La diversidad de opiniones es una realidad difícil de aprehender. Queremos tener la razón y se defienden con las uñas las ideologías o formas de pensamiento. Incluso hay quién acepta morir defendiendo ideas políticas, sociales y religiosas. La violencia cometida en aras del comunismo y de muchos otros ismos, dejó millones de muertos, lo mismo sucedió con ciertas religiones y podríamos seguir enumerando muchos fenómenos de este tipo. Se justifica cualquier tipo agresividad en defensa de “principios liberadores de la humanidad” La violencia ha sido usada y lo es en el presente en contra del otro que no coincide con nuestro marco de pensamiento.
Esto es a nivel global y privado, nos vamos a quedar con el círculo familiar y social en donde se vale casi todo con tal de tener la razón. Nos cuesta trabajo dejar pasar lo que nos incomoda e incluso podemos perder una relación cercana por estas discusiones que pueden llegar a los golpes entre familiares y amigos. Tonos y palabras ofensivas se han vuelto naturales en las conversaciones sin tomar en cuenta que nuestro escucha puede sentirse ofendido.¿Cuántas veces escondemos la agresividad con cierta ironía que muerde a quién le llega?
Me cuesta trabajo entender porqué Julio sostiene una opinión con firmeza y hace esfuerzos inaudibles para hacer cambiar de opinión a su sobrino Rubén que discrepa de sus ideas, mientras el tono de la plática va subiendo de tono y los gestos de enojo espantan a quienes presencian el acto. Se escucha llegar un grito pelado que resuena y produce un silencio sepulcral. Los allí reunidos quedan mudos, espantados y si uno quiere hablar con su vecino lo hace con una voz tan baja que parece un susurro. Así surgen golpes, enojos que duran toda la vida.
¿Te acuerdas de lo que dijo Julio y el tono que usó? No me acuerdo contesta Rubén muchos meses después, el resultado fue que se perdió esa relación familiar y en su lugar quedó una borrachera de rencor y resentimiento que se ha heredado a los hijos de ambos.
Se habla mucho de la violencia y quiero hacer hincapie en este tipo de conversaciones que hieren y lastiman; sucede en familia y con los amigos. Un joven me comentó que estaba perplejo al ver a sus padres y amigos discutir entre ellos, se asombraba de la vulgaridad de sus comentarios al defender sus pasiones ideológicas. Ninguno mostraba sorpresa por el tono y los gestos expresados; risotadas crueles y ofensivas, se habían convertido en una forma normal de comunicación, en donde la violencia verbal se veía como natural, parecería que se persigue la radical eliminación de las tendencias o ideas contrarias a la propia.
El joven comentó: si mis padres nos vieran a mis hermanos y a mí en una plática similar nos reprenderían duramente. ¿Por qué no usan un espejito para verse a sí mismos?
El enojo y resentimiento producido por desacuerdos entre hermanos es frecuente. Laura está enferma y sabe que pronto morirá manda llamar a su hermana Leticia; hace 15 años tuvieron una discusión y desde entonces no se hablan. Leticia comenta con su hija, yo la perdoné, espero que Dios lo haga. Voy a visitarla para que se pueda ir tranquila, aunque sigo ofendida por su actitud.
La hija de Leticia, voltea sorprendida y le dice: Madre tienes que aprender a olvidar, ni siquiera estoy segura que tengas la razón. Me avergüenza estar en una familia que se va deshaciendo a toda velocidad, donde sólo caben los enojos y los resentimientos, se han olvidado del amor y de los buenos momentos. La joven comenta con tristeza: años después, “toda aquella amargura se clavó profundamente en mi corazón en forma de aburrimiento y melancolía”.
Es muy fácil ver esto allá, con los otros, y no nos damos cuenta que en ciertas reuniones amistosas, estos comentarios desagradables y groseros surgen sin cesar dañando la relación. Eloisa cree siempre tener la razón y cuando cualquiera de sus amigas expresa una opinión contraria, su voz parece un hachazo. No sabe escuchar y pretende ser la voz cantante. La atmósfera está tan cargada de conflicto como la nube lo está de truenos, y el detalle más insignificante puede desencadenar energías destructoras. Esta forma de violencia verbal se ha convertido en algo normal y no es fácil acostumbrarse. Cuando hay una persona en el grupo más sensible y lo habla le contestan con burla ¡No es para tanto! Parece que tenemos que ponernos una defensa de hierro para no sentir esos “pequeños desaires”.
Sin embargo es importante no sólo quedarse con esta parte de las relaciones humanas sino cuando los desacuerdos surgen, evitar que la sangre se caliente y surja la crueldad gratuita. Dar paso a la otra parte de la moneda, casi siempre existe; respirar profundamente y dejar pasar esos malos momentos para valorar lo agradable en las relaciones sociales. Desafortunadamente pesan más los malos recuerdos que los agradables, es una labor individual cambiar ese chip negativo por uno positivo.
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