Querida hermana:
Estoy muy impresionado con lo rápido que pasa el tiempo. Nuevamente llegas a México acompañando a Su Santidad Francisco.
Sí, mi querida hermana, tu séptimo viaje a tu país acompañando a un Papa.
Todo un récord. Todavía me acuerdo del primer viaje. Me acuerdo de que el 26 de enero de 1979, cuando llegaste acompañando a Juan Pablo II, ese día tembló como a las seis de la mañana.
Fue un temblor bastante fuerte que asustó a toda la ciudad. ¿Por qué me acuerdo tan bien?
Porque en ese día Cynthia estaba en la sala de labor esperando a Mark. Sí, hermana, el mismo día en que nació tu sobrino Mark.
Y cuando esa tarde regresé al hospital con Gary para que conociera a su hermanito, unas 10 enfermeras estaban esperándome afuera del cuarto de Cynthia para preguntarme si ibas a venir al hospital.
Era tal emoción de la visita papal que hasta a ti te querían saludar. Cuando les dije que no creía que ibas a venir por falta de tiempo, se medio frustraron.
Y hoy —siete viajes y 37 años después— sigues experimentando esa emoción que muy pocos seres humanos pueden disfrutar.
Yo creo que eres muy afortunada y gracias al talento que has demostrado lo vuelves a repetir.
Y para variar y no perder la costumbre, querida hermanita, en este viaje tampoco será posible verte.
(Ya me acostumbré)… Sin embargo, el motivo de esta carta no es hacer remembranzas de tus viajes, sino de platicar contigo de la significación de esta visita.
Vi tu entrevista en la televisión con el Papa.
Me gustaron mucho su candidez y su inteligencia.
Tiene muy claros sus principios y sus objetivos.
Como buen jesuita, es una persona muy orientada a reformar y modernizar su Iglesia.
Y creo que cuando se despida de nosotros nos va a dejar una serie de mensajes muy importantes. No solamente para nosotros los mexicanos, sino para todo el mundo. Habrá que estar muy atentos a todos sus mensajes.
También lo que me han gustado mucho son el itinerario y actividades que tendrá en México. Su visita a lugares no comunes, su deseo de convivir con las personas menos afortunadas y sobre todo levantarle el ánimo a un México muy golpeado harán de un viaje inolvidable.
Estoy seguro, querida hermana que este viaje te va a marcar mucho. Lo que también me queda claro es la joda que te vas a llevar. Mucho trabajo y muy pocas horas para dormir.
Igual que Francisco… Salúdame a Su Santidad y por favor exprésale el beneplácito de la comunidad judeo-mexicana por su visita.
Y aunque yo no tengo nada que ver con los dirigentes comunitarios, leí antier sus declaraciones en La Razón y te las quiero reafirmar. En fin, querida hermanita, bienvenida a tu México lindo y querido.
Bienvenida a tu séptimo viaje. Y bienvenido el Papa a su casa. Te deseo un gran viaje, que te deje muchas experiencias para que en un futuro nos deleites con estas historias en otro libro.
Mano, Bibi, Cynthia y todos te mandamos muchos besos.
Nos veremos en marzo. Mil besos.
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