Celebrando la llegada de la primavera, dedico este cuento a mi hija Avivit -Primavertita- quien me dijo que si escribo un libro sobre un niño ciego…que se llama Brandy… Brandy no se que apellido, tendré un éxito mundial. Gracias a ella por su fe…por su luz hermosa que llena mis sentidos y mi vida.
Había una un niño llamado Brandy, “Brandy Coffeecup”.
Brandy era ciego, pero a diferencia de todos los ciegos tenia una particularidad, no tenía párpados.
Brandy percibía el mundo como una gran luz en el que en momentos se derivaban ciertos colores o figuras fulgurantes.
Brandy recordaba en lo especial la figura de una taza de café multicolor.
A los seis meses de edad, su madre quien siempre bebía café, lo amamantaba.
En una ocasión, por accidente, a la madre se le cayo el vaso de cartón en el que bebía el café matutino, pues la taza la había olvidado en el jardín junto a la terraza de flores que llevaba sembrando ya por el tiempo de vida de Brandy.
Al caer el vaso, se derramo un fuego blanco sobre los ojos de Brandy, desintegrando sus párpados y dejándolo ciego.
Por algún motivo Brandy recordaba la taza de café multicolor.
Desde que Brandy quedo ciego, la madre, Belinda, uso su taza de café para colocar una flor, como una maceta.
A esto se dedicaba Belinda, además de amamantar a Brandy.
Belinda, deprimida y en sus infinitos llantos desquiciantes trataba de dejar de pensar en el día en que quemo los ojos de Brandy. Había ocurrido en una madrugada en la que la calefacción estaba prendida y aparecía la luz matutina.
Desde entonces Belinda culposa dejo de beber café, pero se obsesiono comprando tazas de café a las que usaba como macetas para las flores.
Belinda se dedicaba a llorar, y a llevar a Brandy con doctores, oculistas y cirujanos.
Paradójicamente, cuando Brandy olía el olor del café, podía percibir figuras multicolores y placenteras.
Brandy sentía que la luz que veía venia del aire acondicionado y la calefacción, y llenaba todo el aire de luz hasta su mínimo detalle.
Brandy creció ciego hasta los nueve años, era un niño tímido y genio que se dedicaba a apreciar la literatura braille. Era feliz, amaba lo que sentía mediante la música, los olores de las flores y el café, y disfrutaba de sus sabores favoritos como los de la sandia, las fresas, y los plátanos en crema. Amaba el olor de la menta y el de los nuevos útiles para la escuela, y le producían un gran placer.
Se paraba horas frente a un espejo, y trataba de pensarse a si mismo.
A Brandy le interesaba la escuela, y recibía excelentes calificaciones.
Pronto comenzó a almacenar el mundo en su interior como en un libro de sentidos conectados. Por ejemplo, conectaba el relinche de los caballos con el sabor de la crema de chocolate, o el sonido de las olas del mar con el olor del pescado.
Aunque su olor favorito era sin duda el de las flores y el café.
Belinda lleno la terraza de tazas de café multicolores con flores, mientras se daba golpes en la frente y lloraba derramando lagrimas negras. No sabia cuan feliz era Brandy en su mundo, lo que era seguro es que ella era infeliz porque no lo comprendía.
Brandy podía escuchar a las flores, y oler las palabras. Aunque no comprendía lo que debatían, como si siempre hubiese tras la terraza una discusión.
Belinda siempre discutía consigo mismo mientras sembraba las flores, o mientras pintaba las tazas de café. También discutía con sus amigas, hermanas y tías en el teléfono.
Hasta que un día un cirujano arrojo luz cuando dijo que podría curar a Brandy.
La operación duro cuatro largas horas y fue un éxito. Finalmente, tras la inserción de párpados entre sus ojos y el mundo, Brandy abrió los ojos y pudo ver, pudo ver la realidad.
Belinda lloraba de felicidad, mientras que Brandy se acoplaba y aclimataba al mundo.
Belinda tomo todas las tazas multicolores de la terraza y las tiro a la basura, y se prometió no acercarse nunca más a una taza de café.
Brandy no comprendía la compleja realidad, y pronto se volvió infeliz. Dejo de tener buenas calificaciones, los niños se burlaban de el en la escuela, pues ahora ya no era especial.
En sus tiempos libres pensaba en las tazas multicolores y las flores, e incluso las dibujaba, pero estas ya no tenían sentido, ya no llenaban su mundo vacío, y eran mucho mas limitadas de lo que el pensaba. Brandy pensaba que el mundo tenia la forma de una taza multicolor, y al descubrir que era redondo se decepciono. También se decepciono, pues del aire acondicionado no salía luz sino aire vacío.
Muy pronto fue un niño infeliz y normal, y su percepción del infinito desapareció.
Brandy creció, entro a trabajar en una fábrica, en la que todo era ruido y obligaciones, todo tenia que ver con dinero, y nada tenia que ver con tazas multicolores y flores. Vivía una triste vereda de presiones, e ideas aceptables para el mundo pero inaceptables para el.
Hasta que encontró un libro. Se trataba de un libro cabalístico, sobre flores que discutían. Cada flor, todas con distintas formas y colores, reclamaba que ella era la más bella de todas, la que tenía el mejor aroma, la más colorida.
Brandy hace tiempo había comprendido que las flores no tenían tanta importancia, y así fue perdiendo sus talentos para percibir el mundo internamente, al adaptarse a la sociedad normal perdió sus aptitudes y su profundidad. Hasta que leyó este cuento cabalístico.
Se trataba de un jardín. Cada flor reclamaba ser la mejor, hasta que el personaje del cuento, un viejo en el jardín, comprendió que únicamente todas las flores juntas eran bellas y producían un olor armónico, lo que no sucedía cuando estaban separadas y discutían.
Brandy, ya adulto, comprendió que al ver la parte corporal del mundo, comenzó a ver las divisiones, las separaciones, los espacios vacíos entre los objetos, las personas, todo, lo que provocaba discusiones rítmicas. No eran párpados lo que le había hecho falta, sino su aceptación del amor mundial, la fusión de la vida y la muerte, lo corporal y lo espiritual, lo terrenal y lo celestial, en un solo armónico. Si el cambiaba por dentro, también podría cambiar las cosas por fuera.
Con ayuda de otras personas, con las que se fue conectando poco a poco, fue cambiando, hasta cambiar su realidad exterior.
Brandy, a los veintiséis años de edad, decidió invertir todo su dinero en una florería.
Al estar rodeado de flores todo el día, recupero su felicidad, y comenzó a conectar todos los puntos, sonidos, olores, sabores y texturas del mundo en una sola cosa. Comprendió que todo el mundo era un racimo de flores, y que Galileo Galilei se equivocaba en una cosa, el mundo no es redondo, sino hasta que nos conectamos y cerramos círculos. Lo que importa no es la vasija, la taza, sino lo que pones en ella, las flores, que son una metáfora del mundo y la luz infinita.
Brandy finalmente era feliz, y especialmente cuando cerraba los ojos y sentía una gran luz, una gran conexión.
Además de vender flores, Brandy regalaba racimos de flores a quienes las necesitaban.
Brandy había pensado que el era especial, y los demás no lo eran tanto como el, hasta que comprendió que únicamente todos juntos hacían que cada uno tuviera algo de especial. Únicamente todos juntos tenían algo de especial. Y cuando la humanidad cerraba los ojos, podían sentir lo que el había sentido.
Brandy era feliz en su florería, y se cambio su apellido a Brandy Light.
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