Amor y muerte en Llerena

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A los judíos de Llerena.
A Pepe Valero y Esteban López Esteban, en el recuerdo.

En Llerena, hace ya mucho tiempo, vivían la hermosa y bondadosa Mariam, hija del rabino Jacob, y Muriel, apuesto hijo de un mercader hebreo, dueño de viñedos en la comarca de Berlanga.

Como lo hermoso va siempre en busca de lo bueno, Muriel y Mariam se conocieron y entre ellos surgió el impulso del amor, un amor casto, puro. Y como lugar preferido de sus encuentros eligieron un manantial conocido como Fuente de la Albuhera, algo distante del centro de la ciudad y que favorecía la tranquilidad y la soledad, tan apreciadas siempre por los enamorados.


Y en una hermosa tarde de verano, mientras Mariam escuchaba a Muriel embelesada, él le habló de la visión que unos lugareños habían tenido, y que aseguraban habérseles aparecido el profeta Elías, que coronado de olivo, descendía de Sierra Morena, cabalgando un toro bravo, embridado éste por una gran serpiente.

Pero el Mal se cernía sobre ellos. Mariam y Muriel eran acechados por Lobo, un joven avieso que dio cuenta inmediata de las citas de los amantes a su primo Lechón, hombre de mediana edad y poderoso terrateniente que había pretendido en vano a la joven judía y que había sido rechazado por ella.

Lechón, abrumado por los celos y lleno de rencor y envidia hacía los judíos, juró desquitarse y en su rostro se dibujó el siniestro rictus del odio.

Hace una visita al rabino, y de un modo insidioso, y mintiendo le da cuenta de que las relaciones de su hija con el joven mercader habían llegado a ser pecaminosas e irreparables. Percatándose el rabino, hombre principal, sabio y virtuoso, de las perversas intenciones de Lechón, con energía bíblica le dijo: ¡Vete de mi casa, protervo, y no calumnies los amores de mi hija y Muriel, blancos y puros como la nieve, y que acatan siempre las leyes del Eterno! ¡Vete y no vuelvas más a pisar los umbrales de esta casa! Fuera de sí y echando espuma de rabia por la boca, Lechón se dirigió hacia la casa de su primo Lobo y allí ambos decidieron dar muerte en secreto a los jóvenes judíos.

En la víspera del Shabat, en la Fuente de la Albuhera, entrelazando sus miradas, y sus manos, y llenos de nobles sentimientos, fueron sorprendidos y cosidos a puñaladas por los infames primos que, amparándose en la obscuridad de la noche, huyeron.

A la mañana siguiente, abrazados, fueron descubiertos los cuerpos de Mariam y Muriel que esbozaban la dulce sonrisa de los justos… Nadie vio nada, ni oyó nada y debido a que los asesinos pertenecían a una poderosa familia, los jueces se limitaron a indagaciones rutinarias.

Los padres de los jóvenes recogieron los cadáveres de sus hijos y entre los desgarradores gritos y lágrimas de los familiares y amigos, los enterraron juntos, donde reposaban los restos de sus antepasados.

Desde entonces se cuenta que en algunas noches de invierno, se oyen los requiebros y palabras de amor de Muriel, y sobre todo, los suspiros y lamentos de la bella y bondadosa hebrea, a la que el pueblo, cariñosamente, llamaba Maruxa, la Fembra Fermosa.

 

Antonio Escudero
Gran Maestre de la Orden Nueva de Toledo.
Anno Templi DCCCVC-895. Año 5774 de la Creación del Mundo

Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

5 comentarios en «Amor y muerte en Llerena»
  1. Muy bonito cuento, Antonio, de brillantes imágenes y puros deseos, como corresponde a los hijos de Sefarad. ¿Y dices que esto sucedió en Llerena? Podría haber ocurrido en cualquier otra parte de la noble Extremadura leonesa. Un fuerte abrazo.

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  2. Bonito cuento, primo, el extremeño tiene la gran virtud de saber conjugar la imaginación y la realidad, enhorabuena. Un abrazo

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