No sé qué veo en esta imagen. No sé qué veo en los colores o en la impaciencia de la fotografía como arte. Pero algo encuentro en un caminar así. Apurado y pausado a la vez. Urbano. Proveniente de un esquema de pasiones indiscretas. Buscando esconder su realidad tras un par de sombras esconde ojos. Un gorro. Ese frío. Un abrigo que encuentra de pronto una razón para existir. Tiempo, el mismo tiempo que se dibuja, el mismo tiempo que grita, que no habla, que esconde sonrisas. Tiempo, el tiempo que oculta en un instante cada parte de la imaginación. Al mismo tiempo la dispara.
Y convivimos con él. Sin querer, en una fotografía. El tiempo nos consume. Y la fotografía nos revive. No sé qué veo en esta imagen, pero veo algo. Una historia, tal vez. O muchas encontradas. Creo que veo una sonrisa escondida o un momento de viaje, de la emoción de estar en una ciudad extraña. Veo un toque de estética, por qué no, de buen gusto. Veo cosas en un instante. ¡Qué impaciente es la fotografía y qué lejana a la vez!
De pronto me doy cuenta que estoy en un mundo paralelo, tan paralelo como ese en el que vivimos cuando dormimos, tan paralelo como uno con el que se sueña sin querer, sin mención. Quizá sin erotismo. Estoy en el mundo paralelo de la fantasía y el recuerdo. Magos de colores, hechiceros celestiales. Tinta y libertad, caligrafía y geishas. Todo en el mismo instante, en un libro hecho de una sola imagen: dragones fumando para solucionar al mundo, mundos solucionados por alebrijes y tarántulas. Hombres intolerantes pidiendo su café por la mañana. Momentos den la calle, momentos de la calle, momentos sin la calle: en la cama, en un café en una pizzería. Momentos en Nueva York, en la ciudad de México. Momentos con coches.
Y de repente nos llaman. Salimos de ese mundo plano como puerta al planeta multidimensional de nuestros sueños.
Alguien a mi espalda grita mi nombre, llama mi atención y volteo, con la fotografía en la mano aun. Pasando tal vez la página de esa revista en la que volaba. Quizá era un periódico, o iPad, no lo sé. Posiblemente era el lente de mi propia cámara y yo estaba caminando por la misma calle, o buscando un lugar para tomar café. Pero alguien me llama. Yo respondo.
Regreso a la realidad, y me doy cuenta de la impaciencia de la fotografía y de lo importante de la misma para dar vida a los sueños.
¡Buen jueves!
EFECTIVAMENTE EN LAS FOTOGRAFIAS
PODEMOS ENCONTRAR SUEñOS, ILUSIONES Y VIDA.
CON NUESTRA IMAGINACION PODEMOS HACER
UN BELLO CUENTO
COMO EL TUYO….
FELICIDADES, ESCRIBES MUY BIEN.
!!!!!QUE BUENO QUE LO HACES!!!!!!!!!
ESTHER KERSHENOVICH