El Último Ciclista de Karel Svenk, adaptación de Naomi Patz y Jana Sedova

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Existe un término en Idish o Yiddish llamado “shoa”, se ha traducido de manera tradicional como Holocausto, en términos legales es llamado Genocidio es decir el exterminio masivo de individuos pertenecientes a un grupo étnico por medios violentos.

Cuentos han existido, cuentos han muerto o sido asesinados, incalculable, llámese curdos, armenios, tutsis, bosnios, gitanos, católicos, protestantes, socialistas cristianos, musulmanes, etc.

Muchos llevaron sus instrumentos en el poco equipaje que tenían permitido, los desarmaban y así los salvaban, el Gheto de Terezin en Checoslovaquia se llamaba el campo modelo, éste recibió a un grupo de la Cruz Roja, este gheto recibió también a judíos daneses, mismos que no fueron deportados, nos contaba la traductora que cuando volvieron a sus casas estaban integras inclusive sus plantas regadas; cabe destacar que los nazis tenían una película diciendo que era como un country club actual, los judíos iban engañados y dejaban todas sus propiedades, al llegar allá se daban cuenta de la realidad.


Esta obra nunca fue permitida por el Consejo de Ancianos por temor a represalias por los nazis y fue representada de manera clandestina por tres actores porque aparentemente los ensayos no estaban prohibidos.

La puesta sencilla cuenta con cambios que a ritmo de música del cine mudo permite un cambio, así como en las escenas logran un gran trabajo corporal y el rápido cambio de personajes en muchos casos.

Narra la visita de la Cruz Roja y las trampas de los nazis para estos insignes invitados, el vestuario emulando al de la época, algo clownesco, es una pieza que por desgracia en su primera temporada tiene tres funciones, lástima por la calidad del trabajo.

La sucesión rápida de cuadros es genial y bien lograda, no se cae, se calcula que han muerto en la segunda guerra unos 12 millones 6 de ellos judíos y entre social demócratas, comunistas, homosexuales, gitanos, los miembros de la Embajada de México en Berlín de aquellos tiempos, etc. A los que habría que sumar las víctimas de bombardeos en los distintos frentes, aquellos de los campos de concentración, rusos, japoneses y a los japoneses de Estados Unidos, encerrados.

Platicando con la traductora Irena Chytra, nos comentaron que Terezin se ubica a 60 kilómetros de Praga, un lugar preservado y restando con muros de 5 metros en forma de estrella, estructura construida por el Rey José, le nombró así por su madre Tereza, albergó durante la Shoa hasta 60,000 personas, planeada originalmente para 6,000, cuando llegaron ahí pensaron que sería un balneario, tenían que caminar 3 km. Desde la estación de tren, podían llevar una maleta de 50 kilos.

Ella misma también nos comento de cómo la gente grande se deprimió además de las enfermedades y condiciones del campo, y cómo los niños los visitaban para cantarles para animarlos.

Esta pieza se presenta en el Teatro Ofelia, platicando con el encargado general nos comentó que era del papá de Luis G. Basurto, él se lo iba a dejar a su hijo pero como se dedicó a litigar el teatro pasó a manos de Mario Moreno “Cantinflas” que le puso ese nombre porque la primera carpa donde él trabajo se llamaba Ofelia, después pasó a manos de Jiménez Rueda que también tiene otro teatro en el Monumento a la Revolución, quien decidió no cambiarle el nombre conservando el de Ofelia.

Recordemos que su director Isaac Slomianski ya presentó al menos otra puesta en México Pupetofofia obra infantil por la cual recibió el premio de la crítica del Festival Infantil Haifa en 1995, ésta tuvo temporada tanto en el Teatro Orientación y la Gruta del Helénico.

Con respecto a Karel Svenk fue el creador de la Marcha de Terezin misma que es cantada por todos los actores en la escena final que por cierto es genial, buscaba dar por medio del teatro y la música ánimos a los prisioneros en el campo de concentración. Dicen que en noviembre de 1941 cuando fue llevado a Terezin llevaba un fajo de poemas para levantar la moral de los prisioneros. En El Último
Ciclista, por cierto el único texto que hasta el momento se ha rescatado de él, también se mofa descaradamente de los nazis, recurriendo a la risa como medio de liberación espritual.

Esta obra narra la historia que comienza en un manicomio, donde una lidereza busca un motivo para odiar, encontrando en los ciclistas dominando a un país, pareciéndose al os nazis en tono de cruel sátira.

La historia tiene un final donde la casualidad juega un rol curioso, donde el chivo expiatorio en un truculento juicio después de ser arrestado, se torna en héroe y un par de jóvenes caen en la isla del horror, estos son parte de esta obra que habla de los abusos del poder y los excesos.

Una sátira con las actuaciones de Jan Esparza, Elsy Jiménez, Paula Comaduran, Raymundo Elizondo, Fernando Zamora, Diana Aguilar, Pepe Ponce, Fabián Varona y Detmar Yañez, la magnífica dirección de Isaac Slomianski, musicalización como otro personaje importante de José María Serralde, Yosi Djamuz, Jimmy Cohen, diseño, escenografía y vestuario e iluminación de Carmen Mercado, Carolina Pimentel en la asistencia de dirección, asesoría y versión al español de la Marcha de Terezin Irena Chytra y la producción general de la Kehila Ashkenazi de México entre otros.

Un esfuerzo que vale la pena porque tristemente solo le quedan dos funciones en el Teatro Ofelia en la Calle de Thiers esquina con Ejército Nacional, el jueves 9 y 16 de este mes, de verdad por lo menos a quienes firmamos nos confirmo ese amor por la vida del pueblo judío aún en la peor adversidad, la necesidad de comunicar a futuras generaciones que fue lo que motivó a muchos sobrevivientes a resistir y sobre todo por servir de llamada de atención ante muchas “Shoas”, algunas ya se vivieron, las otras todavía persisten, además de ser una forma amable porque la obra es muy divertida para transmitir sobre a las generaciones actuales tanto de niños como adolescentes estos hechos cuya marca quedará perenne tanto físicamente por el número tatuado en uno de los brazos y que, según dicen algunos los desaparecieron, como en la pérdida de familiares, como de una forma de vida que nunca volvió.

A Isaac y todo su equipo esperamos tengan una temporada realmente larga, nada nos daría más gusto, aquí una llamada a todos los teatros que buscan trabajos de calidad, aquí tienen uno con el corazón les decimos no se arrepentirían de llevarlos a cualquier escenario porque una puesta bien hecha se recomienda por sí misma.

Encanto Colectivo pronto presentará Ciudad Invisible en el Teatro María Rojo, esto será en marzo, pronto informaremos de fechas exactas, por lo pronto los invitamos a seguir nuestro face artes escenicas mexicanas o bien enlace. Escena, mientras tanto un cálido “Shalom” y “mucha Mazal”.

* Para ver videos relacionados con esta obra, oprima aquí .

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