En el centro cerca de Bellas Artes hay un callejón, se entra sobre avenida Hidalgo, frente la Alameda, los olores evocadores, del placer de algunos, y un asco personal de la emotividad de la mota más aun cuando llueve, saliendo del metro, al fondo un mercado, con pequeños comedores populares así como pequeños restaurantes, algunos muy ricos y de buena calidad.
De día y hasta cerrar el propio, cerca de las siete, se venden DVD, música, ropa, celulares, computadoras, y por supuesto bebidas no alcohólicas, tacos, tortas, que a buen precio pueden sasear el hambre de más de uno.
Al caer la tarde, la sopa sale, el puesto de revistas sigue abierto hasta las 8 o 9 pm, otros ponen películas hasta 10 u 11 por placer propio, la sopa del domino, las cajas y botes se tornan en mesas y sillas, donde el dañino tabaco se comparte entre muchos de los vendedores locales y otros que en carritos venden, a ratos llega el merenguero que debes en debes como antes se juega su cargamento.
El florido lenguaje, los humores de pesadas palabras y emociones denotan una amistad que eso si pierdes pagas, la lluvia no impide, van a pequeños toldos, una papelería con tres computadoras con internet se tornan en club social y centro de estudio.
Al salir sobre Hidalgo, otros puestos películas, trenzas, pipas y teléfonos públicos, añoranza para algunos de la antigua alameda de hace no ms de dos años donde para bien o para mal se conseguía de casi todo, sin ese molesto espacio bardado vacío cerca de la francesa estación de Bellas Artes.
Dicen que en la noche la carroza de la muerte pasa por la madrugada ello no me consta ya que siempre me voy antes que el metro pase por última vez, mientras a la vuelta una pequeña panadería ofrece un rico producto a buen precio a lado la infaltable tienda con leche, jugos, panes, papitas y refrescos.
leitraot
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