Científicos del Instituto Weizmann han “entrenado” un sistema electrónico para poder predecir la medida de agrado de nuevos olores, de la misma manera en que un ser humano los percibiría, contradiciendo así la noción popular de que el olfato es totalmente personal y específico a cada cultura o grupo étnico.
En una investigación publicada recientemente en la revista PLoS Computational Biology, los científicos sostienen que la percepción del agrado de un olor está innatamente ligada a su estructura molecular, y que las diferencias personales o culturales se hacen evidentes únicamente dentro de contextos específicos.
En la última década se han desarrollado dispositivos electrónicos, comúnmente conocidos como narices electrónicas o “eNoses”, capaces de detectar y reconocer olores. Cuando un olor pasa por el eNose, sus características moleculares estimulan los sensores químicos que lo forman de manera tal que se produce un patrón eléctrico único, es decir, una “huella olfativa” que caracteriza a ese olor específico. Pero, al igual que un perro rastreador, el eNose debe ser entrenado con muestras de olores, a fin de construir una base de datos que le sirva de referencia y si es expuesto a un nuevo olor que no forma parte de esta, es incapaz de clasificarlo o reconocerlo.
Por lo anterior un equipo de científicos del Instituto Weizmann, dirigido por el Dr. Rafi Haddad del Departamento de Ciencias de la Computación y Matemáticas Aplicadas, conjuntamente con su colega Abebe Med-hanie del Departamento de Neurobiología y el Dr. Yehudah Roth del Centro Médico Edith Wolfson de Holon, decidió abordar este tema desde una perspectiva diferente. En lugar de entrenar al eNose para reconocer un olor específico, lo entrenaron para calcular o estimar un olor a lo largo de un determinado eje de percepción, el del agrado olfativo, es decir que entrenaron al eNose para predecir si un olor sería percibido como agradable o desagradable, o cualquier punto intermedio.
Para lograrlo, los científicos solicitaron a un grupo de israelíes calificar el nivel de agrado de una serie de olores, de acuerdo a una escala de 30 puntos que va de “muy agradable” a “muy desagradable” y, a partir de ese conjunto de datos, desarrollaron un algoritmo de “agrado olfativo”, que fue programado en el eNose.
Más adelante, los científicos hicieron al eNose predecir el nivel de agrado de una serie de olores completamente nuevos y realizaron una comparación con las calificaciones proporcionadas por otro grupo completamente diferente de israelíes y, encontraron que el eNose fue capaz de generalizar y calificar el nivel de agrado de nuevos olores que nunca antes había olido; y estas calificaciones fueron similares en aproximadamente un 80% a las calificaciones del grupo que no había participado en la fase de entrenamiento del eNose.
Estos hallazgos de que la percepción del olor está ligada a la estructura molecular, y el diseño de un eNose capaz de clasificar nuevos olores, podrían proporcionar nuevos métodos para rastreo de olores y monitoreo ambiental y podrían, en el futuro, permitir la transmisión digital del olor para películas, juegos y música.
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