Carta a mi hijo paracaidista

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Querido Shajar:

Te escribo mientras millones de personas corren entre sirenas y misiles hacia los refugios, y miles no pueden salir de los refugios, como los abuelos Maty y Haim en kibutz Nahal Oz. Sé que estas por algún lugar del sur, no muy lejos de Gaza y, como todo el país, esperando que los políticos decidan si el ejercito entrara o no a Gaza. En estos momentos quiero decirte que no solo estamos en casa muy orgullosos de ti, sino que sepas que estas en el lugar correcto y haciendo lo correcto en el momento correcto, por peligroso que sea. No solo tus compañeros de unidad, sino todo un país está allí, ricos y pobres, arquitectos y camioneros, gente de ciudad y de kibutz, laicos y religiosos. Claro que hay chicos que no se ¨voluntarizaron¨ al comando de paracaidistas, ni a una unidad combatiente, ni a unidad alguna. Esto siempre existió, desde 1948 hasta hoy, y seguirá existiendo. Quien no le molesta que el hijo del vecino se exponga para que él y su familia sigan sus vidas, rutinas, estudios y trabajos, pues que sean felices así. No quiero juzgarlos ni atacarlos, aprendí que en la vida muchos hacen lo que pueden y no lo que quieren, y que en la vida toda actitud y decisión tiene un precio, aunque el pagare llegue más adelante. Quiero decirte que los muchos puestos y funciones que la vida nos depara, algunos nos son impuestos y otros es una elección, pero de todas las elecciones, ser un defensor de la comunidad y velar por el sueño de ancianos, mujeres y niños, lo que se llama ¨Shomer Israel¨, -guardián de tu pueblo- es un privilegio y un derecho, y no hay superior a él desde el punto de vista ético. Ser maestra es importante y ser bombero es imprescindible, pero cuidar tu pueblo aunque nos vaya la vida en ello, es un privilegio. Conocí gente que me dijo que era una irresponsabilidad criar hijos aquí y que se jueguen la vida, y de hecho viven hoy en alguna diáspora, pero nosotros no somos ni militaristas ni irresponsables: exactamente lo contrario. Tenemos hoy un enemigo que no es el pueblo palestino sino la tiranía dictatorial del Hamas, organización que educa en el odio y en la cultura de la muerte. Por paradójico que se escuche nosotros solo matamos cuando no hay remedio, y para salvar vidas. Que digan los cretinos, cínicos y antisemitas modernos lo que les plazca: el pueblo de Israel y sus valores éticos y morales siempre fue el enemigo de dictaduras, tiranías, y enemigos de la libertad, desde el imperio faraónico o romano, a la Inquisición y los nazis. Que falsifiquen fotos y magnifiquen tragedias, la Historia y la verdad son nuestros aliados.


Hace medio año enterraste a tu abuela, y fuiste testigo de lo que su infancia en el Holocausto hizo de ella, de su vida, de su cuerpo, de sus sueños. Pero aun hacia el final, ya demente y con la mitad de su tamaño pues paso sucesivas amputaciones, en medio de dolores indecibles y quejas en varios idiomas, en un instante de lucidez, se ponía a cantar. Luego los dolores la devolvían a su terrible presente, pero ¿Por qué cantar en ese estado? Porque ese instante de lucidez percibía que aun estaba con vida, y la Vida, con todos sus sufrimientos terrenales posibles, es un regalo y es un milagro sin igual; si algo sagrado sobre esta tierra es la Vida. Ese es el legado de tu abuela Mania (z”l) pero es el legado de este pueblo. Quien salva una vida, salva al mundo entero, al universo. Ellos celebran la muerte y nosotros la vida, aunque tengamos que matar y morir a veces por ella.

Por ello las ideologías están aquí un poco de más. Ni discursos inflamados ni demagogia patriótica: aquí una disputa entre dos concepciones del mundo.

Una reverencia la Vida, y otra celebra la muerte, empezando por la muerte del individuo. Todos piensan igual, odian igual, y se inmolan gustosos (o sus familiares) porque un tenebroso Dios así lo quiere, o al menos ese es el discurso de los lideres

(Que dicho sea de paso mandan a los demás a morir, ellos siempre están muy seguros y escondidos, lo que también dice algo de esta ideología).

Te envío mi más fuerte abrazo, sé que hay momentos de angustia y desesperación, de imágenes imposibles y tragedias que nos toca vivir a veces, pero ese es el Destino de un “Shomer Israel”, y además de noble, esta es una tradición de tu familia por generaciones. Invoco lo mejor para ti y tus camaradas, jóvenes combatientes, “la sal de la Tierra”, de esta Tierra y este pueblo, y que todos los soldados retornen a sus casas y a sus familias sanos y salvos. Un pueblo entero los mira, y los admira. Un pueblo y un país anhelan salir de los refugios y celebrar la Vida.

Tu padre

Ricardo Lapin

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