Resurgen airosas, como por arte de magia, China y la India, países de costumbres milenarias, que se pierden en la memoria del tiempo.
La civilización China una de las más antiguas del mundo, cuenta con archivos y escritura que datan de más de 3000 años, conservándose casi intactos aún en la actualidad. Su primer libro sagrado fue escrito, por su primer emperador, hace más de 5000 años, es aún vigente.
En el siglo sexto a.c. Confusio ya había escrito «los deberes» para la educación de los padres, maestros y vecinos; teoría apoyada en su famoso lema: SER, NO TENER.
La historia nos comenta que de esta gran civilización salieron los descubridores de la seda, de la pólvora; que practicaban la impresión de textos (imprenta), manufacturaban finísimas porcelanas, ejecutaban maravillosas pinturas, usaban el compás marinero (astrolabio), mucho antes que los europeos, y entre muchas otras cosas, construyeron para su protección una muralla de 9,600 kms. de largo, ¡la mayor del mundo!
Contaban con grandes ciudades como Catay, con hermosos y confortables palacios, rodeados de esculturas, de artesanías en oro, plata y piedras preciosas. Sus hostales para viajeros estaban provistos de excelentes servicios. Fueron los precursores de ambulantes comidas calientes, de un incipiente servicio de bancos monetarios, y todo esto dentro de enormes ciudades, ordenadas y apacibles. Esta forma de vida tan civilizada, no tenía comparación con las ciudades europeas de la misma época, pues las europeas quedaban como improvisadas aldeas rústicas.
A la India debemos la numeración conocida como arábiga y el Sánscrito. Su sistema religioso evolucionó los ritos de los Vedas, el Brahamanismo y el Budismo. Estableció un sistema para su gobierno con un complejo sistema de castas que aún se practica. En la antigüedad, su magnífico poder estaba fincado algo que suena tan simple, como las ESPECIAS y tan imposible de obtener en los climas europeos.
Durante siglos los europeos, solo comían carne salada en los duros meses de invierno; fue hasta el siglo XVIII que en Europa se introdujo una nueva forma de cultivar la tierra, y hacer posible que durante todo el año se contara con pastizales para alimentar al ganado.
Antes de que el continente Americano fuera descubierto, y África explorada, no existía otra región de la cual Europa pudiera obtener los productos de las tierras tropicales, excepto la India, los comerciantes tenían que viajar a través del cinturón de tierra que une Asia y África.
Ningún acontecimiento podría haber alterado esta forma de comercio, imperios se construían, se conquistaban o se perdían; nacían religiones, como el Cristianismo y el Islamismo, y el lado Oeste del mundo seguía viajando, para conseguir las maravillosas ESPECIAS, de la India.
Asia se vio precisada a construir vastas rutas para caravanas, la llamada popularmente «Ruta de la seda», a través de las cuales los comerciantes transportaban hasta la Roma antigua, todos estos productos aunados a los de manufactura China. Podemos constatar que en Roma se confeccionaban hermosas togas de seda china.
Hasta el año 1750, sólo décadas antes de la revolución industrial, China e India en conjunto representaban más del 54 % de la producción manufacturera del planeta y su población equivalía a algo más de la mitad del total mundial.
Doscientos años después, su producción se había reducido a cerca del 5%; es decir, había disminuido a un décimo de lo que alguna vez fue. Paralelamente, su población seguía representando casi la mitad del planeta, por lo que se había empobrecido enormemente.
Este drástico cambio resultante de que el mundo occidental se embarcara en el proceso de creación de riqueza más dinámico de la historia de la humanidad. A pesar de las guerras que durante este período enfrentaron varias naciones, y de múltiples recesiones y una gran depresión, los países occidentales superaron en varias veces el crecimiento económico de las naciones orientales. También consecuencia del proceso de apertura al comercio exterior, aumento de la productividad de mano de obra por su especialización, y en general un sistema basado en la competencia y la propiedad privada.
A estos acontecimientos habrá que aunar, lo que acontecía con los gigantes orientales. En la China, un gran derroche de riquezas y abuso por parte de sus nobles, su excesiva explosión demográfica y la gran ignorancia que prevalecía en las clases bajas; mientras que la India ejercía con extrema dureza la jerarquización de castas, aún vigente; la enorme cantidad de dialectos que se habla en sus diferentes etnias, y una diversidad de cultos religiosos, les empobreció cruentamente.
