El lema político “Cambio con rumbo” está bien ideado ¡Felicitaciones al creador! Sin embargo, le falta el ingrediente principal ¿cómo lograrlo? La condición necesaria se encuentra más que probada en la investigación (veaseJared Diamond o Robert Cooter) y en la praxis política (revísese la historia: Deng Xiaoping). Se requieren, de inicio, tres cosas para que un país logre efectivamente tener un cambio con rumbo y no un cambio vs. rumbo.
- Ideas. No hay cambio con rumbo sin ideas. Y no me refiero a promover ideas “per sé”, sino a detonar ideas innovadoras que induzcan a la competencia y a la argumentación de las mismas.
- Riesgo: Las ideas que no llevan a la acción son rumbos ilusorios y por ello se requiere de riesgo. Se requiere capital de riesgo que apueste en las ideas, capital que se traduzca en proyectos e iniciativas. Se requiere de emprendedores amantes del riesgo que basen en buenas ideas.
- Estado de derecho: Para que el capital de riesgo, conjugado con una buena idea, rinda frutos a largo plazo, se requiere deconfianza. Para ello, el rumbo de un país debe sustentarse en un ambiente de certidumbre jurídica y en un estado de derecho eficaz. Un país en donde los contratos se cumplan, los derechos de propiedad se respeten y donde la justicia sea pronta y expedita detona un cambio con rumbo.
Expliquemos el secreto del cambio con rumbo con peras y manzanas. Si yo tengo una manzana y la intercambio por una pera, en el mercado habrán solamente dos bienes: una pera y una manzana. Si un día decidimos comernos nuestras respectivas frutas, el mercado se quedará sin peras y sin manzanas, sin nada. También cabe la posibilidad de que las frutas se maduren y terminen pudriéndose, perdiendo su vigencia en el mercado y que éste se quede sin bienes.
Por otro lado, si yo tengo una idea y la intercambio por otra idea, en el mercado habrán dos ideas para cada quien. Cuatro ideas en total. En suma: El dinero no produce dinero. Las ideas producen dinero.
Hemos perdido mucho tiempo ocupándonos en lo que “queremos llegar a ser”. El problema no es lo que queremos llegar a ser, sino lo que hacemos. Cambio es la constante. Rumbo es el faltante.
La verdadera revolución y apoderamiento ciudadano comienza en nuestras mentes. En nuestras actitudes. En un nuevo código cultural que genere mentes innovadoras, emprendedoras, críticas, analíticas, inquisidoras. Mentes ideastas que nutran a nuestra sociedad de inventiva y creatividad. No necesitamos mentes que memoricen, que repitan, que esperen. Exigimos modernidad, para ello, invertir en un plan visionario en ciencia, tecnología, educación y cultura es condición necesaria del país que requerimos.
Por ello, la máxima de Deng Xiaoping, que dio resultados, fue la de adaptar (no adoptar) las mejores ideas del mundo e innovar sobre las mismas.
En el ring: O invertimos exponencialmente en ideas, ciencia e inventiva, o nos quedamos con un hermoso slogan viciado por un cambio con rumbo ausente.
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