Atardecer de un Gigante (Tercera y última parte)

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Mirada Serena

Después de despedirse de Rajel, su enfermera, y habiendo recorrido una veintena de metros hacia el comedor del kibutz, los llamados de su ayudante Shmuel detuvieron su lento caminar y casi al instante se dispuso a retornar a casa.

En esta ocasión estaba seguro que se le estaba avisando la tan ansiada llamada telefónica de Amos -su hijo. Efectivamente su presentimiento y el conocer la puntualidad de su hijo, quedaron plenamente confirmados cuando tomó el auricular y con voz ansiosa preguntó:


Delegaciones y huéspedes llegaron continuamente a su pequeña casa en medio del desierto

– ¿Eres tú Amos?

– ¡El mismo de siempre!… ¿O conoces a algún otro que te quiera y respete más?

– Claro que no hijo, lo que sucede es que en estos últimos días me he puesto algo sentimental y quería escucharte.

– ¿Pero te has sentido bien de salud?

– En honor a la verdad no muy bien… Ahora mismo tengo un dolor de cabeza algo molesto, pero creo ha de ser efecto del hambre que ya tengo. Precisamente cuando me avisaron de tu llamada, ya estaba en camino al comedor. ¡Pero dime! ¿cómo están mis nietos?

– Afortunadamente muy bien papá, aunque tú ya sabes que cuando se hacen grandes los problemas también crecen.

– Así es, aunque tú tienes la ventaja de verlos crecer y los problemas que se van presentando los puedes detectar con anticipación y arreglar las cosas sin muchas sorpresas desagradables; en una palabra convives con ellos. En mi caso fue muy distinto debido a mis constantes viajes y ocupaciones, llevando la peor parte tu querida mamá, que en paz descanse…

El abuelo David

¡Pero cuéntame sobre tu trabajo y si has visto a tus hermanas Gueula y Renana!

– Del trabajo no me puedo quejar, aunque si nos afectó a todos lo de la guerra de Yom Kipur.

¡A propósito, te mandan saludos los hijos de Chaim Slavin (1) y Yehuda Arazi (2)!

– ¡Ah si!… los recuerdo y sobre todo a sus padres que fueron junto con Ehud Avriel (3), las personas que nos dotaron de armas para el nacimiento de nuestra patria, aún a riesgo de sus vidas.

(1) Chaim Slavin.- Realizó una fantástica hazaña, haciéndose pasar por sordomudo, para no llamar la atención -ya que hablaba mal el inglés- recorrió los Estados Unidos durante tres años antes del nacimiento del Estado de Israel, a fin de comprar, a precio de chatarra, una colección de máquinas que permitirían instalar en Palestina una industria clandestina de armamento. Desmontadas, disimuladas y transportadas pieza por pieza, tales máquinas fueron ocultadas en los kibutz. Cuando nació Israel, producían ya varios centenares de metralletas diarias.

(2) Yehuda Arazi.- Uno de los pioneros en la compra de armas. A partir de 1936 envió secretamente desde Polonia, los primeros fusiles que la Haganá recibió del exterior. Para disimular sus expediciones se convirtió en exportador de máquinas agrícolas y calderas, las que rellenaba con armas. Habiendo logrado, después de la guerra, ser nombrado embajador extraordinario de Nicaragua, pudo negociar la compra de las primeras piezas de la artillería judía: 5 viejos cañones de montaña franceses, llamados “Napoleonchiks” por los combatientes de la Haganá.

(3) Ehud Avriel.- Uno de los principales artífices de la supervivencia del Estado judío en las cruciales horas que siguieron a su nacimiento. Simulando ser un enviado del Negus, consiguió comprar en Checoslovaquia 25000 fusiles, 3000 ametralladoras, más de 100 millones de cartuchos, e incluso 30 cazas “Messerschmitt”. Organizó, a través de Europa una red clandestina de bases judías y estableció un verdadero puente aéreo para transportar secretamente las armas de la victoria.

– Si papá, tiempos difíciles pero gloriosos. De mis hermanas no tengo gran cosa que decirte, se que están bien y pienso que pronto nos comunicaremos para acordar en donde pasaremos juntos Janucá de este año.

