Los humanos tenemos la tendencia de hacer planes y nos cuesta trabajo aceptar que aunque sean muy importantes no siempre se pueden realizar. Julia se casó con Roberto y después de un tiempo planearon un embarazo; ante la imposibilidad de lograrlo, ella empezó a obsesionarse con el asunto. Roberto menos pegado a esa idea, seguía ilusionado con su pareja, pero la tristeza y desilusión de Julia no permitieron que esto siguiera el cauce por el cual habían empezado.
Los buenos momentos se convirtieron cada vez en más lejanos y empezó a surgir una gran tensión entre ellos. Por fin Julia quedó embarazada pero al poco tiempo abortó. No hay palabras adecuadas para describir el estado emocional en que quedó.
El sufrimiento volvió a brotar. Volteó al cielo y preguntó: ¿por qué? ¿Por qué hay mujeres que conciben fácilmente y no quieren tener esos hijos y otras se mueren por tenerlos y no conciben.
Veía con envidia a sus amigas que iban logrando tener su familia y el enojo y el resentimiento empezaron a ocupar el espacio de paz y amor con el que Roberto la había conocido; trataba de consolarla, pero los sentimientos de tristeza eran tan fuertes que no reaccionaba ante su amoroso compañero.
Esto me lleva a pensar en esa falta de humildad y aceptación ante situaciones incontrolables, cuando pensamos que todo depende de nosotros y la frustración que sentimos, se convierte en un enojo y malhumor constante. Hay que luchar por lo que queremos, pero tenemos que ver las limitaciones que se presentan.
Roberto no se sentía tomado en cuenta y no veía la situación tan dramática como ella; incluso comentó acerca de otras posibilidades de ser padres, pero sus palabras quedaron en el aire. El tiempo fue pasando y finalmente Julia volvió a quedar embarazada. La vida se iluminó y a pesar de todos los cuidados que el médico le recomendó, tampoco se logró este segundo embarazo.
Toda aquella alegría volvió a transformarse en una nube de emociones negativas y la relación de pareja se fue diluyendo en ese mar de amargura que había surgido ante la frustración.
La familia de Julia estaba preocupada ya que veía que el matrimonio estaba llegando a un estado de descomposición y la alentaban a ver lo que si tenía y no sólo ver el medio vaso vacío; sin embargo, algo había sucedido en su interior que no le permitía moverse de aquel deseo ferviente y obsesivo de ser madre.
A lo largo de su vida, todo lo había hecho rápido y bien. Era una profesionista exitosa. Nunca se había quedado a mitad de camino, y ahora, ese rasgo de su personalidad estaba acabando con ella. Desde el momento que decidió que quería tener un hijo, apareció la ruina en el horizonte. Era lo que más deseaba y no se daba cuenta que estaba por perder la estabilidad de su matrimonio y su trabajo profesional había decrecido.
No quiero minimizar este anhelo normal en muchas mujeres. La ilusión de ser madre es maravillosa, pero es importante asumir que la misión de las mujeres no es solamente ser madre, sino que hay muchas otras alternativas con las que se puede vivir y sentirse autorrealizadas. También se puede ser madre de diferentes maneras.
Cuando nos quedamos pegados a un deseo, a un plan, a un estilo de vida perdemos de vista otras posibilidades que se nos están brindando. Casi siempre que se cierra una puerta se abre otra, aunque no siempre la vemos. Esta forma rígida de reaccionar ante una frustración muestra un núcleo rígido e intenso que hay que suavizar. Hay que ser humildes y aceptar lo que la vida nos está diciendo:
- Qué estamos en el lugar que nos toca, aunque no nos guste.
- Qué puedo remediar dentro de este caos y que enfoque le puedo dar para sentirme mejor.
- Qué no somos capaces de controlar lo que pasa afuera, pero si podemos manejar nuestros pensamientos y sentimientos, nuestras acciones en relación a lo irreversible.
Algunos sucesos entre sus amistades eran lo siguientes: Rosaura que había tenido mucho dinero, se había quedado en la calle, La madre de Julián estaba con alzheimer y su hermana había fallecido en un accidente. Aquella amiga que hace mucho que no veía pero que le producia un buen sabor en el alma, le diagnosticaron cáncer. Aquella otra estaba con osteoporosis. Para Julia, todo esto eran nimiedades cuando lo comparaba con su “problema”. Esta manera de manejarse, la hizo quedarse cada vez más sola. El golpe final fue el anuncio de Roberto de que era mejor divorciarse.
La vida es la maestra más compleja y difícil de controlar. Nunca sabes que te puede suceder, cuando, como, y adonde. Sin embargo, los sucesos no dejan de suceder y resuenan como si fueran trompones y platillos en tu interior.
Los planes a corto y largo plazo se hacen, es divertido hacerlos pero esto no es garantía de que se van a cumplir. Detrás de todo esto está una mano invisible que hace y deshace tus planes, fantasías, terrores y alegrías. Hay que aceptar que la creatividad y la destrucción surgen en forma simultánea.
Tener la humildad y flexibilidad para aceptar la realidad que se nos presenta y buscar remedio realista a las limitaciones que se nos ponen en frente. Hay que planear la vida y darnos cuenta que no siempre tiene el final feliz que esperamos. ¡Aceptarlo es parte de la salud mental!
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