Acoso Sexual

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Se tropicalizaron Las acusaciones de acuso sexual. Pasaron de ser las voces de las víctimas a las voces de quien quiere representarlas. Aunque eso no debe sorprender, en México estamos acostumbrados a que se suplanta todo, las voces de las víctimas no tenían porque ser la excepción. Y es que el protagonismo está a la orden del día y todos quieren sus quince segundos de fama y exposición masiva. La adicción a los reflectores es dañina para la salud social.

La tropicalización consiste en el ajuste ramplón y degradado de algo que se copia acríticamente, usualmente creado en países desarrollados, ya sea una teoría o una actitud política.

En México ya se atreven a mucho. El #metoo, un grito que se había tardado para denunciar el abuso del poder contra las mujeres, en México ya se llega a hacer por interpósita persona, alguien se abroga el derecho a denunciar en nombre de alguien que no se lo solicitó, aunque luego resulte ser #FakeNews y tenga que reconocer que no tenía bien los datos, pero cree que para limpiar la reputación que embarró es suficiente con un “disculpe usted”. Igual hacen los policías después de detener ilegalmente a alguien, tortúralo y hacerle un daño moral inmenso y piensan que reparan el daño diciéndole “usted disculpe” puede irse a casa a lamerse las heridas porque nadie le hará justicia.


La retractación nunca tendrá el impacto de la acusación, pero reforzó la fama de la acusadora suplantadora que tal vez tenía intenciones ocultas. ¿Alguna vendetta personal? Bien lo dijo Francis Bacon (1625) Calumniad con audacia; siempre quedará algo.

Reconozco y agradezco el valor de las víctimas que se sobreponen a un sistema que impone el silencio para denunciar a sus victimarios(as), hago votos porque las denuncias maduren hasta generar correcciones estructurales a un sistema que facilita el oprobio. Pero en el camino encontraremos injusticias.

Cuando era director del Centro de Estudios Interamericanos y Fronterizos en la Universidad de Texas en El Paso, una ex colaboradora me denunció por acoso sexual. En la audiencia me refirieron los dos casos parte de la acusación:

  1. a) Yo instruí a la colaboradora (mayor de edad) para que atendiera a un senador mexicano. Cierto. Terminado el recorrido él la invitó a tomar una copa al bar del hotel dónde le dijo que la virginidad producía cáncer y ofrecía vacunarla en su cuarto de hotel. Nunca la instruí para aceptar invitaciones a beber alcohol y tampoco le sugerí al senador que se acostara con ella. Me exigieron reclamarle al senador, quién ya era presidente de un partido político. Sugerí que la universidad sería el hazmerreír en México por lo trivial de la acusación, pero seguiría sus instrucciones. Me instruyeron para no hacer nada.
  2. b) Autorice el permiso solicitado por la colaboradora para acompañar a un líder sindical estadounidense a una gira por Ciudad Juárez. Cierto. A mitad de la gira el hombre decidió orinar frente a ella. Se me exigió le reclamara. Respondí que si el demandaba por difamación sería contra la universidad porque yo actuaba bajo instrucciones. Al escuchar la palabra mágica “demanda” me instruyeron para no hacer nada.

Resultó que yo no era culpable de nada. Nunca agredí, no ofendí ni maltrate a esa mujer y sin embargo, la oficina de indagación no hizo nada ante una demanda trivial cuya intención era arruinar mi reputación y carrera apoyada por feministas radicales, de las que creen que feminismo es odiar a los hombres. Los motivos de ella siempre me fueron claros, pero no son para develarlos públicamente.

Creo en la palabra de las víctimas en virtud de la existencia irrefutable de prácticas culturales, sociales y políticas que suprimen las voces. Pero en bien de la justicia, todo mundo debe tener garantizado el debido proceso y que se ventile públicamente su acusación, de ser culpable debe ser severamente condenado (penal y socialmente), o rehabilitado en caso de la acusación ser trivial; debido a la permanencia de la calumnia (Bacon) se debe castigar a quién acusa por venganza o cualquier otro motivo sin haber culpabilidad. Que quede claro que no minimizo las acusaciones ni los actos de agresión.

No debe haber impunidad de ninguna índole, y las disculpas, por fuerte que sean, son insuficientes para restaurar el daño que se infligió.

Acerca de Samuel Schmidt

Chair, International Advisory Board for Immigration Studies. U.S.-Mexico Research Program. UCLA. Director asociado de la revista Araucaria. Director del semanario El Reto. Testigo experto en juicios de asilo político y para frenar deportación de mexicanos en Estados Unidos. Posdoctorado en Historia, University of California, Los Angeles. Doctor en Ciencias Política (UNAM). 35 libros publicados y más de 1,000 artículos. Traducido al inglés, francés e italiano. Pionero en varias áreas de investigación: análisis de redes políticas, estudios sobre humor político, democratización en México, temas fronterizos (agua, migración y seguridad) y sobre Crimen Autorizado.

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