Estimados lectores, un servidor como muchos otros cree profundamente que la cultura judía no es lo misma sin la cultura alemana y que la cultura alemana no es la misma sin la judía. Tal como lo escucha y muy complicado de comprender en la ignorancia de los que se quieren quedar en el oscurantismo de la tragedia que tanto para alemanes como para judíos es materia de enmendar día tras día, de hacer memoria y de recobrar los lazos que unen, en lugar de los que separan.
En esta labor de memoria, reconciliación y construcción se encuentra la relación diplomática, económica y social de Alemania e Israel. Ambos celebran en este 2017 52 años de una relación diplomática que para muchos sería complicado de entender, pero que para ellos resultó ser más un ejemplo que un obstáculo y vamos a ver por qué.
Memoria
Si usted tiene la oportunidad de ir a Alemania (que esperemos que lo haga en algún momento) podrá recorrer tanto sus ciudades más importantes como lo son Berlin, Frankfurt, Hamburg, Munich y Colonia; como también ciudades medias y pueblos, que le compartirán con gran orgullo la historia judía de cada una de ellas, la llegada de los primeros asentamientos, el florecimiento de la ilustración y la reforma judía, y la tragedia de la Shoá. En esta última etapa de la historia Alemania le va a dejar el recuerdo a sus ciudadanos como a sus visitantes de aquellos quienes perecieron por el nazismo, por medio de monumentos, museos, y recordatorios de las casas donde una familia judía alemana vivía y de donde fueron tomados para su destino final. Este esfuerzo además de ser algo emotivo para los alemanes, es parte también del compromiso que tiene la labor diplomática con Israel.
Cada año el Gobierno de Alemania destina recursos para la elaboración de programas en contra del antisemisitismo en sus escuelas. Y como ejemplo del énfasis que también se hace desde e “Bundes Regierung” en el tema quisiera recordar las siguientes palabras de la tan influyente Angela Merkel, Canciller de Alemania: “Quienquiera comprometerse con el horror del Holocausto, en primera instancia visitando algún campo de concentración, cualquiera que se comprometa con alguno de los testigos de este malvado periodo de sufrimiento, será realmente conmovido. La memoria hace que la responsabilidad sea clara, para que se siga diciendo “¡Nunca más!” con acciones, especialmente cuando la dignidad humana es amenazada o trasgredida”.
EL RECONOCIMIENTO
Si bien se comenzó a trabajar en el establecimiento de relaciones diplomáticas a partir de 1956, no fue hasta 1965 que las relaciones fueron realmente consolidadas entre dos grandes líderes, David Ben Gurión, padre fundador del Estado de Israel y Konrad Adenauer, sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald y Canciller reconstructor de la Alemania de la posguerra.
Los primeros pasos de este reconocimiento no fueron fáciles, había mucho escepticismo por muchos judíos alrededor del mundo, ya que mucho se daba a un apoyo económico como una medida de “pago en reparación del daño causado” que beneficiaba a la estabilidad de la economía de Israel con apenas menos de 20 años de existencia y no llenaba todavía la aceptación social.
LAS PRIMERAS DECADAS Y SUS RETOS
Quizás en un principio muchas personas creían que la relación no iba a tener mayores actividades que la continuidad de la reparación del pasado y la apertura comercial; sin embargo las primeras décadas no fueron así. Dos hechos sirven como ejemplo para dar cuenta de ello, uno trágico y el otro que abrió una expansión de una relación bilateral hacia un puente de mayor reconocimiento y negociación.
Corría el año de 1972 y Alemania nuevamente era el “host” de una justa olímpica, los juegos serían un reflejo de la nueva era de concordia y paz en tierras teutonas. La idea se desvaneció en la madrugada del 05 de Septiembre cuando terroristas de una facción de la Organización para la Liberación Palestina detono la violencia en la villa olímpica, matando a 11 deportistas israelíes y a 1 policía alemán. Desde luego, la situación se volvió complicada por las interrogantes de la prevención del ataque y la falla de las negociaciones tanto de la operación de rescate de las fuerzas de seguridad alemanas como de los esfuerzos diplomáticos de la entonces Primer Ministro, Golda Meir.
Un año más tarde, la misma Golda Meir teniendo de visita en Israel al gran estadista, canciller y Premio Nobel de la Paz, Willy Brandt, le solicitó poder ser mediador y emisor de un mensaje dirigido al Presidente de Egipto, Anwar Sadat , con el propósito de retornar la Península del Sinaí a cambio de paz. Sin duda, se podría decir que esta labor derivó en una mayor apertura y confianza entre ambas naciones que fomento la primera visita de un mandatario israelí en Alemania Occidental, me refiero en 1975 con Yitzhak Rabin.
LA MADUREZ EN LA ACTUALIDAD
Hoy en día, Alemania ya unificada, junto a su desarrollo económico y social, representa un país amigo de Israel. Un país que vela por su reconocimiento, por su seguridad, por el intercambio cultural, educativo y profesional. En cuanto a la interacción económica, no está por demás compartir que en el último año las importaciones y exportaciones de productos de ambos lados representaban más de 4.5 billones de dólares.
En la experiencia personal le puedo compartir estimado lector que pude percatarme como actualmente se ha convertido en una nación hogar de más de 100,000 judíos y de estimaciones que calculan hasta 20,000 israelíes viviendo en Berlin y seguramente de muchos otros que radican en ciudades como Frankfurt, Colonia, Dusseldorf, Hamburg, Stutgart, Leipzig, Münster, por mencionar. El judío, el israelí se siente bienvenido en Alemania, le gusta aprender el idioma, estudiar en sus universidades, formar familia, trabajar en sus empresas, llevar su música, danza, su literatura y gastronomía. Por el mismo sentido, conocí a una gran cantidad de alemanes (en su mayoría jóvenes) interesados en aprender hebreo, en realizar una práctica o un semestre de intercambio en Israel, salir de fiesta con amigos judíos o israelíes, acompañándoles también a prender la Menorah durante Janucá en la Puerta de Brandenburgo, o a los festivales de falafel y música en Yom Hatzmaut; y por qué no, tener en mente unas merecidas vacaciones en las playas de Tel Aviv.
Si muchos cuestionaban el por qué Alemania hace unos días proyectaba una bandera de Israel en la Puerta de Brandenburgo en memoria de las víctimas del último atentado terrorista, créanme que hay una y 52 años de razones que los respaldan.
Gracias por su atención y espero su respetuosa opinión en el espacio de Diario Judío o en la cuenta de twitter de un servidor: @PabloQZepeda
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