últimos 50 años gracias al avance en la tecnología y mejoras en los sistemas de alerta, se ha reducido el número de muertos, a pesar de tener mayor número de tormentas, inundaciones y eventos climáticos.
Aquí la gran pregunta es: ¿Qué podemos hacer ante esta tendencia? Se necesita mucha más cooperación internacional para abordar el problema llevando a mayor escala de personas desplazadas cada año por inundaciones, tormentas y sequías, que también están cambiando los patrones migratorios, con impacto mucho mayor en las economías de los países, por lo cual debe ser un tema en el primer lugar de prioridades a trabajar de todos, y principal en la agenda pública que permita detonar estrategias y acciones para la prevención de desastres naturales, y con ello coordinar en paralelo las acciones para frenar el cambio climático.
Dr. Francisco Suárez Hernández es Director General de AdeS para América Latina y Ex Presidente del Consejo del World Environment Center.
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