Regina Kalach Atri: “Mi ritmo es el de la poesía”

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A Regina Kalach Atri la conozco desde hace muchos años, y siempre he sabido, a través de su esposo Beto Buzali — personaje entrañable para muchos escritores, promotor cultural por puro amor al arte— que ella cultiva la poesía con el mismo amor y cuidado que a un jardín. Su silencioso esmero ha fructificado en un libro titulado Espejo de mareas (Editorial Praxis, 2011) que definitivamente no parece salido de una pluma principiante, sino de una sensibilidad exquisitamente moldeada y, sobre todo, carente de prisas por figurar solo porque sí.

“El libro se comenzó a gestar hace diez años, más o menos —me explica la autora, con una serenidad que refleja el alma de su escritura—. Yo escribí un poemario con otras cuatro compañeras Voces en el alba y revisé personalmente todo lo que no entró en él. Tenía poemas muy antiguos y quise empezar a revisarlo todo para ver si podría crear un libro de poemas sólo mío.”

Regina ha vivido inmersa en la escritura y en los libros desde muy pequeña, “pero empecé escribiendo cuentos, aunque la poesía siempre me ha acompañado. He leído desordenadamente mucho de ambos géneros. Cada vez que me topaba con un poema que me gustaba, lo copiaba en una libreta. Hasta ahora lo hago. En algún momento me di cuenta que ése era mi ritmo, el de la poesía, y accedí”.


Espontaneidad

Los poemas de Regina Kalach abordan asuntos muy diversos, por lo que encajonar su trabajo en “poesía amorosa”, sería inapropiado, incluso, injusto.

Según sus propias palabras, la espontaneidad jala de ella misteriosamente: “Cuando hay un deseo muy fuerte de comunicar, las palabras van a salir. A veces cuesta engarzarlas, otras salen todas de un jalón, y nada más se les retoca. Al final, no importa cómo haya sido el proceso, lo que sobreviene es la dicha. Aunque haya escrito lo más triste y doloroso.”

Espejo de mareas incluye también prosa poética, algunas de las cuales podrían constituir breves relatos. ¿Has considerado Regina escribir novelas o relatos, como en sus tiernos inicios?

“He tratado de escribir cuento. El género me gusta y he leído muchos. Me percato de lo difícil que es tener una buena historia y contarla de manera original. Por otro lado, hablar de novelistas es, para mí hablar, del reino de los dioses. Yo no tengo un aliento tan largo y mi admiración por quienes escriben novela es infinita. Creo que busco la síntesis, pero una síntesis poética. Por eso gozo tanto cuando logro llegar a lo «crujiente y certero»”.

Y, sin embargo, se apresura a agregar, se encuentra escribiendo cuentos actualmente, “sobre todo cuentos para niños”.

Silencio y memoria

“Silencio” es la palabra más citada a lo largo del libro, ¿qué representa para Regina Kalach el silencio?

“El silencio es el lugar donde se gesta la creación. Si no hay silencio, no me puedo poner en contacto con lo sagrado y, por lo tanto, es imposible que surja la poesía o el momento poético. El silencio es una dimensión diferente, más profunda. Es lo que me permite, después escribir.”

Y de algún modo, le digo a Regina, el silencio nos conduce a la espiritualidad, y tu libro es tremendamente espiritual pese a sus pasajes eróticos: “Hay una búsqueda y un encuentro a través de las palabras con lo que va más allá del mundo como convención. A partir de los sentidos, quiero entrar a esa otra esfera de la realidad con la que deseo conectarme, y entonces busco el momento de contemplación. Y ese momento o momentos los podemos tener todos. Cortázar lo llamaba «papar moscas», a mí de chica me decían que si estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo, y sí yo creo que sí, fue buena idea contemplar las motas de polvo, estar horas viendo las sombras que proyectan las hojas sobre el pasto… qué sé yo”.

“Memoria” es la segunda palabra más citada en estos poemas: “Desde luego que hay una evocación de momentos porque la búsqueda es desde mí, hacia mí. Desde los peldaños de la infancia hasta la mujer de rojos latidos; desde la niña que se contempla en el espejo su imagen hasta la mujer que se da cuenta de sus mareas.; y entonces las escribe. Desmadeja su hilo y va tras él perdiéndose en un laberinto que lo que le ha de regresar es su propia imagen. Una imagen que la asombra, la desconcierta, la desespera y a la que a final de cuentas, termina amando.”

Esto coincide perfectamente con el comentario de José Gordon que engalana la contratapa de Espejos de mareas, un libro digno de atesorar: “Para recorrer este laberinto de luz, Regina Kalach nos propone seguir el hilo de Ariadna hecho de palabras que conducen al encuentro con el misterio del mito…”

www.trenzamocha.blogspot.com

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