Bielorrusia, otra “parada” del Holocausto en Europa del Este

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El Holocausto bielorruso no es una parte de la historia muy conocida debido a la pertenencia de este país a la Unión Soviética hasta fechas muy recientes (1991), aunque ya empiezan a aparecer los estudios locales sobre el tema y se rinde el debido homenaje a las víctimas.

Durante años el Holocausto en Bielorrusia estuvo encapsulado dentro de lo que fue la «solución final» en toda la Unión Soviética, haciéndose un cómputo total de las víctimas en el mismo dentro de los datos totales de los judíos asesinados en el territorio soviético.

Hasta fechas no muy recientes no se han empezado a publicar estudios locales que relatan la historia de la «solución final» en este país y apenas en los últimos años se han comenzado a celebrar actos de homenaje a las víctimas del Holocausto.


De la misma forma, se han inaugurado varios monumentos en recuerdo de esta tragedia en la capital bielorrusa, Minsk, y en otras ciudades del país.

Siguiendo el guión previamente ensayado en otras partes de Europa, el maltrato a los judíos de este país comenzó tras la ocupación del territorio bielorruso por los alemanes. La ocupación de Bielorrusia por la Alemania nazi ocurrió como parte de la invasión alemana de la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, con la Operación Barbarroja, y acabó en agosto de 1944 con la Operación Bagration lanzada por el Ejército Rojo y en donde las tropas alemanas fueron expulsadas hacia el territorio de Polonia.

Con motivo del reparto territorial de Polonia entre los alemanes y los soviéticos, la población de Bielorrusia casi se triplicó en 1939, momento del ataque de la Unión Soviética a los polacos. Como resultado de la anexión soviética en 1939, Bielorrusia ocupó importantes territorios polacos y al comienzo de la Operación Barbarroja, en junio de 1941, había 670.000 hebreos en los territorios polacos ocupados y otros 405.000 en el lado soviético propiamente dicho del país, es decir, que había algo más de un millón de judíos en territorio bielorruso.

Siguiendo pautas conocidas, antes de las matanzas sistemáticas, efectuadas generalmente por los tristemente famosos Einsatzgruppen, los nazis agrupaban a los judíos en guetos o campos de trabajo antes de ser asesinados en dichas matanzas o ser enviados a los campos de concentración, algo que en Bielorrusia nos da una cifra menor de asesinados que en otros países, como en Hungría, Polonia o Rumania. Las matanzas comenzaron muy pronto, casi nada más llegar los nazis, tal como ocurrió en Minsk, donde el 3 de julio de 1941, apenas diez días después de lanzarse la Operación Barbarroja, 2.000 judíos pertenecientes a la elite social, cultural y económica fueron masacrados por los nazis.

Los guetos de Bielorrusia

Los judíos fueron rápidamente separados de la población en general y confinados en guetos improvisados, mucho de ellos carentes de las mínimas condiciones de salubridad y de servicios básicos. Debido a que el liderazgo soviético huyó de Minsk sin ordenar mínimamente la retirada y a la rápida llegada de los alemanes por lo inesperado de la operación militar, la mayoría de los habitantes judíos fueron capturados y obligados a vivir en el sistema de guetos creados: había 100.000 prisioneros retenidos en el gueto de Minsk; en Bobruisk, 25.000; en Vitebsk, 20.000; en Mogilev, 12.000; en Gomel más de 10.000; en Slutsk, 10.000; en Borisov, 8.000; y en Polotsk, 8.000.

A finales de 1941 hay noticias de varias matanzas en Bielorrusia, concretamente en la localidad de Tuchinka, donde a mediados de noviembre de 1941 6.624 judíos procedentes de Minsk fueron llevados en camiones a esta cercana aldea de la capital y fusilados por miembros de los Einsatzgruppen; unos días después, el 20 de noviembre, un siguiente grupo de más de 5.000 judíos los siguió hasta allí para ser asesinados del mismo modo.

A partir de 1941 y hasta la liberación de Bielorrusia por los soviéticos, en agosto de 1944, las matanzas se generalizaron por toda la región y en las mismas, junto a los alemanes, participaron voluntarios ucranianos, lituanos y letones enrolados en brigadas auxiliares de ayuda a las fuerzas ocupantes.

Recientemente, en un hecho bastante inusual donde el recuerdo de estos hechos no está tan presente como en otras partes del continente, fueron enterrados los restos de 1.214 judíos encontrados en la localidad de Brest, una de las ciudades más castigadas durante el Holocausto. «Brest fue una de las primeras ciudades de la Unión Soviética en ser atacada por las tropas de la Alemania nazi en julio de 1941. Al igual que en otras partes de Europa oriental, las autoridades nazis establecieron un gueto judío. Unas 28.000 personas se vieron confinadas allí hasta que fue destruido en octubre de 1942 cuando 17.000 residentes fueron sacados de la ciudad y ejecutados», explicaba una nota del diario El Universo al dar cuenta de este entierro masivo de judíos exterminados por los nazis.

Pese a todas estas matanzas sistemáticas y sin posibilidad casi alguna de escapatoria, hay que reseñar algunos elementos que dan motivos para la esperanza, como que Bielorrusia fue uno de los pocos lugares en que hubo resistencia contra el nazismo, tanto por parte de grupos judíos como locales e incluso algunos mixtos.

Uno de los grupos judíos de resistencia más conocido es el de Bielski, tal como lo relata la Enciclopedia del Holocausto del Museo Memorial de Washington en sus páginas, a las que cito literalmente: «El grupo partisano Bielski, que operó en Bielorrusia occidental entre 1942 y 1944, fue uno de los esfuerzos más significativos de la resistencia judía contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien los miembros de este grupo peleaban contra los alemanes y sus colaboradores, sus líderes priorizaban el brindar refugio seguro a los judíos, especialmente mujeres, niños y ancianos que lograban huir hacia los bosques. Bajo la protección del grupo Bielski, más de 1.200 judíos sobrevivieron a la guerra. Fue uno de los esfuerzos de rescate más exitosos durante el Holocausto».

Otro elemento esperanzador es que hay 641 bielorrusos que se encuentran entre los Justos entre las Naciones, es decir, personas que sin ser de confesión o ascendencia judía prestaron ayuda de manera altruista y singular a las víctimas, por su condición de judíos, durante la «solución final» puesta en Marcha por la Alemania nazi, un número muy superior al de otras partes de Europa y que revela que la sociedad bielorrusa, en general, no era tan antisemita como en otros países del continente.

Pese a todos estos elementos más o menos positivos reseñados, más de 800.000 judíos perecieron en el Holocausto, casi el 80% de la población hebrea que había en 1939 en territorio bielorruso y la vida de la comunidad judía  solamente recobró cierto brío tras la liberación soviética, habiendo sobrevivido la misma hasta la independencia del país en el año 1991. A datos del año 2019, los censos señalaban que había algo más de 13.000 hebreos en Bielorrusia sobre una población total que supera los nueve millones.

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