– Espero que ustedes vengan, pues ya sabes que los viajes cada día son más difíciles para mi… ahora que recuerdo, me prometió venir Shimón Peres la próxima semana, junto con algunos políticos de la Kneset… ¿Podrías estar conmigo para esa ocasión?

– Claro que si, nada más te pido me confirmes su llegada un día antes para arreglar mis asuntos de trabajo.

– Bueno Amos, me reconforta el saber que podré verte pronto y así encargarte, con sus respectivos detalles, la elaboración de mi famoso diario que desde el último viaje a Bruselas ha estado en espera que lo termine.

Por hoy creo será todo, pues hay que comer para seguir viviendo y sobre todo, para que se me quite este dolor de cabeza.

Al terminar la llamada, Ben Gurión salió nuevamente hacia el comedor del kibutz, pero en esta ocasión acompañado de Shmuel. Entraron (como ya se había hecho costumbre en los últimos años) por la puerta de la cocina y no por la principal.

Algunos jóvenes que a diario comían con él, creyeron las afirmaciones de David cuando les decía en forma muy seria, que toda persona que se considera buen gourmet, debía primero cerciorarse de las condiciones higiénicas de una cocina, y sobre todo conocer físicamente el menú, para después pedir lo que comería en su mesa. La verdad era distinta y sólo consistía en dos razones: la primera que la puerta de la cocina le quedaba más cercana a su casa, por lo que ahorraba tiempo y esfuerzo para ir a comer (esa costumbre, confirmaba también gran parte de su personalidad al tratar asuntos en forma directa); la segunda razón, es la que tenía una cava de vinos nacionales y extranjeros, producto de los innumerables obsequios que durante tantos años recibió.

A diario él escogía el vino que compartiría con las personas del comedor (principalmente la gente mayor retirada de los trabajos del kibutz) y en forma muy especial, sólo en las noches de Shabat, esa costumbre la compartía con todas las personas, no importando su edad.

Como ya era algo tarde y la mayoría de las personas ya casi terminaban de comer, escogió para el final un digestivo de origen alemán. Al instalarse en la mesa con Shmuel y un grupo de jóvenes recién casados comentó:

– En alguna época mi actuación como gobernante fue muy criticada por la compra de armas a Alemania Occidental y hoy en día en Israel, somos muchos consumidores de sus productos, al igual que existen muchos alemanes consumiendo los nuestros.

Socios y rivales: Ben
Gurión y Jaim Weizmann

Uno de los jóvenes que lo escucharon con atención y que observó la etiqueta del licor que Shmuel había traído de la cava, le contestó:

– Me parece que esa crítica y repudio de aquella época a un acercamiento con los alemanes, estaba y está fundamentada, pues las cuentas de sangre ensombrecen las relaciones entre los dos pueblos; las reparaciones económicas empañan o engañan la profundidad irreparable de los crímenes cometidos por el pueblo alemán contra los judíos.

– Respeto tu opinión -contestó David- agregando, ¿pero no crees tú en la posibilidad de que la nueva Alemania intenta corregir o por lo menos reparar sus crímenes del pasado?

– Creo que más bien tendríamos que hacer esa pregunta a los millares de sobrevivientes de la hecatombe nazi. Lo que si puedo afirmar es que esas relaciones que usted inició, debería haber sido evitadas por lo menos por algunas generaciones más.

¿Quién es judío?…Quizá éste fue uno de los temas que más inquietó a Ben Gurión.

– No cabe duda que el que tiene la responsabilidad de tomar las decisiones, siempre estará expuesto a ser criticado. Creo que sabes algo sobre mis características personales, pues soy lo que se dice “un personaje público”, pero también me conoces en forma más directa, pues hemos convivido por bastante tiempo; estoy seguro que cuando piensas en mi, aparecen en tu mente letreros como: Israelocentrista, pragmático extremo, además de terco.

– ¡No David! -interrumpió el joven- en realidad no tengo esos conceptos de su persona.

