La música, posee la gran virtud de conectarnos a un nivel superior, donde los sentidos nos ayudan a percibirla al igual que nuestras sensaciones y emociones, las cuales se muestran y desarrollan, interactuando a través de frecuencias o vibraciones a escalas sumamente profundas.
Los sonidos por su parte, se interconectan a través de neurotransmisores, redes neuronales dentro de nosotros mismos, generando incluso cambios en nuestros estados de ánimo, más allá de lo que sentimos y eso, es un hecho que para la ciencia no se presenta ajeno.
Así través de la historia, hemos visto como las melodías, han estado presentes en todo cuanto nos rodea, no solo como producción cultural, sino también como parte de nuestro diario vivir, lo que podemos constatar al abrir las ventanas de nuestros hogares, donde escucharemos a los pájaros con su trinar matutino, mismo que nos transporta a viejos y lejanos destinos, si sabemos prestar atención, desde lo más profundo del corazón.
Por otra parte el mismo Beethoven, fue un ejemplo perfecto de que a pesar de haber estado sordo gran parte de su vida, aun así, esto no le impidió componer las más bellas y sentidas melodías, conectándolo con todo de una forma muy especial, más allá del idioma que hablara o la nacionalidad, ya que la música nos acerca y nos hace trascender, acortando cualquier distancia y los abismos del ayer.
Las notas son el reflejo del alfabeto universal, el sonido de las olas, el viento al despertar la aurora, el eco del silencio que nos abraza sin más, las risas de quienes aún no saben ni siquiera hablar; los toques de un acordeón o el sonido de un shofar, lo que te conecta con lo sublime, creador de todo cuanto hay.
Por ello, la música no posee colores políticos, ni fronteras, no ondea banderas y mucho menos hace diferencias, ya que vibra en armonía con las ondas que fluyen a través del Universo, esas que son eternas más allá del espacio y tiempo, las cuales nos unifican a todos, como lo que realmente somos, energía pura, tenue soplo de vida, incorpórea sinfonía al finalizar la noche y al comenzar el día.
De esta forma el pasado fin de semana, Eurovisión en Israel, fue el triunfo de quienes creyeron que la música es más fuerte que todo, ya que el tiempo se detuvo y la energía fluyó, más allá de las contiendas, el amor los transformó…
(Especial para el Diario Judío.com de México.) 19 05 2019.
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