Mi nada estimado Trump:
Acabas de cumplir otra de tus promesas de campaña. Un compromiso que, por el lado que le busques fue cien por ciento injusto.
Una promesa de campaña que dedicas a los ignorantes de Iowa, Wisconsin, Idaho, Texas, Louisiana y anexas.
Estados bicicleteros que no saben —al igual que tú— si Paraguay es capital de Uruguay o Austria de Australia.
Es más, les vale madres.
Para mis lectores que no estén enterados de esta ley llamada DACA, se las explicaré en unos cuantos renglones:
En primer lugar, el principal y único objetivo para derogarla es darle en la madre a Obama.
Es tal tu odio hacia Barack que si no pudiste revocar el Obamacare, mínimo anulaste ésta.
No porque beneficie a los gringos, sino para que el pueblo ignorante americano vea que eres un líder carismático que cumple sus promesas de campaña.
En segundo lugar, le quitas el derecho a 800 mil jóvenes adultos de estudiar y progresar en el país que los vio crecer —aunque sus padres hayan llegado de ilegales hace más de 15 años—.
En tercer lugar, deportarlos a sus lugares de origen, que estoy seguro de que ni siquiera conocen, y ni siquiera hablan bien el español. Ésa es la esencia de la derogación de la ley DACA.
Pero… como crees que tú eres un ser humanitario, y no quieres que digan que eres un inhumano, obviamente le pasas la papa caliente a los senadores y a los de la Cámara baja para que ellos decidan en estos seis meses cómo crear una ley que proteja a estos jóvenes.
Clásico plan con maña. Tú me preguntarás por qué.
La respuesta es muy fácil: Estarás obligando a los republicanos a que aprueben en su presupuesto anual el costo de tu pinche pared.
Los demócratas, que son minoría, tendrán que avalarla para que ustedes también admitan la nueva ley DACA para beneficio de estas 800 mil personas.
Y ésa es la política a final de cuentas.
Toma y daca. Toma y daca… ¡Qué asco!
Y no me refiero nada más a ti, Donald, sino también a todos los políticos en el mundo.
Los intereses de partido se privilegian antes de los beneficios a la sociedad.
Son una pena.
Pero, en fin, qué le vamos a hacer.
Tú cumples tu palabra y jodes a los demás.
Independientemente de que Nueva York y otros estados te van a demandar y no lo van a permitir.
Donald: En siete meses llevas más errores que un burro en secundaria…
¡Y los que te faltan!
Pobres gringos.
¡Qué pena me dan!
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