El lugar es la antigua Villa de Bejar, localizada a 72 kms. de Salamanca y a 300 kms. de Madrid, fue y es el centro geográfico de una extensa comarca, integrada por pueblos y aldeas de diverso tamaño y población, en la que a pesar de la expulsión y de los siglos de diáspora, se encuentra el Museo Judío David Melul.
En este Museo se encuentra el testimonio más antiguo conocido, una lápida Sepulcral, siglos XI/XII, cuyo texto en caracteres hebraicos reza:
Traducción literal de Mario y Yaakov Behar: Doña Fadueña; Enterrada
Esta lápida debió pertenecer a una necrópolis que aún no ha sido localizada; sin embargo, documentos originales y objetos como éste comprueban su existencia.
En 1211 y hasta 1492, Béjar y las poblaciones de su comarca pertenecían al señorío o Ducado de los Zúñiga, quienes fueron nombrados por los reyes católicos, como los Duques de Bejar pues Don Álvaro de Zúñiga, había apoyado al Infante Alfonso en sus luchas por la sucesión, con Enrique IV.
De los siglos XIII/XIV existe un documento importante: Fuero de Béjar, (se conserva en el archivo municipal de la ciudad); y en una de sus primeras disposiciones se refiere a todos los que pueblan Béjar, ya sean judíos, moros o cristianos. Los judíos gozan de casi el mismo número de derechos que los cristianos, pues se les menciona en más de 50 disposiciones, teniendo días asignados para usar los baños públicos (viernes y domingo), en los juicios podían prestar juramento ante la Torá, poseían su propio juez o albalí y un lugar reconocido para celebrar su culto como es la Sinagoga (sinoga en el Fuero) Este documento incluye escrituras notariales de ventas de propiedades rústicas como castañares, viñas, o herrenales (terrenos de pasto para animales) y tanto sus viviendas como sus tierras de labor se hallaban en vecindad con las de los cristianos; las profesiones que desempeñaban, eran, desde prestamistas de los duques o arrendatarios de sus impuestos, físicos o médicos, ganaderos, agricultores, pequeños comerciantes, artesanos hiladores, tejedores, tintoreros o sastres. Y nos consta que nunca estuvieron segregados ni marginados pues en la ciudad no hay constancia documental, ni arqueológica, de que existiera algún muro o cerca que separase los barrios judíos de los habitados por cristianos.
En Bejar nació una de las figuras más relevantes del judaísmo hispano., Hayim Ibn Mussa, médico, traductor del árabe al hebreo de tratados como el de Al-Jassar, poeta y apologista del judaísmo frente a los cristianos. Escribió obras de gran difusión en su época como La Lanza y el escudo, y murió en 1460 muy lejos de su lugar de nacimiento.
La Casa Ducal se caracterizó por su labor de mecenazgo, lo demuestra la dedicatoria realizada por Cervantes en El Quijote al Duque Afonso de Zúñiga, IV Duque de Béjar.
El mayor desarrollo de la aljama bejarana, que incluía la judería de Hervás, tuvo lugar desde el siglo XIV y hasta la fecha de la diáspora en 1492, llegando a ser la de mayor contribución de la provincia salmantina en esos últimos años, pues sus laboriosos habitantes hicieron florecer la industria pañera espectacularmente a partir de que la Casa Ducal importó a los “maestros flamencos” para dar origen a esta industria. Hay constancia de que en 1464, Béjar contribuye con 10.000 maravedíes de impuestos.
A mediados del siglo XIV en todos los reinos hispanos, la convivencia entre las tres comunidades va deteriorándose. A los judíos se les tolera esperando que abandonen su fe y se conviertan al cristianismo, con más frecuencia se les señala como responsables de grandes males: guerra, peste, hambre, por eso el refrán decía: Al judío bejarano con el palo y con la mano. Llegó el fatídico 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos firman el Edicto de Expulsión para que todos aquellos judíos que no se conviertan al cristianismo abandonen “Sefarad”. Desde ese momento la inmensa mayoría de todos los reinos hispánicos optan por el exilio y los de Bejar se van, llevando consigo en sus apellidos el de su natal Bejar, Bejarano, Behar, etc.
El fundador de este Museo, Don David Melul, falleció el año pasado en su natal Melilla, estudió en la Escuela de Ingeniería Industrial de Béjar, y terminó su formación académica en Barcelona, donde iniciaría su vida laboral, creando importantes empresas. Dado su prestigio de industrial, desempeñó el cargo de cónsul honorario de Israel en España.
Gratos recuerdos de su estancia en Béjar y la inquietud de investigar la vida de la antigua Aljama del lugar, fueron suficientes, para que conjuntamente con el Ayuntamiento, realizara las gestiones necesarias para comprar un inmueble adecuado para instaurar el Museo Judío David Melul además de un Patronato que rige la Fundación del mismo nombre y una Asociación de Amigos del Museo, para aquellos que deseen colaborar en esta linda empresa.
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