La familia paterna de la abogada Ariela Agosin llegó a Valparaíso a comienzos del 1900, escapando de los linchamientos en Rusia. En el puerto nació su abuelo, quien fue presidente de la Comunidad Judía en Chile durante 50 años, la misma entidad que ahora a ella le toca encabezar, precisamente en su momento más complejo.
“Yo llevaba poco más de seis meses en el cargo cuando el 7 de octubre de 2023 empezó la guerra. Desde muy temprano comenzaron a llegar noticias y en la televisión transmitían imágenes horribles de la masacre en el festival de música Nova, donde cientos de jóvenes fueron asesinados, otros secuestrados y muchas mujeres ultrajadas. Uno de mis hijos (el segundo de los tres que tiene, de 20 años, estudiante de ingeniería) estaba en Israel y lo llamé de inmediato; se encontraba en un refugio en Tel Aviv, aterrado. Me decía: ‘Mamá, sácame de acá’. Habían entrado 4 mil terroristas y 2 mil civiles de Hamás (la organización terrorista y partido político dominante en Gaza), y no había certezas de hasta dónde habían llegado. Se creía que podían haber entrado a todo Israel, porque es un país muy pequeño, y las autoridades pedían a la gente que se encerrara, que no saliera, porque todo el país podía estar infiltrado. Fueron horas de mucha tensión”, recuerda Ariela en su oficina del estudio Albagli Zaliasnik (AZ), donde es socia directora de Arbitraje, Derecho Público y Mercados Regulados.
Hoy, a un año del inicio del conflicto, los ataques, los muertos y la destrucción han ido en aumento, al igual que la tensión entre la Comunidad Judía de Chile (CJCh) y la Comunidad Palestina en Chile (CPCh). Además, critica el trato del Presidente Gabriel Boric hacia la organización que lidera.
“Este maltrato no lo había visto nunca. Jamás tuvimos un Presidente tan parcial”, reclama. Describe también la situación de las personas judías en las calles: “Muchos han dejado de usar la estrella de David para evitar ser violentados en lugares públicos; los apoderados del Colegio Hebreo les piden a sus hijos que no anden con el polerón del uniforme en la calle o que se lo pongan al revés. También se han vandalizado sinagogas en Avenida Matta, Concepción y Valdivia. Hubo dos profesoras universitarias que fueron funadas y expulsadas de sus trabajos. Y en una manifestación afuera del Estadio Israelita, una señora embarazada que venía con su hijo pequeño para un matrimonio fue increpada y le gritaban ‘genocida’. Ha sido muy duro”.
Pese a todo, en cuanto al conflicto que se desarrolla en Medio Oriente, la presidenta de la CJCh es férrea en su defensa.
“Israel salió de Gaza en 2005, ya no había ningún israelí en la zona, pero los cohetes desde Gaza hacia Israel nunca cesaron. En la masacre del 7 de octubre murieron 1.205 personas, y al cumplirse un año de la guerra, ya son 1.762 personas, según datos de ‘Times of Israel’”.
–En contraste, la invasión a Gaza ha dejado más de 42 mil palestinos asesinados. La ONU acusa crímenes de guerra y de lesa humanidad.
–Hoy, los que nos atacan no quieren dos tierras ni dos países; lo que buscan es destruir Israel. Sin embargo, el país está bajo escrutinio más que cualquier otro en conflicto. Rusia, por ejemplo, en su guerra contra Ucrania, destruye hospitales y centros comerciales, pero nadie dice nada. Es cierto que en nuestro país muere menos gente que en Gaza, pero eso se debe a que el gobierno ha invertido grandes sumas en la cúpula de hierro y en refugios. En cambio, Hamás ha invertido en túneles donde se ocultan los terroristas y dejan a los civiles en la superficie como carne de cañón.
–Una de las acusaciones más fuertes de la ONU es que dentro de los más de 40 mil muertos, la mayoría son civiles, de los cuales el 40% corresponde a mujeres y niños.
–Eso es falso; esos datos se basan en los números entregados por el Ministerio de Salud de Hamás.
–¿Pero por qué la ONU aceptaría estas cifras así, sin más?
–No sé, pero ellos tampoco tienen datos muy claros. Dicen que han muerto alrededor de 42 mil personas, casi la mitad civiles, pero es complicado porque muchos de los terroristas se visten como cualquier persona normal. En cuanto a los niños, ciertamente es terrible que mueran, pero habría que preguntarse por qué hay tanta insistencia en mostrar esas imágenes. Hay mucha estrategia comunicacional que Hamás utiliza a su favor; por eso ellos no protegen a su propia gente, no los dejan entrar a los túneles subterráneos ni les reparten comida. Cuando Israel les pide evacuar mediante panfletos, llamadas telefónicas, televisión y radio, Hamás se los prohíbe, usándolos como escudos humanos.
–La ONU acusa a Israel de violar el derecho internacional humanitario, de utilizar armamento prohibido, asesinar a trabajadores humanitarios, personal sanitario y periodistas. Son muchas las acusaciones.
–Soy abogada con magíster en derecho internacional y derechos humanos. Esta área del derecho es distinta a la que prevalece en tiempos de paz; su objetivo es minimizar las muertes. A solicitud de la Corte Internacional de Justicia, Israel ha ido documentando todas sus acciones. No digo que no existan crímenes de guerra, pero deben investigarse uno a uno. Con toda esta demonización, los israelíes lo están pasando muy mal. Tengo un amigo que vive allá y perdió a su hijo de 19 años. Mi prima está en Haifa, y allá la situación es insoportable.
–Se acusa a Israel de querer exterminar a las personas en Gaza, de llevar a cabo un genocidio, de liderar su propio Holocausto.
–Hay una enorme diferencia entre armar una máquina para asesinar a la mayor cantidad posible de personas, comparado con una guerra en la que se hace lo imposible por disminuir las muertes civiles, aunque sigue siendo una tragedia.
–La Corte Internacional de Justicia lleva adelante una investigación por posible genocidio contra el Estado de Israel, en la cual Chile también participa junto a otros países.
–Que Chile se haya unido al caso es un error, porque no hay genocidio en Gaza. Pueden haber crímenes de guerra, pero no genocidio, que implica la intención deliberada de destruir a un pueblo, una religión o una raza por completo. Eso no es lo que está ocurriendo allá.
–¿La CJCh apoya el actuar del Presidente Netanyahu?
–No, pero tampoco estamos en contra.
–¿Cómo es eso?
–La CJCh es muy diversa, tanto en lo referente a la política local, donde hay todo tipo de posturas, como en la política de Israel, donde algunos se oponen totalmente a Netanyahu y otros lo apoyan. En lo que sí estamos unidos es en el derecho de Israel a existir, defenderse y autodeterminarse en su tierra ancestral.
Toma un poco de agua y continúa: “Pero, ante todo, somos chilenos y estamos preocupados por lo que pasa acá. Por supuesto, tenemos un lazo muy fuerte con Israel por nuestra historia y porque tenemos familia y amigos allá, pero constantemente nos vemos obligados a hablar del conflicto”.
–La Comunidad Palestina en Chile acusa que hay instituciones dentro de la CJCh indirectamente involucradas en la construcción de asentamientos, quitando tierras palestinas para traer a sus ciudadanos al territorio ocupado, lo que incluso estaría afectando a familias chilenas en el lugar.
–Se refieren al Keren Kayemet Le Israel (KKL), la organización que forestó Israel y que hizo “florecer el desierto”. Aquí cualquier persona, sea o no judía, puede plantar un árbol en Tierra Santa en nombre de un pariente fallecido, es un trabajo hermoso. Ahora, si efectivamente tienen derechos de propiedad sobre esas tierras, pueden reclamar las indemnizaciones correspondientes en los tribunales de Israel, como en cualquier expropiación en cualquier parte del mundo.
–También denuncian que hace poco gente de la comunidad trajo a Chile a soldados israelíes y los presentaron como héroes, a pesar de las acusaciones de crímenes de guerra.
–La CJCh es un paraguas que abarca más de 50 instituciones, desde deportivas, religiosas, culturales, asociaciones de mujeres y de arte. Es muy diversa. Los soldados eran 2 o 3 jóvenes latinos de 19 años, que se encontraron en un momento específico allá. No vinieron vestidos de soldados ni nada por el estilo; ellos llegaron a Chile a contar su experiencia. Pero no los trajimos nosotros.
–¿Quiénes fueron?
–No lo recuerdo, pero los promocionó como héroes una influencer y se armó un gran revuelo. ¿Quién soy yo para censurar a una influencer?
Retoma:
“Me parece sumamente grave que la estrategia de la Comunidad Palestina de Chile sea atacarnos constantemente. ¡¿Qué les pasa?! Aquí no estamos en guerra. Ataquen directamente a Israel, a Netanyahu, pero a nosotros déjennos tranquilos”.
–Y ellos dicen lo mismo de ustedes…
–Nosotros jamás hemos hablado en su contra. Todos somos chilenos y debemos promover la hermandad, estar unidos y dar un ejemplo.
–¿Existió históricamente una convivencia pacífica entre ambas comunidades?
–Desde hace tiempo la situación ha estado tensa, te diría que desde que Daniel Jadue estaba en la universidad y comenzó con este movimiento más extremista, provocó una tensión que antes no existía.
–¿Acusa al exalcalde de ser un instigador?
–Sí. Sabemos que viajó a Palestina con Gabriel Boric cuando era parlamentario, y creo que ahí comenzaron a “lavarle la cabeza”.
–De hecho, ustedes han criticado al actual gobierno por validar la postura de la CPCh.
–El Presidente Boric nunca nos ha recibido. Cuando asumió y solicitamos una audiencia para felicitarlo y desearle éxito, no nos respondió. Eso nunca nos había pasado. Me parece legítimo que tenga una postura respecto de Israel y Netanyahu, es válido; pero lo que no entiendo es por qué maltrata a la comunidad judía en Chile. Cuando no te reciben, no contestan las cartas, te ignoran… eso es maltrato.
–El canciller Van Klaveren es judío, con una historia familiar muy dura en Europa. ¿Están decepcionados de su actuación?
–Sus padres se escondieron durante meses en los bosques de Holanda, hoy Países Bajos, hasta el final de la guerra, y lograron escapar. Habría que preguntarle a él cómo se siente. En lo personal, creo que hay que respetar su trabajo, que lleva adelante de la manera más profesional posible. Aunque, claro, hay mucha gente dentro de la comunidad que se siente decepcionada.
–El gobierno de Sebastián Piñera también se manifestó oficialmente a favor de la creación de un Estado Palestino.
–Y yo personalmente también estoy de acuerdo. Mi postura es que existan dos estados, el de Israel y el de Palestina. Y creo que la mayor parte de la CJCh piensa lo mismo. No hay otro camino que ese para que prevalezca la paz. No es sostenible que sigamos en guerra.
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