Boicot

Irán y el islamismo radical han declarado su propósito de destruir al Estado de Israel, por la única razón de ser un Estado judío. Esta es la expresión anunciada de la guerra de las civilizaciones, que también se ha expresado por los conflictos de comunidades islámicas radicales en varios países de Europa.

Irán ha movido a sus proxies y ataca a Israel desde su país, Líbano, Siria, Iraq, Yemen, la Autoridad Palestina y Gaza. Y todavía hay tontos que hablan de guerra asimétrica contra Israel.

Junto con Qatar, Arabia Saudita y la Autoridad Palestina, han avanzado en la islamización de Estados Unidos, donde a través de fondos generosos impulsan el estudio del Islam con un fuerte contenido anti judío y la creación y soporte de grupos políticos, los que armaron la toma de universidades supuestamente exigiendo un cese del fuego, que fue sistemáticamente rechazado por Hamas.

Uno de los brazos de esta estrategia ha sido el conocido como BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones) dirigido por el Comité Nacional Palestino de BDS. Su objetivo es debilitar económicamente a Israel y aislarlo internacionalmente; a las universidades tomadas les exigen que desinviertan en empresas que hacen negocios con Israel y han tenido relativo éxito en cancelar algunas actividades culturales y académicas de judíos israelíes y frenado la realización de algunas actividades culturales o artísticas en Israel.

Como todas las actividades de este proselitismo islámico radical, están muy lejos de considerar la promoción de la paz. Exigir el cese del fuego se pensaba para debilitar militar y políticamente a Israel, porque frenaba la meta israelí de destruir a Hamas, al que se concibe como un obstáculo para la paz.

Ya desde 2007, 300 presidentes de universidades denunciaba el boicot académico contra Israel, argumentando que un boicot académico sería “totalmente antitético a los valores fundamentales de la academia, donde no mantendremos el intercambio intelectual como rehén de los desacuerdos políticos del momento”. Argumento similar al que sostuvo una carta abierta de intelectuales mexicanos publicada recientemente en Excélsior.

El arte y la ciencia son un instrumento de acercamiento y entendimiento entre los pueblos y las creencias, con excepción de los islámicos que creen que el arte es diabólico y luchan contra la ciencia para preservar las “enseñanzas” proféticas que además se reescriben para sostener el terror, como hizo Osama Bin Laden para justificar la matanza masiva incluyendo a mujeres y niños.

El BDS llegó tarde y mal a México, primero fue el CIDE y le siguió el COLMEX que rompieron con universidades israelíes, bajo supuestos falaces y engañosos. Ahora el BDS promueve una carta para solidarizarse con el COLMEX, bajo la patraña de que Israel extermina a los palestinos. Bajo la “convivencia” con Israel los palestinos llegaron a 5 millones, aceptando sin conceder lo impreciso de las cifras de Hamas, en esta guerra han muerto 40,000 personas palestinas, cifra que no alcanza ni el 1% de la población palestina y cuya razón es que Hamas usa a los civiles, niños, enfermos, religiosos como escudo humano. Ni el exterminio ni el genocidio se ven fuera de la propaganda del islamismo radical.

Si las firmantes no se alarman con 100 misiles y más 400 drones rusos contra Ucrania en un solo día y en cambio vociferan contra Israel, sus “lamentos” son expresiones judeofobas.

¿Quién pierde con el BDS? Económicamente las ventas que Israel pierda en ciertos países los ganará en otros, pero ¿en la ciencia?
Trece israelíes han recibido el Premio Nobel, en química, economía, literatura y paz, llegando a más premios Nobel per cápita que Estados Unidos, Francia y Alemania. Los israelíes son una fracción de 1% de la población mundial.

4 árabes uno de Bangladesh y uno de Yemen han sido galardonados con el premio, ninguno por méritos científicos y varios en correspondencia con israelíes porque aportaron algo para la paz, como Sadat y Begin. Los musulmanes son 1,500 millones, el 22% de la población mundial. Esta cifra se puede refinar más.

En Israel se produce tecnología de vanguardia, procedimientos para salvar vidas y curar enfermedades como el cáncer, recientemente lograron un corazón impreso en 3D; en los países islámicos se produce tecnología para la muerte.

La “solidaridad” mexicana alrededor del BDS se asocia con países misóginos, totalitarios, en Irán se mata mujeres por no llevar el velo bien puesto y en esos países se asesina a los que tienen otra preferencia sexual y todo a partir de una lectura anacrónica del “anti-imperialismo” y con un contenido anti judío profundo.

Las firmantes de la carta no se conmueven con el sufrimiento de 16 millones de sirios ni con el genocidio de los uigures, pero claman contra el inexistente genocidio palestino.

Una sudafricana que visitó Israel, al ver que su chofer era árabe musulmán, que entraba libremente a zonas judías al igual que a zonas cristianas, dijo que Apartheid era el de Sudáfrica y los que acusan a Israel lo hacen de malas oídas y bien harían en visitar el país.

No hay porque amar a Israel, yo tengo en muy mala estima a su gobierno actual, pero alinearse con los que promueven el odio y la destrucción, implica ponerse en ese mismo terreno.