Ataque militar egipcio a turistas mexicanos

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Al momento de escribir estas líneas, todavía no sabemos cuántos mexicanos fallecieron en Egipto víctimas de un ataque aéreo del Ejército de ese país. Algunos medios nacionales sostienen que sólo fueron dos. Otros ya hablan de tres. The New York Times (NYT) menciona una docena. En entrevista radiofónica, el embajador de México en Egipto afirma que en el grupo de turistas había 14 mexicanos, de los cuales hay dos muertos confirmados, seis heridos y seis desaparecidos. Mientras que Jorge Álvarez Fuentes revelaba los nombres de los dos fallecidos, a esa misma hora, en otra estación de radio, hablaba el subsecretario de Relaciones Exteriores, Carlos de Icaza, quien aseveraba que no podía dar los nombres por respeto a las familias y que hablar de más posibles muertos era poco serio y profesional. En fin, que a más de un día de haber ocurrido el ataque militar aéreo contra un indefenso grupo de turistas, ni los gobiernos de México ni de Egipto han proporcionado una cifra definitiva de los muertos.

¿Qué pasó el domingo en el desierto egipcio?

Retomo una de las mejores notas que he leído, la del NYT, escrita por dos reporteros situados en El Cairo (Merna Thomas y Jared Malsin), uno en Londres y otra en México: “El convoy de cuatro vehículos utilitarios se encontraba a unas tres horas al sudoeste de El Cairo en un típico viaje turístico a través del Desierto Blanco, un área de otro mundo dentro del desierto occidental de rocas tiza, en torno al mediodía del domingo, cuando una pasajera diabética se quejó de que tenía que comer, de acuerdo al guía turístico oficial, testigos y otras personas entrevistadas sobre los acontecimientos. Así que, con la bendición de su escolta policial y la seguridad adicional de un helicóptero militar Apache que zumbaba en el horizonte, el guía egipcio y sus cuatro conductores se desviaron una milla del camino para preparar la comida. Fue entonces cuando el helicóptero abrió fuego, matando al menos a una docena de personas —incluyendo al menos a dos visitantes mexicanos— e hiriendo al policía turístico y al menos a otras diez personas más. Algunos fueron abatidos cuando trataban de huir hacia la cima de una duna de arena cercana, dijo Essam Monem, un residente de la zona que llegó esa noche y vio los cuerpos en la arena”.


De acuerdo a un comunicado del Ministerio del Interior de Egipto, los militares habrían confundido al convoy turístico con un grupo de militantes del Estado Islámico. Ya con el ánimo de sacudirse cualquier responsabilidad de lo ocurrido, afirmaron que los turistas se encontraban en una zona prohibida sin permiso. Pero, de acuerdo al NYT, “el sindicato oficial de guías turísticos y amigos del líder del viaje, quien fue asesinado en el ataque, circularon fotografías del permiso oficial del convoy en Internet. Funcionarios sindicales y los amigos del guía dijeron que el tour se mantuvo dentro de una común ruta turística, ampliamente utilizada, y que habían pasado por varios puestos de control policial moviéndose sólo con la aprobación de su escolta policial turístico. El grupo no tuvo ‘ninguna información de que esta región estuviera prohibida ni vio señales de advertencia ni recibió instrucciones de los puestos de control en la carretera de la policía de Turismo y Antigüedades presentes con ellos’ dijo Hassan el-Nahla, presidente del Sindicato General de Guías de Turismo en un comunicado”.

A más de 24 horas de lo sucedido, es increíble que la versión más completa la tengamos que leer en un periódico estadunidense. De los medios nacionales no podíamos esperar mucho ya que ninguno, que yo sepa, cuenta con corresponsales en Egipto a diferencia del NYT. Lo que sí es criticable es la mala comunicación por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Nos dejaron en ascuas. No pudieron dar cifras oficiales ni una primera versión de lo acontecido. A falta de un vocero oficial, la información más clara la proveyó el embajador Álvarez quien, en lugar de estar atendiendo a los medios, debió haber estado concentrado en encontrar a los seis mexicanos desaparecidos y ayudar a las familias de los muertos y heridos.

Esperamos que, una vez que se tranquilicen las aguas, nuestro gobierno exija al egipcio que no quede impune el ataque. Que los responsables sean procesados judicialmente. El problema es que el gobierno de Egipto va a tratar de defender a sus militares victimizando a las víctimas (ya empezaron con eso de que se encontraban en un lugar prohibido sin permiso). Nada que pueda sorprendernos a los mexicanos: lo mismo hace nuestro gobierno cuando nuestro Ejército se equivoca.

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