¿Caerá o no Bashar al-Assad?

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Por primera vez el gobierno ruso ha aceptado, por boca de uno de sus más altos funcionarios del servicio exterior, que es posible que el régimen de Bashar al-Assad caiga, reconociendo así los avances conseguidos por la oposición tanto en el terreno de la guerra, como en cuanto a reconocimiento internacional. El que el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Mijail Bogdanov, se expresara así refleja sin duda que la situación de Al-Assad ha ido empeorando aunque ello no significa necesariamente que el final de esta historia esté a la vuelta de la esquina. En el contexto de la llamada Primavera Árabe, el caso sirio ha roto todos los récords en resistencia ante la oposición popular y también en crueldad e inclemencia para reprimirla. Se habla ya de entre 40 mil y 60 mil muertos y de ciudades y aldeas arrasadas hasta sus cimientos a lo largo de los 21 meses que lleva el levantamiento. Así que una pregunta pertinente es ¿qué características posee el régimen de Al-Assad para aguantar por tanto tiempo una insurrección popular como la que se ha registrado?

Los especialistas en Siria señalan en primer lugar al férreo sistema de dominación creado por el padre de Bashar, Haffez al-Assad, sistema basado en una estrecha alianza entre la familia Al-Assad, las fuerzas militares y de seguridad, la minoría alawita y el partido Baath. Todos estos factores, altamente dependientes unos de los otros, representaron un blindaje extraordinario para hacer frente al descontento popular. A diferencia de los casos de Túnez, Egipto, Libia y Yemen, la alta oficialidad militar siria sigue estando firme en la defensa del régimen porque sabe que sus privilegios e incluso su sobrevivencia física dependen de que Al-Assad se mantenga en el poder. Podrá haber habido defecciones de militares de rango medio y bajo, lo mismo que de algunos funcionarios gubernamentales importantes, pero en el balance total, ninguna de las fuerzas especiales dominadas por los alawitas ha desertado. Saben que la caída del régimen significaría quedar no sólo desamparados y desprovistos de poder político y privilegios, sino también con alto riesgo de ser víctimas del justificado revanchismo de las masas. De tal suerte que siguen empeñados en mantener la lucha indefinidamente y a cualquier costo. No en balde en las últimas semanas el tema de las armas químicas que posee Siria y que presuntamente se han empezado a movilizar ha causado gran preocupación puesto que se sabe que el régimen de Al-Assad y quienes se benefician de él serían capaces de recurrir a este instrumento extremo para sobrevivir.


Es por ello que no hay que poner muchas esperanzas en las últimas declaraciones rusas que coinciden con la visión del secretario general de la OTAN, Anders Rasmussen, quien acaba de externar su convicción de que el régimen de Siria está a punto de derrumbarse y que sólo es cuestión de tiempo. Porque a pesar de los avances militares y políticos de la oposición, lo mismo que de las negociaciones en curso entre Washington y Moscú para encontrar una salida a la crisis, esta salida es aún incierta. Todavía le quedan a Al-Assad varias cartas que jugar, entre ellas continuar inclementemente con la represión, seguir recibiendo de su leal aliado iraní apoyo militar y logístico, y sacar provecho de las escaramuzas fronterizas con su vecino turco para distraer la atención y mantener cohesionados a sus aparatos militar y de seguridad. No cabe duda que de entre los países sometidos a la experiencia de la Primavera Árabe, el régimen sirio ha sido el más resistente y el más organizadamente cruel para conservar el poder en sus manos.

El saldo que finalmente dejará este cataclismo, cuando termine, será así uno de los más penosos por la magnitud y barbarie de las masacres realizadas a manos de una sólida camarilla aferrada al poder de manera demencial.

* Artículo publicado en la columna “Catalejo” en Excelsior el 17 de diciembre, 2012.

Acerca de Esther Shabot Askenazi

Licenciada en Sociología egresada de la UNAM (1980), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana. (1982-1985) Fue docente en la ENEP Acatlán, UNAM durante 10 años (1984-1994). Actualmente es profesora en diversas instituciones educativas privadas, judías y no judías.De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional" tratando asuntos del Oriente Medio.Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales.Es comentarista sobre asuntos del Medio Oriente en medios de comunicación electrónica.Publicaciones:"Los orígenes del sindicalismo ferrocarrilero". Ediciones El Caballito S.A., México, 1982.En coautoría con Golde Cukier, "Panorama del Medio Oriente Contemporáneo". Editorial Nugali, México, 1988.Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental "Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo XX" publicado por la UNAM, Tribuna Israelita y Multibanco Mercantil, México, 1992.Coautora de "Humanismo y cultura judía". Editado por UNAM y Tribuna Israelita. José Gordon, coordinador. México, 1999.Coordinadora editorial de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México. Ed. Memoria y Tolerancia, México, 2002.Redactora de la entrada sobre "Antisemitismo en México" en Antisemitism: A Historical Encyclopedia of Prejudice and Persecution". Ed. ABC CLIO, Chicago University, 2005."Presencia judía en Iberoamérica", en El judaísmo en Iberoamérica. Edición de Reyes Mate y Ricardo Forster. EIR 06 Enciclopedia Iberoamericana de Religiones. Editorial Trotta. , Madrid, 2007.Artículos diversos en revistas de circulación nacional e internacional.

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