La buena comida es arte que se come a bocados. Cada platillo es un lienzo único en el que el chef Walter D’Amico plasma los sabores de su natal Italia, en ellos, cobran vida los recuerdos de los sabores de su infancia y que ahora nos comparte con su toque especial.
Esa es la magia del magnífico restaurante Casa D’Amico, donde la gastronomía no se ve como una necesidad sino como un remanso para el espíritu, y como un momento especial para compartir una buena plática, una buena copa y una excelente compañía, dejándose envolver por una explosión de sensaciones que abarcan cada uno de nuestros sentidos.
Además, cuando el chef nos sirve sus creaciones, en realidad nos está repartiendo un trocito de su amor por la cocina, de su amor por Italia, y de su amor por las expresiones de felicidad de cada uno de sus comensales. Tal vez este sea el secreto más valioso del chef, darle un alma propia a las recetas para que adquieran un sabor incomparable.
El chef Walter y su hijo Gianmarco acondicionaron una bella casona de 1940 justo en el corazón de Polanco, adaptando sus acabados elegantes con su toque decorativo muy especial. Para complementar el ambiente, el restaurante también es un recinto para las artes, donde diversos artistas exponen sus obras y embellecen la visita de los comensales, quienes tienen la oportunidad de llevárselas a casa.
Es así como podemos disfrutar de la enigmática exposición Dreamland, de Deby y Melanie Beard, quienes usando una técnica mixta a cuatro manos crearon cuadros llenos de movimiento, colores, formas y emotividad. Además de escritoras y viajeras incansables, madre e hija llenaron de colores los dos pisos y los salones de Casa D’Amico. Mientras se disfruta de una deliciosa comida o de una copa en la terraza Enzo, los sentidos se inundan de sensaciones.
El chef Walter ha creado el menú de la casa, con propuestas que se traducen en experiencias culinarias únicas e irrepetibles, incluso logrando fusionar la comida tradicional italiana con ingredientes mexicanos. A esta gastronomía fabulosa se une la pasión por el servicio de Gianmarco, quien convive con los comensales para encargarse de que el placer de la experiencia perdure incluso después de retirarse.
Así es como saboreamos la pizza del chef, terminada en mesa por el mismísimo Chef Walter D’Amico, elaborada con pomodoro fresco recién rostizado, queso burrata, prosciutto, albahaca y aceite de oliva. Los sabores del Mediterráneo se hacen presentes en los camarones a la plancha flameados en mesa con sambuca acompañados de un timbal de queso ricotta, chocolate y reducción de vinagre balsámico. Para cerrar la experiencia, nos espera el postre de la casa, una rica Pannacotta de crema y vainilla servido con una compota tibia de frutos del bosque.
Entre comida deliciosa, un ambiente vibrante, sonrisas y excelentes vinos, la comida italiana de Casa D’Amico nos transporta a un mundo donde el acto de comer se transforma en la excusa para reunirnos con los amigos, y para compartir el amor más grande: el amor a la comida.
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