Afrontando el momento: Centrándose en el peligro de un Estado palestino

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El anuncio del presidente francés, Emmanuel Macron, en abril de que Francia reconocerá un Estado palestino para junio es profundamente decepcionante. Esta decisión refleja una preocupante inconsistencia en el enfoque de Europa hacia Israel, una postura que presenta deficiencias tanto morales como estratégicas.

La actual campaña militar israelí en Gaza es una respuesta directa a los terribles ataques perpetrados por Hamás el 7 de octubre. El objetivo es claro: eliminar la capacidad de Hamás para lanzar ataques terroristas contra civiles israelíes y asegurar la liberación de rehenes. Más de 1700 israelíes han muerto desde ese día.

Francia, como miembro de la Unión Europea, designó oficialmente a Hamás como organización terrorista en 2003. Esto hace que la postura actual de Macron sea aún más desconcertante.


Lo que surgirá de la llamada “Autoridad Palestina” no es un Estado democrático, sino un régimen dominado por la OLP y sumido en el terror, independientemente de si Mahmud Abás o cualquier otra figura de la OLP ostenta el cargo de presidente o primer ministro. Un Estado palestino, en las condiciones actuales, representa un peligro no solo para Israel, sino también para la seguridad regional y mundial. Un Estado palestino es inseguro, independientemente de su tamaño y bajo cualquier liderazgo, ya sea de la OLP o de Hamás.

Reconocer o crear un Estado palestino es erróneo no solo porque amenaza la seguridad de Israel, sino porque significaría una victoria más amplia para el terrorismo internacional, en particular para los grupos extremistas islámicos. Un Estado palestino se convertiría rápidamente en un centro de terrorismo estatal, envalentonando a radicales de todo el mundo.

El largo historial de cooperación de la OLP con redes terroristas globales, desde el Ejército Rojo Japonés y la Facción del Ejército Rojo hasta elementos del IRA, está bien documentado. También ha colaborado con todos los principales Estados patrocinadores del terrorismo en los últimos 30 años. Reconocer un Estado palestino liderado por la OLP se percibiría como una recompensa por décadas de terrorismo internacional.

Mahmoud Abbas cumple ahora 20 años de su mandato presidencial original de cuatro años. Sus probables sucesores, Hussein al-Sheikh y Rawhi Fattouh, son figuras profundamente problemáticas. Fattouh, nominado en noviembre de 2024 para asumir la presidencia si Abbas queda incapacitado, es una figura grandilocuente que hace que incluso Yasser Arafat parezca cortés. En junio de 2023, Fattouh declaró de forma extraña: «Decimos que llevamos aquí más de 1,5 millones de años». Se estima que los fósiles humanos más antiguos conocidos, como referencia, tienen unos 300.000 años.

Abbas también señaló recientemente que Hussein al-Sheikh es su sucesor preferido al nombrarlo vicepresidente de la OLP. El historial de Al-Sheikh es profundamente preocupante. En un evento celebrado en 2023 en honor al “Día de los Mártires Palestinos”, declaró: “Aunque nos quede un céntimo, lo gastaremos en las familias de los mártires y prisioneros… Son nuestra joya más pura, más permanente, más noble y más preciada”.

La agresiva presión de Macron para el reconocimiento del Estado palestino ilustra una peligrosa negativa a afrontar la realidad: un Estado palestino, al este del río Jordán, bajo el liderazgo de la AP, representa una amenaza existencial para Israel. Cualquier acuerdo alcanzado por un “pequeño Estado” de la Autoridad Palestina sería rápidamente socavado por Hamás cuando intente hacerse con el poder, como han dicho los expertos. Creer que Abás o sus sucesores pueden frenar a Hamás es una ilusión peligrosa. No pudieron en Gaza en 2007 y ahora vivimos con su fracaso.

De hecho, el funcionario de Hamás, Ghazi Hamad, ya advirtió que la masacre del 7 de octubre fue “solo la primera vez”, prometiendo una segunda, tercera y cuarta oleada de ataques, afirmando: “La existencia de Israel es ilógica”.

Todo mapa propuesto para una solución de dos Estados exige que Israel regrese a las fronteras anteriores a 1967, reduciéndolas a tan solo nueve millas de ancho en su centro. Ciudades controladas por la Autoridad Palestina, como Tulkarem y Qalqilya, a las que la Autoridad Palestina nunca renunciaría en una mesa de negociaciones, se encuentran dentro del alcance de los cohetes de los principales centros de población de Israel.

¿Cuál habría sido el destino de Israel el 7 de octubre de 2023 si hubiera estado confinado a esas estrechas fronteras?

Tal configuración dejaría indefendible el corazón estratégico de Israel. Grandes ciudades, como Tel Aviv, e infraestructuras críticas como el Aeropuerto Ben-Gurión quedarían dentro del alcance inmediato de los cohetes desde el otro lado de la frontera.

Si el ejército israelí se viera obligado a cruzar a Palestina para defender a sus ciudadanos, la reacción internacional sería inmediata. La UE, liderada por figuras como Macron, y las Naciones Unidas, casi con seguridad amenazarían con sanciones.

¿Y quién impediría que Palestina importara misiles iraníes o reclutara combatientes hutíes voluntarios desde Yemen?

Macron, y quienes comparten su punto de vista, deben asumir la nueva realidad geopolítica. Estados Unidos ha reconocido los riesgos inherentes al establecimiento de un Estado palestino. La Unión Europea haría bien en seguir su ejemplo. Una solución de dos Estados expondría a Israel a un escenario similar al del 7 de octubre todos los días.

Ninguna nación racional aceptaría ese futuro. Israel tampoco debería.

Moshe Phillips es presidente nacional de Americans For A Safe Israel (www.AFSI.org), una organización líder en defensa y educación a favor de Israel.

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