Anatomía de una traición

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Parece ser que en Israel hay acontecimientos que se niegan a desaparecer de la luz pública o ser enterrados. Ello ha sucedido con el así llamado “affaire Lavón” o “asunto vergonzoso”, debido al reciente fallecimiento de Benjamín Gibli, quien fue en 1954 Jefe del Servicio de Inteligencia Militar. Hay quienes consideraron que, desde este puesto tan importante fue él quien ordenó la llamada “operación Suzannah” que tuvo consecuencias sumamente trágicas y terminó con la renuncia del Primer Ministro Ben Gurión y su retiro a su kibutz en el Negev.

Esta operación consistió en utilizar a miembros de la unidad 131 del Servicio de Inteligencia para organizar actividades de espionaje en Egipto. En este caso se trataba de bombardear objetivos norteamericanos y británicos en Egipto, para dar una imagen de inestabilidad al régimen del líder revolucionario y futuro presidente Gamal Abdel Nasser, perjudicar sus relaciones con las potencias occidentales y hacerle cambiar su decisión de nacionalizar el Canal de Suez.

Para este efecto se envió a Egipto a Avri Eldad, quien, bajo el seudónimo de Paul Frank, se hizo pasar por un exitoso hombre de negocios. Su misión consistía en movilizar a miembros de una célula de jóvenes judíos locales, previamente organizados y entrenados en Israel, para que realizasen actos de sabotaje en la retaguardia egipcia en caso de guerra contra Israel. Pero Eldad recibió instrucciones para que los 11 miembros de la red colocaran bombas en cines e institutos británicos y norteamericanos en El Cairo y Alejandría. La red colocó bombas en una oficina de correos, dos bibliotecas norteamericanas y en un cine, causando daños menores. Uno tras otro los miembros de la red cayeron y fueron acusados de cometer actos de sabotaje y espionaje a favor de Israel. Dos de ellos, los egipcios Moshé Merzuk (que era karaíta) y Shmuel Azar fueron colgados; Max Benet, miembro del Mosad israelí se suicidó en la cárcel, y los otros 7 fueron sentenciados a más de 20 años de prisión. Sólo Frank logró escapar milagrosamente, a pesar de haberse quedado en Egipto otros 12 días.


Mientras tanto, en los círculos políticos y militares en Israel estalló la tormenta. Para empezar, había que aclarar quién había dado la absurda orden de llevar a cabo estas actividades. ¿El Ministro de defensa Lavón? ¿El Jefe del Estado Mayor Moshé Dayán? ¿El Jefe del Servicio de Inteligencia Benjamín Gibli? Este acusó públicamente a Lavón, quien fue depuesto, y Ben Gurión inició una verdadera cruzada para llegar al fondo de la verdad. Comisión tras comisión investigó los hechos sin llegar a una verdad conclusiva, lo cual provocó cambios constantes de gobierno y dividió al partido Mapai (el precursor del laborista actual): Una parte se quedó con Ben Gurión y Shimón Peres formando el partido Rafi, y otra parte con Lavón.

Mientras tanto, Frank fue enviado nuevamente a Europa y debido a datos recabados por el Mosad, fue encarcelado a su regreso a Israel y condenado a 10 años de cárcel, sin que su traición a los miembros de la red pudiese ser comprobada. Lo curioso es que Iser Harel, el Jefe del Mosad, a quien no se informó del asunto, se opuso desde el principio al nombramiento de Avri Elad, el cual había ya tenido problemas durante su servicio militar y a quien Harel consideraba poco confiable y sin principios. Todos estos hechos fueron publicados por Harel en su libro Anatomía de una traición, donde analiza paso a paso los acontecimientos que condujeron a la captura de la red.

Conozco personalmente a Marcelle Ninio, la única mujer que integró la red, y en algunas ocasiones charlamos sobre este tema. Ella, al igual que Iser Harel y los otros miembros no tienen la menor duda que fue Avri Elad quien los denunció. Elad se fue a los Estados Unidos al salir de la cárcel y falleció en 1993 sin haber vuelto nunca a Israel.

En 1968 los jóvenes judíos fueron liberados e intercambiados por prisioneros egipcios capturados durante la Guerra de los Seis Días. Pero al volver a Israel y tratar de relatar sus experiencias, descubrieron que el público, cansado de tanta tormenta política, no tenía deseos de escuchar la nueva versión ni de abrir nuevamente esa caja de Pandora.

En 1988, en una excursión llegué junto con Marcelle hasta la tumba de Ben Gurión en Sdeh Boker; allí me relató cómo había llegado al país de incógnito y que lo primero que hizo fue visitar al viejo Ben Gurión. Habló con dolor sobre el contraste en la forma que recibieron a Anatoli Sheransky, que había pasado 14 años en la cárcel soviética, mientras que ellos habían tenido que ocultar su presencia en el país. Sólo muchos años después, el gobierno israelí reconoció en forma retrospectiva el sacrificio de esos jóvenes judeo-egipcios, otorgándoles el grado de teniente coronel del ejército, con todos los derechos que el mismo trae aparejado.

Hace algunos años, el Servicio de Inteligencia filmó un documental sobre esta operación, que no ha sido mostrado al público por considerar que la sociedad israelí no está preparada para enfrentar los tremendos errores que se cometieron a todos los niveles.

Para cerrar el círculo, Bejamín Gibli, antes de morir dio una entrevista a una periodista israelí donde confiesa haber sido el culpable de haber dado la orden. ¿54 años después? Marcelle acepta esta versión.

Marcelle no ha tenido una vida fácil. Se casó tardíamente y ante la imposibildad física de tener hijos propios (debido a su intento de suicidio, cuando se arrojó del segundo piso de la cárcel egipcia) hizo de la familia de su esposo Eli la suya propia. Actualmente está dedicada a ayudar a inválidos del ejército y reside en una casa de ancianos acá llamada “hogar protegido”. Pero al menos, gracias a la película el relato de ella y de los demás sobrevivientes ha quedado para la posteridad.

Acerca de Tzila R. de Chelminsky

Nacida en México y cursando sus estudios hasta la preparatoria en planteles de la red judaica, obtiene en la UNAM el título de Licenciada en Economía.Su actividad social en México y en Israel ha sido intensa, llegando a ser Presidenta de varias organizaciones. En Israel ha sido fundadora y directora del Fondo Rosario Castellanos para llevar a esas tierras la cultura mexicana. Ha sido agregada cultural de la Embajada de México en Israel de 1993 a 1998 y asesora en asuntos culturales hasta el día de hoy. Colaboró en varios periódicos y revistas en México y desde hace 13 años escribe mensualmente desde Israel en "Foro".

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