Cantinflas, los judíos y el Metropolitan

En estos días se están conmemorando en Mé­xico los 100 años del natalicio de Mario Mo­re­no “Cantinflas”. Es de re­saltar el enfrentamiento que hay entre sus here­de­ros, los hijos y un so­brino, por los derechos de sus fil­mes. Quisiera ha­cer­les co­no­cer una rela­ción que tu­vo Cantinflas con un ma­tri­monio judío en Mé­xico. He aquí la his­toria.

Todos se preguntarán qué pueden tener en co­mún Cantinflas y el Metro­po­litan Museum de Nueva York. Hasta el día 5 de ma­yo de 1998 nadie podría imaginar que sí hay una buena relación entre dos cosas tan dis­pa­res como son las películas de Cantinflas y el “Met”. En la fecha citada se hizo efectiva la do­na­ción de la fabulosa colección de Jacques y Na­tasha Ghelman , valorada en 300 millones de dólares, que consta de 85 obras maestras de la Escuela Europea de París, a su sección del siglo XX. Natasha Ghelman falleció en Cuer­navaca (México) el 2 de mayo, a los 86 años, y especificó en su testamento que las obras debían conservarse y ser expuestas co­mo una misma colección y no quedar integradas al res­­to de las obras del museo. Según el director del mu­­seo, Philippe de Monte­be­­llo, “este donativo trans­for­­­ma exponen­cialmen­te nues­tra colección de arte del siglo XX, en su período más clásico. Es un grupo de obras sensacional, que el museo soñaba te­ner des­de que expuso una parte en 1989”. La fabulosa colección Ghel­man incluye catorce obras de Picasso, nue­ve de Miró, nueve de Matisse, cinco de Bo­nnard, cuatro de Bra­que, tres de Léger, un nú­mero similar de cuadros de Gris y Tanguy, dos de Balthus, otras dos de Vlaminck, junto a otras de Dalí, Degas, Renoir, Mondrian y Ba­­con. Entre los mejores óleos reunidos por los Ghelman figura también La acomo­da­ción de los deseos, de Salvador Dalí. Jacques y Natasha se casaron en 1941 y for­maron una sociedad llamada Posa Films con su artista exclusivo, Mario Moreno “Can­tin­flas”, para producir las películas cuyo éxi­to mundial los convertiría a todos en mul­ti­mi­llonarios. Así, a lo largo de cincuenta años lo­graron reunir una colección de la Escuela de París que dejó asombrada a la ciudad de Nue­va York.