Choque de generaciones, Segunda parte

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Judeofobia

Tratando de reconstruir nuestro judaísmo, es importante y absolutamente imprescindible hablar de la Judeofobia, término recién acuñado. Ha prevalecido la expresión Antisemitismo sobre la más apropiada de judeofobia, debido a la inconsciente necesidad colectiva de diluir la especificidad del fenómeno. Se trató de una especie de evasión eufemística para no confrontar de modo directo, una enfermedad que ha envenenado por milenios, el corazón de millones de seres humanos.

Esta es la posición más peligrosa porque en nuestro afán de reconstruir nuestro judaísmo con todos los retos que ello implica, ahora tenemos que buscar argumentos válidos para luchar contra la judeofobia. Hasta fines del siglo XIX la judeofobia había arrasado comunidades enteras, destruido cientos de miles de vidas, sembrando desolación y destrucción por doquier; había dado lugar a mitos, miedos y enfrentamientos que inundaron de violencia la vida europea en especial.


Ahora bien, actualmente hay 13 millones de judíos en el mundo. Salvo Estados Unidos en donde superan el 2% de la población total y en Israel que constituyen el 90%; en el resto del mundo las comunidades judías nunca llegan al 1% de la población del país. Sin embargo, es notable que en todo el país somos percibidos como si fuéramos como 5 ó 10 veces más. Esa sobre percepción resulta de por lo menos tres factores:

1.- Los judíos son eminentemente urbanos, o sea que se concentran en una o dos ciudades principales de cada país.

2.- Son muy activos en aspectos sociales como comercio, artes y ciencias.

3.- Su historia se transformó en la historia sagrada de una buena parte de la humanidad, por la que la mayoría de las personas aprenden sobre los judíos en algún momento de su educación, aún sin conocerlos personalmente.

Aversiones contra grupos siempre existieron pero la judeofobia es un odio excepcional. Los judíos fueron odiados en sociedades paganas, religiosas y seculares. En bloque fueron acusados por los nacionalistas de ser los generadores del comunismo, por los comunistas de regir el capitalismo; en el mundo en general son acusados de doble lealtad y si viven en Israel se les acusa de ser racistas.

Cuando gastan su dinero se les reprocha por ostentosos, cuando no lo gastan son considerados avaros. Son tildados de cosmopolitas sin raíces o de chauvinistas empedernidos; si se asimilan al medio se les acusa de quinta columna, y si no, de recluirse en si mismos. No se desprecia al judío por ser inferior y no se le recela por apoderarse empleos disponibles; se le teme y odia por ser el culpable de los males más insospechados, virtualmente de todos los males.

Todo desprecio a un grupo étnico o religioso, todo racismo y persecución deben ser repudiados.

Ustedes se preguntan: ¿Cómo podemos combatir la judeofobia? Una sugerencia sería beber de nuestras fuentes, empaparnos de la sabiduría de nuestros profetas, estudiar nuestros valores, conocer nuestra literatura, etc.

Ya desde el tiempo del primer exilio, el de Babilonia, el gran escritor y profeta Ezequiel, afirmaba que la única salvación era la que se obtenía mediante la pureza religiosa. Dios ya no castigaba colectivamente al pueblo por los pecados de sus jefes, ahora la responsabilidad era individual; de manera que los judíos se vieran forzados a hallar medios para preservar su identidad, y de aquí surgió la necesidad de dirigirse a sus leyes y a las crónicas de su pasado. Es entonces cuando empieza verdaderamente el judaísmo, y los escribas se convierten en una casta importante dedicada a redactar las tradiciones orales, a copiar los rollos preciosos traídos del templo destruido, a ordenar, a compilar y racionalizar los archivos judíos. Si el individuo asumía la responsabilidad de obedecer la ley debía conocerla, por lo tanto había que enseñarla. Y por primera vez se disciplinaron en la práctica regular de su religión: el judaísmo.

El pueblo de Israel produjo la literatura más grande de la antigüedad, y su inclinación nacional era escribir siendo el Tanaj o antiguo testamento, apenas un pequeño fragmento. La literatura era vista como una actividad didáctica con un propósito colectivo; de allí que los judíos fueran sobre todo historiadores. Y la Biblia es esencialmente una obra histórica de principio a fin. Es a a partir de la antigüedad en donde el rabino y la sinagoga, se convirtieron en las instituciones normativas del judaísmo. La idea del carácter sagrado de la vida humana fue el precepto fundamental de la ética judía, y determinó las cláusulas de los códigos penales judíos desde la antigüedad. Nuestros sabios transformaron la Torá en una guía universal, intemporal, integral y coherente; aplicable a todos los aspectos de la conducta humana, de modo que la Torá se convirtió en la esencia de la fe judía.

