A veces las barcas son desvencijadas y el sol que alguna vez nos persiguió, nos abandona. Lugar para el poema, ocasión para jugar con el disco anaranjado. Hoy, este es mi poema salidito del horno. Ojalá lo disfruten.
Barcas
Un sol anaranjado me persigue.
Sobre mis barcas se posa
sobre mi pecho.
Mis ojos se han vuelto alargados y pequeños.
Me conduzco, asiática, hacia mis arenas,
mi playa sagrada de desechos llena:
conchas rotas,
restos de peces,
moluscos anónimos,
devencijadas barcas
y el sol redondo sobre mí.
Un conjuro o dos,
se hace la noche.
El círculo naranja se ha escondido.
Dejó a la playa desolada y quieta,
con un vaivén de olas pequeñas.
Murmullos.
Sin viento y sin luna,
la noche se tiende sobre arenas.
Mis barcas rotas se mecen con las olas,
una canción apenas, lejana.
Me he ido.
Partí en busca de algún otro sol redondo
para que se pose
nuevamente,
sobre mi pecho, sobre mí.
Artículos Relacionados: