Ya que estamos en el tema, es hora de hablar de consensuar, de comenzar los pasos hacia la consolidación de una verdadera política cultural planeada y no improvisada. Necesitamos inquirir, llamar a la reflexión, inducir un debate serio y sustentable sobre el papel del Estado en el ámbito de la política, la y las artes, delinear los orígenes, los fundamentos económicos y los postulados filosóficos esenciales de las políticas públicas culturales en nuestro tiempo. Así, podremos configurar un marco teórico para su aplicación y evaluación. Entonces, debemos plantearnos primero las preguntas básicas. No debemos querer correr si no sabemos caminar. Concentrémonos en contestar lo básico:
¿Qué justifica la intervención del Estado –con recursos públicos– en materia de y cultura?
¿Cuál debe ser el papel y responsabilidad del , de los creadores, de los críticos de arte, de los, de la sociedad civil y de la iniciativa privada en la misión, gestación, formulación, implantación, evaluación y rendición de de las políticas públicas culturales?
¿Cómo lograr una gestión administrativa que induzca autonomía a de resultados y rendición de cuentas, en lugar de controles burocráticos y realización de programas y acciones?
¿Cómo constituir políticas públicas que motiven el espíritu emprendedor de la creatividad ciudadana?
¿Cómo lograr equidad y eficacia institucional en la misión y evaluación de las políticas públicas del arte y la cultura?
Se trata, en suma, de garantizar la existencia de los medios y los espacios, con la especificidad y riqueza que reclaman los diversos sectores de la sociedad, para que los mexicanos desarrollen sus capacidades, y fortalezcan su identidad y autoestima. Por todo ello, en el de la cultura, es tiempo no solamente de administrar con eficacia programas de gobierno; debemos consensar la concepción de la política cultural y la función del quehacer del Estado en el ámbito de una cultura democrática. Haga el ejercicio de responder a estas preguntas, y cuando todos lo hayamos intentado, estaremos un paso más cerca de consolidar una política cultural.
Luego de haber respondido las preguntas se deben establecer criterios para evaluar la política cultural y también para planearla. Los a evaluar deben ser multidimensionales; es decir, deben considerar la eficiencia de la política, los costos, los beneficios directos y los beneficios indirectos. Además se debe siempre procurar que las políticas culturales promuevan la equidad y el pleno desarrollo humano. Parece que estos objetivos son únicamente de políticas públicas en el sentido económico o social, sin embargo, como mencioné anteriormente, no necesariamente se debe sacrificar algo. Debemos intentar “ganar ganar”. Planear una política que preserve nuestro patrimonio histórico o promueva la creación de arte, por ejemplo, mientras al mismo tiempo hacemos política social. Debemos aprovechar al máximo las políticas.
Algunos rasgos que se pueden evaluar al momento de hacer política cultural son:
Acceso de todas las personas a los bienes y servicios culturales.
Respeto irrestricto a la autonomía individual del ser humano para que coadyuve a la solidaridad de la creatividad colectiva (y otros valores trascendentes a cualquier política gubernamental: v.g. libertad de creación, información, crítica y réplica).
La responsabilidad irrenunciable del Estado para preservar, conservar y difundir el patrimonio tangible e intangible de nuestro país.
Participación ciudadana en la formulación, gestión, gestación, implantación y evaluación de las políticas públicas culturales.
Calidad y excelencia en los bienes y servicios culturales impulsados gestados por el gobierno, de manera equitativa y al menor costo posible.
La obligación del Estado para conformar mecanismos que induzcan la cohesión social, impulsen la capacidad creativa de grupos e individuos y fortalezcan nuestra proyección pluricultural.
Inducir a la autosustentabilidad y reconocer los costos y beneficios de la utilización de los recursos para lograr la eficacia e intervenciones legítimas con las aportaciones de los contribuyentes.
Además debemos poner atención en la planeación de las políticas culturales para no hacer políticas incompletas o que vayan en sentido contrario cuando se podrían aprovechar de mejor manera. La planeación cultural que necesita México, no significa “planear para la cultura”, sino tomar en consideración los elementos culturales en todos los procesos del desarrollo. Implica la conformación de políticas integrales, estratégicas y holísticas intragubernamentales e interinstitucionales.
Por otro lado, debemos incorporar al análisis de eficiencia y evaluación de desempeño un elemento complementario al mismo, el elemento político: el mensaje político que se deriva de que la institución responsable de la cultura y el arte sea parte del gabinete cercano del Poder Ejecutivo, refleja la prioridad que el Estado confiere a la cultura y al arte.
Existen muchos pendientes en cuestión de política cultural si queremos modernizar este país en todos los sentidos: económico, cultural, social, científico y tecnológico. Esta es la razón por la que vale la pena señalar cuáles son nuestras asignaturas pendientes.
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