Yo no soy psicóloga ni maestra, sino periodista y mamá de cuatro hermosos niños que brincan y saltan todo el día sobre mi cabeza. Mis días y mis pensamientos, quiera o no, giran alrededor de ellos, pues es poco el tiempo que me queda libre. Como nos pasa a muchos padres, aún cuando no lo hemos planeado, al ver por primera vez esa pequeña personita que emerge para complicarnos la existencia, mi determinación es hacerles la vida fácil y darles todo lo necesario para ser felices.
El tiempo pasa y ya no sólo hay que darles amor, leche y cuidados, también hay que empezar a planear su futuro. Así, rodeada de libros de “Cómo hacer que su hijo sea inteligente”, “Como hablarle”, “Cómo escucharle”, “Cómo amarlo”, “Cómo enseñarle”, llega el momento en que hay que decidir “Dónde va a estudiar”.
Experiencias, comentarios, entrevistas varias tendrán que pasar para que la decisión sea acertada. Como lo dije, yo no soy docta en lo referente a la educación, pero mi marido y yo, si estábamos seguros, que lo importante es forjar hijos autosuficientes, verdaderos, con valores humanos y judíos, y con un cerebro que funcione independientemente del entorno, es decir, innovador, adaptable y analítico, que les permita ser lo que quieran en la vida, además de ser los mejores en lo que hagan. Ahora bien, ¿cómo demonios vamos a lograr todo eso? Un semestre de universidad sobre los procesos mentales no es la llave para tomar una decisión, pero la experiencia aunada a los conocimientos, si. Así, conectando mi experiencia escolar en un sistema activo a la experiencia de mi esposo de una escuela americana, nos dimos a la labor de probar, preguntar y entrevistarnos. “Bueno”, razonamos, “hagamos el intento y conozcamos primero todos los colegios de la red y sus sistemas”.
Empecé a hacer citas… me quedé en la cuarta… ya no pude avanzar más… increíble: ¡LO ENCONTRAMOS! Desde Jean Piaget hasta María Montessori, los avances han sido graduales, adaptándose a los tiempos, e innovadores. Pero la evolución de nuestras sociedades nos está ganando la carrera.
Hoy en día necesitamos gente más despierta, que no sólo sepa, sino que sea capaz de encontrar el conocimiento donde no lo hay y que pueda utilizar las diversas herramientas que nos arrojan a cada momento, sin perder el lado humano, pues al fin y al cabo, cada vez somos más y tenemos que saber vivir en armonía. ¡Guau! “¿De dónde sacaste eso?” Me preguntaran… De los principios de Project Aproach.
Project Aproach le da a mis hijos un entorno rico en experiencias, en donde exploran, manipulan, cuestionan, investigan su mundo, a fin de que obtener un aprendizaje significativo, haciéndolos protagonistas de su propio proceso de aprendizaje. En Project Aproach mis hijos tienen una mediación y los proyectos son a nivel clase, no personal, lo que les permite valorar el trabajo en equipo, respetar las opiniones de los demás, apreciar el esfuerzo de ellos mismos y de los otros, pues hay una meta en conjunto de por medio.
Todo esto lo realizan enfrentándose cada vez a nuevos desafíos y resolviendo los conflictos con una gran diversidad de herramientas. En palabras simples: los niños eligen un tema para un proyecto a investigar -caballos-.
En una reunión de lluvia de ideas, cada uno da su punto de vista respecto al tema, expresando lo que creen, lo que saben y lo que esperan encontrar (mapa conceptual: qué son los caballos, cómo son, qué hacen, etc.) De ahí, comienza el desarrollo del proyecto: conocer a fondo y por todos los ángulos posibles (libros, Internet, información de la casa, trazarlos en diferentes materiales, escuchar a los expertos y platicar con ellos, ir a ver a los caballos y conocerlos en persona, experimentarlos, etc.) Ya que son doctos en el tema, juntos preparan su cierre de proyecto, es decir, enseñar lo que aprendieron, lo que descubrieron y sus hipótesis finales, compartiendo con sus padres, hermanos y maestros todas sus conclusiones.
Cuando el proyecto termina, los niños no sólo adquirieron conocimientos y experiencias, sino que pudieron expresar su individualidad aportando al grupo sus ideas. “Bueno, para niños de primaria está muy bien”, podrán decirme, arriesgándose a desperdiciar los años más importantes en el desarrollo mental y cognitivo de nuestros hijos. NO.
Project Aproach, créanlo o no, se aplica desde maternal, claro está todo al nivel de los niños. Como lo oyen. Y no saben cómo lo disfrutan; lo llevan a todas partes, hablan de ello, lo discuten, lo preguntan, lo buscan por todos lados, y lo adquirido en el proceso se queda, no es efímero como otros aprendizajes. Año y medio llevan en este sistema mis hijos y cada día que me hablan de las cosas que hacen en la escuela, reafirmo que tomamos la decisión correcta. No sólo están en un ambiente judío, cargado de valores humanos que son reconocidos (pregunten sobre los Gorilas Bondadosos), sino que reconocen su entorno y lo estiman reciclando, haciéndose conscientes de que somos parte de un mundo donde existe la diversidad de opiniones y procesos, y que debemos respetarlos. Mis hijos… son felices en el Colegio Israelita de México, en un ambiente intercomunitario.
Ya no me peleo con ellos por las mañanas para mandarlos a la escuela. Van encantados de la vida porque cada día ganan algo. Y mi esposo y yo… Sabemos que estamos haciendo todo por darles esa vida feliz sin carencias que tanto anhelamos los padres para nuestros hijos.
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