Algo no me cuadra en la narrativa del Presidente

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En la reunión con el movimiento de Javier Sicilia, el Presidente ofreció una narrativa para defender su estrategia en contra del crimen organizado. Concuerdo en parte, pero también hay un elemento que francamente no me convence.

Coincido con el Presidente: el Estado no es el principal responsable de la violencia que estamos viviendo. Los responsables número uno son los criminales que violan, secuestran y asesinan. Como lo afirmó Héctor Aguilar Camín con gran elocuencia: “No nos confundamos, los hijos de puta son ellos”.

Ante Sicilia, Calderón rechazó que “la violencia que hoy vive México ha sido generada por el Estado. Que todo es culpa de que el Presidente decidió lanzar al Ejército a las calles a esta guerra absurda; que se asume, en consecuencia, que la solución es detener esta guerra”. El jefe del Ejecutivo apuntó que si la premisa está mal, la conclusión también. Ergo, la violencia no va a terminar cuando se replieguen las Fuerzas Armadas. En eso también estoy de acuerdo. La violencia va a terminar el día que se resuelvan muchos problemas asociados con el tema, como la impunidad, la falta de cuerpos policiacos profesionales y la carencia de oportunidades de muchos jóvenes, sólo por mencionar algunos.


Pero hay otra parte de la narrativa presidencial que no me cuadra. En particular su explicación de “lo que nos ha llevado a esta situación tan lamentable y dolorosa para todos”. En palabras de Calderón:

“La clave para mí es que pasamos de un modelo de narcotráfico tradicional, que buscaba primordialmente llevar la droga a Estados Unidos, a un modelo de narcomenudeo en el que los delincuentes, además de llevar la droga al otro lado, buscan, también, colocar droga entre los jóvenes mexicanos. Narcotráfico y narcomenudeo parece una mera diferencia trivial y casi meramente semántica. Pero no lo es. Porque tiene, encierra, una diferencia radical que explica muchas cosas. Y la diferencia es ésta: El narcotraficante corrompe o intimida a la autoridad para pasar por ahí. El narcomenudista, en cambio, corrompe o intimida a la autoridad para quedarse ahí. El primero busca salir pronto y sin ser visto, pasar al otro lado; el segundo busca meterse y quedarse, ser el dueño de la plaza, que se sepa que está ahí, que manda, que es el más violento […] El crimen, al controlar un territorio, se adueña de esa comunidad; desplaza a la autoridad, la corrompe o la mata; y, entonces, secuestra, extorsiona, asalta, viola impunemente”.

A primera vista, parece una explicación razonable. Pero no me cuadra con los datos. Si la tesis del Presidente fuera correcta, el consumo de las drogas ilegales en México hubiera aumentado de manera desproporcionada. De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Adicciones disponible, la de 2008, el consumo de drogas ilegales aumentó de 4.6 a 5.2% de la población. “La mariguana y la cocaína son las sustancias preferidas […] el consumo de la primera aumentó de 3.5 a 4.2%; el aumento en el consumo de la segunda fue mayor: pasó de 1.2% en 2002 a 2.4% en 2008”.

El consumo ha aumentado en México, pero de una base muy chica que afortunadamente sigue siendo chica. Somos un país de consumo bajo si nos comparamos con otras naciones de América y Europa. De acuerdo a una encuesta realizada en 17 países de la Organización Mundial de la Salud, el principal consumidor de drogas ilegales es Estados Unidos (EU) con un 42% de la población que ha probado la mariguana y un 16% la cocaína. En México estos porcentajes son 8 y 4%, respectivamente, según el estudio. El otro país americano que aparece es Colombia con un consumo superior que México en mariguana (11%) y similar en cocaína.

¿De verdad podemos creer que la violencia se debe a un cambio en el modelo de negocio del narcotráfico? ¿Al narcomenudeo? Insisto: no lo creo. El principal problema en materia de crimen organizado que tiene México es la exportación de drogas ilegales hacia EU, el mayor consumidor del mundo. Asimismo lo piensa la CIA. En su informe sobre drogas ilegales considera a México una de “las principales naciones productoras de drogas” tanto en el cultivo de adormidera (opio) como de mariguana. Más aún, “México sigue siendo el principal país de trasiego de cocaína de América del Sur hacia EU, se estima que el 90% de la cocaína que llega pasa por México”. Además, nuestro país “es productor y distribuidor de éxtasis; un centro importante de lavado de dinero, un oferente mayor de heroína y el mayor proveedor extranjero de mariguana y metanfetamina al mercado de EU”.¿Queda alguna duda de dónde está el negocio del narco? Comparado a la producción y exportación a EU, el mercado mexicano de las drogas es una minucia.

Más aún, si la tesis del Presidente fuera cierta, la violencia en México estaría concentrada en los principales mercados de droga que, por definición, son las grandes urbes donde hay más consumidores. Ahí es donde se estarían peleando las plazas. En el DF, Monterrey, Guadalajara y Puebla. Pues no. De acuerdo a datos del propio gobierno, los diez municipios más violentos, donde ha habido más ejecuciones relacionadas con el crimen organizado en este sexenio, son Juárez, Culiacán, Tijuana, Chihuahua, Acapulco, Gómez Palacio, Torreón, Mazatlán, Nogales y Durango. ¿Qué tienen en común estas ciudades? Que son fundamentales en la producción y distribución de drogas, tanto de insumos como de producto terminado, que van de México hacia EU.

Coincido con el Presidente que la violencia no la genera el Estado. Pero en su narrativa no me cuadra que ésta ha aumentado por un cambio en el modelo de negocio del narco. Yo sigo creyendo que el gran negocio es —y seguirá siendo por muchos años— la exportación a EU. No me cuadra, en este sentido, que tanta violencia la esté generando un mercadito tan chiquito como el mexicano.

Fuente:Excélsior

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