En 1902 se publicó la novela sionista, Altenuland, País Viejo Nuevo, de T. Hertzl. En ella preveía acontecimientos futuros en la historia del pueblo judío, el lema del libro es: “Si lo quieres, no es leyenda”
En Israel la leyenda se esta haciendo realidad, se vive en un espacio entre el “ya no” y el “todavía no”. La prisa es enorme por alejarse del mundo del pasado – imposible de recuperar a pesar de grandes esfuerzos de quienes, por su origen y por necesidad, se aferran desesperadamente a ese mundo por temor a perderse- mientras otros quieren llegar al espacio de lo que todavía no es, donde han puesto mas que sus esperanzas, su ansiedad de ser y que parece alejarse de terror en terror; ese espacio esta lleno de gritos, ilusiones y frustraciones.
Jerusalén es vieja, es como un espejismo en el desgarramiento metafísico, puede ser serena y arrastra su pasado de coquetería con Dios; con heridas abiertas vive entre lagrimas y sangre. Los siglos de historia le dan gravedad que se congela en torno a los lugares sagrados. Su personalidad es un crucigrama, un manto de retazos encimados que se estorban y se pueden distinguir. La eternidad la persigue, la eleva y la ahoga, no puede salir del circulo mágico porque a lo sagrado no se le da la espalda, hasta para blasfemar se le mira de frente sin poderse sacudir.
Tel Aviv es nueva, es como una niña impaciente, sin gran historia personal, sin asidero o lugares sagrados, todavía no tiene cultura propia ni ha creado rincones serenos; protesta si le quieren imponer tranquilidad, esta muy ocupada creciendo y se la puede sentir ansiosa de probar todo, sin paciencia impone su ansiedad, no sabe descansar y resiente la autoridad. Aunque ya empieza a preocuparse por su apariencia, es arrebatada y apenas va inventando su personalidad.
Entre Jerusalén y Tel Aviv hay 80 km, un río de sangre, montanas de esperanzas y frustraciones, valles de dolor, melancolía y promesas repetidas de generación en generación, bosques de luchas por sobrevivir, desiertos donde no hay escondite de la persecución y la muerte. Columpios vertiginosos, puentes de metafísica y muchos sueños por todas partes, sueños de libertad y dignidad, 2000 años de sueños en el País Viejo Nuevo.
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