Fue un sábado por la tarde cuando recogí mi coche del taller; ya estaba retrazado para llegar a una comida ese día.
Manejaba yo con cierta prisa; de pronto y ya para llegar, oigo la voz de una patrulla que me indica que me orille a la banqueta.
Sorprendido bajo de mi auto.
- Dígame oficial
- Su auto hoy no circula
- Puedo circular dos sábados del mes.
- Pues se equivoco porque este sábado no le toca.
Me hizo ver mi error y lo entendí.
- Caray oficial me equivoque no lo hice de mala fe.
- Pues lo siento mucho, me va Ud. a acompañar al corralón.
- Caray oficial, tengo una cita importante en unos minutos ayúdeme y no me porto mal $
- Estaciónese bien y veremos.
Delante de mí estaban alineados varios cajones de estacionamiento y un parquímetro, me estacioné bien.
Al acercarme nuevamente a la patrulla, el oficial hablaba delante de mí con su celular:
- Mándeme una grúa se trata de un auto Honda; en que tiempo estarán aquí… Diez minutos los espero.
Para este entonces el oficial empezó a hacerme las cuentas que iba yo a tener que pagar, además la grúa.
La cifra ya casi era astronómica…
- Ayúdeme oficial se trata de un error de buena fe.
- Esa ayuda ¿de cuanto sería?
- No traigo más que doscientos pesos.
- ¿Doscientos pesos? soltó una sonora carcajada, imposible señor.
- Vamos a esperar a la grúa, me dijo.
No me pregunten como, el caso es que lo pensé así y se lo dije al oficial:
- Mi carro está bien estacionado, y Ud. dirá lo que quiera pero yo no me he movido de aquí, así que adiós ya me voy, cerré el coche y empecé a caminar.
- Esta bien déme los doscientos pesos.
- Fíjese que la oferta acaba de bajar de precio y ahora vale cien pesos.
La patrulla y el oficial rodaban a un costado de la banqueta junto a mi…
- Bueno esta bien déme los cien pesos.
Se los di y cada uno siguió por su lado.
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