En el siglo XVI los primeros exploradores españoles se aventuraron hacia el norte, descubriendo las tierras y sus riquezas. Sin saberlo, su llegada a Coahuila significa el encuentro de un tesoro inesperado, uno que no era de oro ni de plata, pero sí exquisito, y que siglos después sigue maravillándome con sus frutos.
El Valle de Parras se encuentra en una región de clima semidesértico, y que después de su accidental descubrimiento, se ha convertido en una de las regiones productoras de vino más prolíficas del país. Al percibirse de la presencia de manantiales de agua, los jesuitas establecieron en este lugar la Misión de Santa María de las Parras, llamada así por las vides silvestres que crecían en la región.
El agua que llega de los manantiales de la Sierra Madre Oriental y su microclima templado fueron y siguen siendo, el mejor nido donde retoñan las vides silvestres, con las que los jesuitas elaboraron el primer vino americano. Fue en 1597 cuando Don Lorenzo García fundó la Hacienda San Lorenzo, con merced del rey Felipe II de España, quien estampó su sello en el Libro de Las Mercedes, permitiéndole a Casa Madero ser el primer productor de uvas para la elaboración de vino y brandy en América.
Así nació Casa Madero, un auténtico oasis en el desierto que nos sigue deslumbrando con la rica producción de los vinos más antiguos de todo el continente, los primeros vinos mexicanos, y los más galardonados en el extranjero, y que actualmente es dirigida y administrada por los hermanos Daniel y Brandon Milmo.
El casco de la hacienda se mantiene intacto, testigo de historias fantásticas que reciben a los huéspedes que se hospedan en sus instalaciones. Manteniendo intacta su pasión por la calidad y honrando el pasado tan único que tiene, la producción de sus vinos ha incorporado nuevas tecnologías en los métodos de producción, que los han hecho ganar gran cantidad de medallas internacionales
El vino Rosado elaborado con Syrah, con su nivel aromático medio-alto con toques de florales y a fresas, plátanos, cítricos, frutos rojos y toronja, y su delicadeza en boca, sabe delicioso como aperitivo o maridado con pastas, ensaladas, brochetas de camarones y hasta con pizza, tacos al pastor y carnitas. La frescura de su sabor emula al clima de las madrugadas en las que se cosechan las uvas y que son llevadas a la bodega.
Para elaborar el Gran Reserva Malbec 2015, se aclimataron maravillosamente las uvas al clima de Parras. Muestra un color de granate oscuro, al oxigenarlo se libera su expresión aromática a frutos rojos, cereza negra, cacao, frambuesas, ciruelas, pasas, especias, con notas de mentol y eucaliptos, pimienta, tabaco. La integración de la fruta con las especias crea un vino potente que sabe delicioso con mole, guisos con salsas, carnitas, cochinita pibil y lechón.
Los vinos de Casa Madero son leyenda y tradición viva, un majestuoso legado de historia y sabores, cuya dedicación centenaria es un orgullo nacional que se disfruta a sorbos.
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