– Pues entonces estás equivocado, pues soy todo eso y además un corajudo que normalmente adoptó decisiones anti-populares en mi país.

Yo podría exponerte un sinnúmero de razones por las cuales no me arrepiento de lo que realicé hacia esas vituperadas relaciones, entre ellas que no hubo en aquel entonces un país que se ofreciera a servir de intermediario para adquirir armas de los Estados Unidos, más que Alemania Occidental; como gobernante judío, por lo menos debía promover un pago material hacia las víctimas de la barbarie nazi y a su heredero legítimo, el Estado de Israel. Por otro lado y situándonos en el presente, la economía de Alemania junto con la de

Cuando cambia al Jefe del Estado Mayor Mordejai Maklef por Moshé Dayán.

Francia, se convirtieron en la columna vertebral de Europa Occidental, por ello se exigía el mantenimiento de unas buenas relaciones.

En resumen “la raison d’etat” -razón de Estado- se impuso a cualquier otra consideración, tal vez humanamente más comprensible.

La discusión iniciada sobre el tema alemán fue transformándose en una amena charla, habiendo repasado en cosa de minutos, gran parte de la política exterior y de seguridad que fue impuesta por el ahora anciano, que marcaba un fuerte pragmatismo destinado a implementar el principio de fortalecimiento de Israel a toda costa y su capacidad de supervivencia.

De esta manera los comensales llegaron a resumir incluso, la política exterior de Israel en relación a las grandes potencias, misma que varió desde el apoyo de las dos potencias mayores en los años 1948-50, hasta el enfrentamiento de las relaciones con la URSS y el intento de movilizar el apoyo norteamericano, estableciendo una alianza formal con Estados Unidos y con la OTAN.

De ahí en adelante, la política exterior de Ben Gurión se basó en la alianza táctica y oportunista con Francia, más tarde el acercamiento a Alemania Occidental, y finalmente el estrechamiento de las relaciones con los norteamericanos.

Paralelamente el tema se estaba agotando junto con el tiempo, además de la comida que ingerían. Al final, David inusualmente y rompiendo sus propias reglas referente al vino, invitó a los jóvenes que lo acompañaron a beber una copa del digestivo que había escogido ese día. La mayoría de los asistentes aceptaron su ofrecimiento y muy pocos lo eludieron, alegando razones de trabajo, dieta o que habían tomado algún antibiótico.

Al despedirse los compañeros de mesa para continuar con sus diferentes labores, David le pidió a Shmuel, le hablara por teléfono a su amigo Yehoshúa Cohen, para que en lugar de iniciar la acostumbrada caminata desde la casa, ésta se iniciara desde el comedor. Mientras esto sucedía Ben Gurión le solicitó al encargado en turno del comedor, algunas pastillas para el dolor de cabeza que no se le había atenuado -como él supuso- con la comida.

Pasaron pocos minutos y Yehoshúa con el clásico shalom se presentó hasta la mesa donde se encontraba su querido amigo. Al verlo David se incorporó, sin dar tiempo a que se sentara; con las manos se medio arregló la crecida y blanca cabellera y ansiosamente le dijo a Yehoshúa que se encaminarían al cementerio aledaño al kibutz para visitar la tumba de su esposa Paula; por lo que su amigo le preguntó:

– ¿Ahora por qué ese cambio? Tú mismo me has dicho a los muertos hay que dejarlos tranquilos en su mundo y sólo antes del Yom Kipur -Día de la Expiación- visitarlos, de ser posible con toda la familia.

– Tal vez en esta visita y con el ánimo de familiarizarme, pueda ver o sentir algo de ese mundo que no tardaré mucho en penetrar.

El hombre de visión frente al desierto.

Yehoshúa estaba acostumbrado a las bromas y humor de David, pero de inmediato se dio cuenta que hablaba sin el ánimo de antes, y con cierta torpeza al pronunciar las palabras.

– ¡David!… ¿Te sientes bien o prefieres que demos vuelta hacia tu casa?

– Es sólo el dolor de cabeza que no se me quita, aunque pensándolo bien, los he tenido a lo largo de mis 87 años de existencia… pero ahora si me molesta.

