Ben Gurion en el kibutz

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La visita de Shimon Peres a México motivó discursos, declaraciones y respuestas que en mucho coinciden con lo que me dijo su antecesor, David Ben Gurion, fundador del Estado, cuando lo entrevisté en 1958.

Cumplida su misión el viejo luchador siguió el ejemplo de algunos profetas bíblicos y se retiró al kibutz Sde Boker en el desierto del Negev como un miembro más de la comuna. Ahí me invitó a compartir la comida sencilla cocinada y servida por su esposa Paula. Ha corrido mucha agua bajo los puentes del Jordán y demasiada sangre ha salpicado las dunas, pero algunos testimonios mantienen su vigencia, no han perdido valor si consideramos quién y en qué momento los emitía.

—¿Está listo Israel para concluir un impacto de no agresión con los Estados árabes? ¿Qué opina de la declaración del presidente de Siria en el sentido de que Israel no debe admitir más inmigrantes? ¿Cree usted que la minoría árabe en Israel puede estar en combinación con los estados árabes vecinos y constituir un peligro para el Estado?


—Queremos concluir no sólo un pacto de no agresión sino un pacto de paz permanente, no queremos que nuestro pueblo tenga temor, tampoco que se estacione, es decir: aunque el statu quo permanezca con nuestras naciones vecinas, no permanecerá en lo interior, porque queremos cambios y estamos cambiando nuestro país, cambiando a nuestro pueblo. Queremos concluir pactos permanentes de no agresión, pero consideramos que ni el presidente sirio ni el presidente egipcio tienen nada que opinar acerca de la inmigración hacia Israel. No es asunto de ellos. Nosotros no nos metemos en el control de la natalidad en Egipto que aumenta en 400 mil niños aproximadamente al año. No es nuestro negocio y no vamos a intervenir en los negocios de los demás. Traeremos a Israel tantos judíos como judíos quieran venir y como sean necesarios para nuestro país. Respecto a la tercera pregunta, no creo que la minoría árabe en Israel, la cual es muy pequeña, especialmente en comparación con su número en países vecinos, pueda tener alguna influencia en los países que nos rodean. Es un hecho que la posición económica y cultural de estas minorías es mejor dentro de Israel, minorías campesinas o trabajadoras o intelectuales, que la que tienen en situación semejante en los estados vecinos. La paz, yo creo, vendrá cuando los gobernantes árabes en lugar de querer la expansión piensen más acerca de sus necesidades internas, cuando en lugar de la política destructiva o expansionista construyan, eduquen, hagan obras sanitarias y fomenten el progreso de sus pueblos como lo hacemos nosotros. Yo creo que entonces estaremos en el camino de la paz.

—¿Cree usted que el acuerdo de partición de 1947 puede ser base para nuevas negociaciones de paz entre Israel y los países árabes?

—Las decisiones de 1947 están muertas, como nuestro pueblo que cayó en la guerra de independencia cuando los árabes invadieron nuestro país a pesar de esas decisiones. Si ellos pueden revivir a esos muertos nosotros estaremos dispuestos a revivir también los acuerdos. Están muertos y enterrados.

—¿Se han hecho aproximaciones diplomáticas a los gobiernos árabes para lograr negociaciones directas?

—Se hizo un intento por medio de una altísima personalidad mundial que envió a un emisario tanto a Jerusalén como al Cairo. Este emisario terminó agriamente disgustado en el Cairo y en otras capitales árabes.

—¿Usted cree que un embargo de armas para el Medio Oriente, es decir, una prohibición para que los países del mundo envíen armas al Medio Oriente podría ser ayuda efectiva para la paz, asegurando que el embargo sea efectivo?

Lamento decirle que hay un embargo por parte de cierto número de Estados únicamente contra Israel. Nosotros estamos por una humanidad sin armas; estamos por una paz permanente entre todos los pueblos. Nosotros lo hemos dicho por más de tres mil años.

—¿Cuál considera el más grande alcance de Israel al cumplir estos diez años de vida.

—Antes que nada la consolidación de su independencia y la derrota de los invasores. Quizá el más grande y el más importante de los alcances sea la integración de un millón de refugiados judíos, lo que quedó de las matanzas nazis, muchos refugiados de los países árabes y grupos de otros lugares, con distintas costumbres y niveles económicos y educativos. Para absorberlos hemos construido moderna industria, desarrollado instituciones científicas y aumentado la producción agrícola. Todo ello sobre la base de la paz entre las naciones.

Ayer en Guadalajara, 35 años después, Shimón Peres dijo: “La historia no está hecha de repeticiones, sino de mutaciones. La historia es optimista”.

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