– ¿Cocina de qué?
– De autor
– ¿De autor?
– Exacto
– ¿De autor de qué?
– Ni idea
– Es lo que decía en el artículo que le hicieron al tal Fran Ramotte
– ¿Y quién es “Fran Ramotte”?
– Un tipo que acaba de abrir un “restó”
– Ah. ¿No será un “restaurante”, por casualidad?
– ¡Lógico! Pero “restó”: es lo “MÁS”
– ¿Lo “más” qué?
– ¡Lo más de moda
– Y lo más “económico” de “letras” también- como la comida que se sirve ahora, en los restaurantes.
– Eso a mí me parece bien, así se come menos.
– ¿Menos de qué? ¡Si lo que te sirven ahora parecen “muestras gratis”- como las que regalan los médicos.
– ¡Tampoco es para tanto!
– ¿Quién habló de “tanto”? Yo hablé de “tan poco”. Se necesita un catalejo para localizar “la porción” de comida que “navega” el plato de los “restós”. Lo peor, es que recién te vas a enterar, de que cosa vas a comer- puntería mediante- cuando el primer bocado aterrice en tu boca. Y eso es: ¡porque le cambiaron el nombre hasta al simple muslito de pollo bañado con salsa blanca y vino casero; por otro, en francés, en esperanto o en latín! Y no sólo el nombre le cambiaron. Si hasta el “look” le alteraron. ¡Tanto! que el muslito parece haber pasado por las manos de un estilista, más que por las de un buen cocinero, dónde se le somete a un maquillaje que lo deja reducido e irreconocible. Encima lo condenan a presentarse en público “de pie”- como si fuera una bailarina clásica- sin contar que los “baños” en salsa, son historia. Unas magras gotitas de “cullie” “salpicando” ese pollo avergonzado, rubrican la creación “cullie”naria”.
– Más aún: Si de pura mala suerte- el mesero es de pulso débil- la ínfima ración, que se supone, será tu almuerzo o tu cena: sucumbirá al océano privado de ese plato gigante, cuadrado y de muros angulosos en sus cuatro lados. ¡Por eso “las delicias” que soñaste degustar, parecen “ikebanas”! ¡Es que traen los remos incluidos! por si esa nave de lo “escueto” naufragase. Se diría que hasta podrían ser muletas virtuales y ¡comestibles!
– Eso sí: Son “platos” ecológicos. De punta a punta. Parecen una “maqueta” de la Selva del Amazonas. El “verde” en todos sus matices, tapiza nuestra ingesta. ¡Qué digo tapiza! ¡Esconde! Se requiere de una motricidad fina exquisita, para hurgar en esa variedad de ramitos, hojitas y tallitos para acceder- por ejemplo- a un… “saumon roullé aux fines herbes” que no es otra cosa que una triste cintita de salmón arrolladita y tímida, que por ahí de tan apretadita pasa a ser la inquilina perfecta, para ese huequito de una carie mal arreglada- y se queda allí- estacionada durante toda la cena.
– Te noto un poco molesta.
– ¿Un poco?
– Bueno, tal vez: Más que “un poco”
– ¿Por?
– Porque nadie dice lo que vos decís.
– Y vos sabés que yo, “filtro“: uso sólo para “pasar café” Alguien tiene que reconocer que esta “moda” de agrandar los recipientes y reducir la comida; mezclar alimentos que degradan la elegancia de sabores genuinos: tiene que terminar.
– Algo de razón, tenés. Las porciones son francamente discretas.
– ¡Absolutamente discretas! Al fin, algo hay que reconocerles:
– En estos “restós”: ¡TE CUIDAN LA SALUD!
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-Ola
-¿Silvia? Soy yo. ¿Te acordás de Francisco Ramos?
-Obvio. ¡Qué chico terrible, era! Mentiroso… Pero vivaracho como él solo. ¿Por qué lo mencionás ahora?
– ¡Fran Ramotte!- amiga- ¡Fran Ramotte!
Es un poco triste que sea TAN real pero es muy divertido poder tomarselo de esa manera. Me encanto