– Bueno, al menos ya volvió tu ánimo de siempre, pero te aconsejo que no te des tanta prisa, todavía es temprano y la tumba de Paula no está tan lejos.

– Tienes razón, no se que me sucede el día de hoy. Creo deben ser las conversaciones que sostuve desde muy temprano. Como que de pronto varias etapas de mi vida se fueron presentando y por más que deseaba cambiar los pensamientos, éstos proseguían con mayor rapidez. Por ejemplo ahora que estoy hablando contigo, pensé en los momentos en que hice mi testamento.

– Mejor no lo pienses y platícalo, tal vez tus pensamientos ya no correrán tanto.

Un poco antes de llegar al edificio de la biblioteca de la Academia de Sdé Boker, el anciano de súbito paró y se recargó contra la barda de una casa. Yehoshúa bastante alarmado y viendo el rostro de su amigo que palidecía con rapidez, lo tomó de los brazos e hizo que se sentara en una caja de madera que alguien había dejado cerca.

El último camino.

– Voy a llamar a una ambulancia, trata de descansar un poco -le dijo Yehoshúa casi gritando por el susto.

– No… no lo hagas, ya me estoy recuperando y creo será conveniente que volvamos, aunque estamos a la vuelta de la tumba de mi esposa… estimo no es bueno que mi querida Paula, me vea en estas condiciones.

En esos momentos David se desmayó llevándose las manos a la cabeza. Al volver en si, se encontraba en la sala de recuperación de un hospital, donde se enteró que había sufrido una hemorragia cerebral.

El ataque le había causado parálisis parcial que le impedía hablar. Su mirada serena, mostró a la multitud de personas que lo visitaron en las dos semanas que permaneció en el hospital, un espíritu de lucha, que se oponía a toda costa a una rendición.

David Ben Gurión, falleció el sábado primero de diciembre de 1973. De acuerdo a deseos expresados en su testamento, fue sepultado junto a Paula en Sdé Boker. La ceremonia, también por voluntad propia, fue muy sencilla, sin discursos y salvas de fusil.

El atardecer de un gigante había llegado a su fin; ahora la noche eterna para aquel hombre de baja estatura y recia personalidad, lo obligaba a descansar.

Su sencilla grandeza, sus realizaciones, visión y convicciones, serían el legado para muchas generaciones del pueblo por el cual siempre luchó.

Como toda obra de la creación, nació, maduró, envejeció y murió, pero sus verdades hasta nuestros días no han envejecido, por el contrario, permanecerán proyectando esa misma vitalidad y fuerza que el indómito artífice del Estado Judío les imprimió.

Descanse en paz el joven pionero,
el visionario, el líder,
el estadista, el guerrero…

Descanse en paz el “viejo gigante”

Acerca de Jacobo Contente

Egresado de la carrera de Contador Público del ITAM, por varios años trabaja en la industria de la confección, transformación y la industria editorial.Es de destacar su actividad en organizaciones comunitarias judías mexicanas entre ellas la Comunidad Sefaradí y el Comité Central. Al mismo tiempo se dedica a la edición de varias publicaciones como la revista "Emet" (1984); periódico "Kesher" (1987) y "Foro" en 1989.Dentro del campo intelectual siempre ha tratado de mantener vigente la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México y por lo menos un medio escrito lo suficientemente amplio, con calidad y profesionalismo como lo es "Foro", para que más de 60 escritores de México y el extranjero expresen mensualmente a través de sus páginas los pensamientos e inquietudes que forman opinión dentro del gran número de lectores que hasta la fecha tiene.Dentro de esta misma práctica de edición, ha colaborado, cuidado y diseñado más de 40 libros de escritores e instituciones que se lo solicitan y tiene en su haber tres libros histórico-biográfico y de consulta, como el "Prontuario Judaico".

1 comentario en «Atardecer de un Gigante (Tercera y última parte)»
  1. Este, heroe Israeli, tiene alguna raiz en Mexico ( familia) el dr Green , eminente neumologo es sobrino directo!, y es Igualito fisicamente!, 

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