Paralelamente, estos países, probaron diversas formas de economía, confiados en el enorme consumo de sus mercados internos y en sus milenarias civilizaciones: en China, el socialismo de Mao Tse Tung y Nehru en la India. Bajo estos regímenes, ambos países padecieron hambrunas y estrecheces.
Tomando en cuenta que hoy día China y la India suman casi 2,500 millones de habitantes, de los 6,500 millones que poblamos la tierra y que en estos tiempos modernos, la producción de recursos naturales, no son el único factor determinante para lograr potencialidad. Hoy día tendremos que aunar otros factores, como recursos de capital, recursos humanos, conocimientos, infraestructura, la capacitación de personal, y los sistemas de comunicación instantáneos.
China ha instrumentado en los últimos 25 años un programa de reformas económicas, una combinación de políticas gubernamentales y de iniciativa privada a niveles locales, con el empleo de trabajo eficiente y barato, en el marco de una economía abierta al comercio internacional que atrae a inversionistas extranjeros, así como de la importación de modernos sistemas de tecnología. Desde hace 15 años consecutivos, ha sido el mayor receptor de inversiones extranjeras en el mundo, pues solamente en el año 2006, recibió una inversión de 60,300 millones de dólares, mientras que en la India, fue considerablemente menor: 4,600 millones de dólares.
El grado de alfabetización en China es de 90.9% contra el 60% en India, triplicando así el grado de ocupación a nivel servicios, mientras que la India sólo ha aumentado un 20% en los últimos 15 años. La india tiene un PIB (Producto Interno Bruto) y renta de 720 dólares per cápita y la China 1,710 dólares.
Con estas cifras podremos apreciar que estos dos países tienen grandes diferencias, en su estructura económica, en la social, territorial y en su política, sin embargo son mucho más importantes los sectores en que los dos países pragmáticos se complementan.
Por esta complementariedad y no competencia, están potenciando y aumentarán en el futuro sus intercambios comerciales. Por ejemplo, en informática, China actúa como fabricante mundial, mientras que la India se convertirá en el software del mundo, ya que actualmente acapara el 50% de subcontratación del sector informático en materia de programación. Los dos países son los mayores consumidores de energía, sobrepasando el consumo de la Unión Europea y E.U.A., por lo que ambos tienen interés inversión en materia de energía nuclear civil.
Una de las importantes estrategias, en las que pueden complementarse, es el implementar infraestructuras en el medio rural de la India, ya que sólo el 20% de su producción agrícola se transforma, el resto se pierde o se pudre. Esta producción representa el 20% del PIB, pero emplea el 66% de la población activa. China tiene las infraestructuras necesarias, para evitar que 400 millones de indios vivan con menos de cien euros al año y el 50% de la población infantil está subalimentado.
En conjunto, China y la India están graduando 500,000 ingenieros anualmente, en comparación con los E.U.A., en donde solo se gradúan 60,000; en el mundo científico la proporción es aproximadamente la misma.
Demográficamente la India exhibe una estructura más joven y la está aprovechando, en tanto que China por el contrario, mostrará, a corto o a mediano plazo, las negativas consecuencias derivadas del acelerado proceso de envejecimiento, que su política del hijo único le acarreará.
A pesar de todas estas diferencias, de que la India presente un sesgo más consumidor y China más productor, la demanda de bienes de consumo va a crecer exponencialmente en el futuro próximo y este hecho ofrecerá al mercado global inmensas oportunidades inversoras.
En este siglo, Asia se convertirá en el escenario del poder mundial, CHINDIA, se constituirá en el nuevo epicentro geopolítico y geoeconómico del mundo y en el mayor reto global de las próximas décadas.
Bibliografía:
Pedro Reques Velasco, Catedrático de Geografía Humana y Dir. del Depto. De Geografía, Urbanismo y Ordenación Territorio de la Universidad de Cantabria.
«A pageant of World History» autor R.G. Ikin M.A. Hu
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