Ahora bien, volviendo a la judeofobia, podemos afirmar que permite a la gente que la practica, ventilar sus instintos sádicos. La judeofobia es una forma de sadismo social y para un sádico, la judeofobia es una especie de salvavidas, por ejemplo: al intervenir en un pogrom, el judeófobo no sólo da rienda suelta a sus más bajas pasiones, sino que experimenta la satisfacción complementaria de aparecer como guardián de la sociedad, del honor nacional y de la gloriosa tradición patria. Es lo que se llama un negocio redondo. Para ilustrar lo anterior, citaremos a un director de una escuela en Berlín, que fue despedido por quedarse con el dinero de una colecta que habían hecho los alumnos. Poco después escribió un artículo llamado “La última posición del pueblo ario contra el judaísmo” acusado ante la ley por sus calumniados, debió penar por 4 años de cárcel. Pero su popularidad crecía y decidió hacer de la judeofobia su profesión, ya que le permitía cometer delitos y justificarlos ideológicamente.

El rol de la iglesia en la historia de la judeofobia en general, fue central y paradójico. Ya en 1892 alguien definió ese rol de esta manera: “El odio de la gente contra el judío es obra de la iglesia, que protege a esa gente de las furias que la misma iglesia ha desatado”.

Algo similar puede decirse de los ataques obsesivos que sufre Israel. La ONU no es responsable por el terrorismo contra los judíos, pero por medio de perdonar reiteradamente ese terrorismo y condenar sistemáticamente a Israel, alentó al terrorista haciéndole sentir socio de la comunidad internacional en su lucha contra el sionismo.

Por lo que a la iglesia se refiere tenemos la esperanza, que el acto de contrición del Papa ante el muro de los lamentos, pueda poner en movimiento la demorada reconciliación del pueblo judío con la cristiandad y ojalá tenga el potencial de señalar el comienzo del fin de la judeofobia.

La universalidad de la judeofobia se manifiesta entre otras cosas, en el hecho de que los judíos han sido expulsados de casi todos los países donde han residido: Inglaterra en 1290, Francia en 1306 y 1394, Lituania en 1445 y 1495, España en 1492 y Alemania en el siglo XX.

La profundidad de este sentimiento, va más allá de la discriminación hasta la violencia física. De hecho, durante el siglo XIX y parte del siglo XX diversos sectores reformistas del judaísmo germano y estadounidense, en su intento por integrarse a las sociedades en las que vivían, abogaron infructuosamente por eliminar el componente nacionalista del judaísmo.

Durante siglos la judeofobia ha sido una condición sine qua non de la existencia judía, se han propuesto las siguientes posibilidades para erradicar, disminuir o contener la judeofobia.

1.- Asimilación a la sociedad circundante, siendo ésta una solución negativa pues implica alejamiento y pérdida del judaísmo.

2.- Sionismo entendiéndose como regreso de los judíos a su propio estado.

La judeofobia continúa presente en el siglo XXI manifestándose en diferentes formas e impulsado por el internet que ha revolucionado la comunicación global y transnacional.

Llevamos más de 2000 años siendo un pueblo perseguido ¿Cuál será la razón? ¿Porqué será que con el paso de los años con todo lo que la historia nos ha enseñado, el resto de la población mundial no desiste? Lo que la historia nos enseña, es que sin importar el método utilizado, llámese esclavitud, llámese destierro, llámese inquisición, llámese pogrom o llámese holocausto: el judío sobrevive lo que no te mata te hace fuerte. Somos hoy un pueblo fuerte, trabajador, productivo, cultural, artístico, tradicional…

¿Qué es entonces lo que a los hombres de otras creencias no les parece?

¿Cómo poner un alto a la corriente antijudaica que se desata a nivel mundial constantemente?

Supongo que nadie tiene la respuesta; de lo contrario habríamos ya encontrado la paz, que después de todo, es lo que todos anhelamos.

Acerca de Reyna Liberman

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