Como se recordará, la Unión Europea aprobó una directriz que obliga a los estados miembros a especificar la procedencia en las etiquetas de los productos elaborados en los territorios ocupados por Israel y a eliminar, por tanto, el ‘Made in Israel’ de sus envases y etiquetas. La decisión de Bruselas se refiere a los bienes producidos en las zonas ocupadas desde 1967, que incluyen Cisjordania, Jerusalén Este y el Golán. Por este medio quieren impedir beneficios arancelarios a productos de territorios que los europeos no reconocen soberanía israelí.
El gobierno de Israel se opuso terminantemente a esta medida y respondió enfurecido congelando la participación de los europeos en las negociaciones con los palestinos.
Fuera de considerarlo acto antisemita, como las estrellas amarillas de la época nazi, Israel argumentó que esta medida es discriminatoria. Es un doble rasero. Según el mismo Netanyahu es intolerable que Israel sea el único país al que se le aplica esta política cuando hay más de 200 conflictos territoriales en el mundo.
Hoy se desmoronó definitivamente este argumento.
“La justicia europea ha dictado este jueves una sentencia de largo alcance político para la relación con Marruecos. El Tribunal Europeo de Justicia, con sede en Luxemburgo, ha anulado el acuerdo comercial entre Bruselas y Rabat por extender sus ventajas a productos provenientes del Sáhara occidental. La institución reprocha a los Estados miembros que, al firmar el acuerdo, en 2012, no tuvieran en cuenta “que la soberanía del Reino de Marruecos sobre el Sáhara occidental no está reconocida ni por la Unión Europea ni por sus Estados miembros ni, de manera más general, por la ONU”, establece el fallo”[1].
Muy a pesar de Netanyahu, da la impresión que los europeos sí son consecuentes, no importa si se trata de judíos o de árabes.
[1] “La Justicia europea anula un pacto comercial con Rabat por el Sahara”, El País, 10-12-15
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