¿Brecha generacional?

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He vivido, plenamente, setenta y tres años de una vida plena de alegrías y, por qué no decirlo, cierto grado de confusión y sorpresas, algunas gratas y otras no tanto.

El escribidor prefiere ver la vida por el parabrisas, no por el retrovisor, mas de cuando en vez le es útil echar una mirada hacia atrás pensando que el camino andado le sirve para no cometer las mismas equivocaciones. Mas, inspirado en Borges, si volviera a vivir…

¡Tantas fallas y tan pocos aciertos! El consuelo es que, como buen jugador de fútbol, ha tirado a gol miles de veces y en algunas ha podido anotar uno que otro tanto, y en este juego no ha estado solo. Los equipos a los que ha pertenecido han sólidos, competitivos unos, no muy exitosos otros, pero siempre estuvo en la alineación. (Saludos, Marquitos).


Hubo en su carrera conjuntos exigentes, competitivos, y en todos ellos encontró un denominador común: el orgullo de pertenecer y participar.

La pregunta cae sola: ¿Cuál equipo es que mayores satisfacciones te ha dado?

Bueno, vamos dividiendo las categorías, conforme a la edad y el tiempo. La vida, como el deporte, se desarrolla por niveles, por divisiones. Las fotografías no te dejan mentir. Los jugadores tampoco. Algunos de estos han sido compañeros desde siempre, otros han ido llegando y se han ido.

¿Satisfacciones? En todos los conjuntos, en unos más que otros, pero también las decepciones han marcado sus huellas.

Los trofeos conseguidos están en burdas cajas de cartón, acumulando polvo, pero su efecto está en la mente, en el corazón, y se guardan con cariño y cuidado, para que las nuevas generaciones no los alteren ni los desprecien.

¿Y los equipos nuevos, con sus jóvenes jugadores?

Los observas. Tienen una actitud de mayor confianza en sí mismos, mejores recursos, mayor técnica, mejor físico inclusive.

¿Será eso lo que queremos definir como brecha generacional? ¿Ellos aprendieron y se desarrollaron solos? ¿Acaso tu trabajo y desvelos no sirvieron de nada? ¿Los entrenaste y capacitaste para su beneficio o para jactarte de tu intervención en sus vidas?

Las reglas del juego siguen siendo las mismas de siempre. Entonces:¿Por qué quieren hacerlas variar o no cumplir con ellas? ¿Será que es un juego nuevo o diferente? Si el árbitro es el mismo o alguno de la misma escuela,¿Por qué no le tienen el mismo respeto que le otorgamos los anteriores jugadores, los veteranos o los retirados de hoy?

¿De dónde la soberbia que notamos incluso en las fuerzas infantiles?

Los “idolos” de antaño, de carne y hueso, gente de todos los días, casi inocentes, son iconos que hoy no tienen nada que ver con los actuales.

Los paradigmas han cambiado, lo mismo que las supuestas conductas ejemplares. Las representaciones de valor moral y económico han variado.

¿Serán estas algunas de las razones de mi desconcierto?

Mas el escribidor no se confunde. Sabe que “los tiempos han cambiado”. La bondad está presente en todas sus reacciones con respecto a lo nuevos equipos, mas no puede desentenderse de la realidad.

Necio, el veterano jugador insiste en asistir, involucrarse en el juego del equipo joven. Quiere hacer sentir su presencia y animarlo. Desea que el resultado le favorezca. Sufre el transcurso, el agobio, la emoción. Al término del encuentro no hay celebración, no se comparte. Lo único que queda es que estuvo ahí.

Habrá otros juegos, otros contrarios para el equipo joven. Tiene mucho tiempo por delante para esos futuros enfrentamientos. ¿Estará bien acondicionado? Le di todo lo que mejor pude. ¿Será suficiente?

El tiempo ( y la edad) permite que el escribidor vea la otra generación. Ya son tres, y se extasia con los nuevecitos, las futuras estrellas de la vida.

¿Qué papel les corresponderá a éstos? ¿Será la soberbia de sus jóvenes padres la rectora de su comportamiento? ¿Cuáles serán sus angustias y cuáles sus alegrías? Me prometo que no será el sentimiento de desquite el que invada los planes futuros. Si las monedas que recibí no fueron suficientes, anhelo que los que siguen no lleguen por la misma vereda.

Pero si yo no dejé a mis hijos transitar sin mi presencia, ¿ porqué ellos permiten a los suyos hacerlo? ¿Sus asuntos personales son más relevantes que lo que fueron los míos? ¿Acaso su equipo era más importante que el de sus chiquillos?

“No, viejo, lo que pasa es que tú perteneces a otro mundo, añejo, a otro concepto de vida que hoy ya no tiene vigencia”.

¿No tiene vigencia? ¡Qué va! Si lo que hoy te precias de tener es lo que construyó mi equipo. Tu bagaje lo fabricamos todos nosotros.

“Puede ser, pero yo debo de construir una torre propia con mi capacidad individual”.

¿ Y qué de los principios, del fundamento, de las enseñanzas? ¿Esos ya no funcionan? ¿Estás tan embebido en la influencia supuestamente modernista que no puedes ver tus raíces?

“No, viejo. Lo que a tu equipo daba cohesión ya no sirve para el mío, ni mucho menos para mis muchachitos”.

El escribidor voltea la mirada hacia la pared, sus amarillentos diplomas, los borrosos testimonios de pasado, y piensa: ‘No hice lo suficiente’.

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

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