El envejecimiento de la población aunado al deterioro económico, ha producido un efecto en el papel de las familias como único apoyo. Se desconoce hasta donde puede la familia cuidar a los ancianos y surge la pregunta ¿Realmente, todas las personas adultas mayores en México cuentan con apoyo familiar? ¿Cuál es la relación entre el tipo de hogar y el apoyo familiar? Cualquiera que sea la respuesta a estas cuestiones nos lleva a pensar que la dinámica familiar, la capacidad humana y económica (tanto de la persona mayor como de sus familiares) el temperamento y personalidad de los miembros del hogar, ¿donde viven los miembros de la familia? Cuestiones que inciden en las relaciones de apoyo y en su disponibilidad para atender al adulto mayor o al enfermo.
En México como en otros países, las redes de apoyo formal basados en programas de seguridad social han mostrado limitaciones y como consecuencia se ha dado mayor relevancia a los sistemas de apoyo informal, a veces voluntarios, sin gran compromiso, en los cuidados directos requeridos.
En los últimos 30 o 40 años, al mismo tiempo que la ciudad ha crecido, ha habido un cambio en la estructura y composición de los hogares mexicanos. Igual que las percepciones y valores que se generan dentro y alrededor de la familia. Tenemos una gran inequidad económica con falta de instituciones que protejan a los viejos y viejas. ¿Qué hacer?
En forma general, podemos decir que no existe una planeación adecuada que respalde al adulto mayor. En algunos países del primer mundo, existe mayor protección de parte del estado. Nos enfrentamos a su indefensión, su vulnerabilidad; existe maltrato, abandono y discriminación. No se puede dejar de ver el papel del cuidador familiar que tiene que seguir cumpliendo con sus obligaciones diarias y encima tiene la presión del cuidado del viejo o enfermo. Hay quien colapsa ante tanta presión. Se escucha de adultos mayores que se les deja encerrados, ya que no hay quien los asista mientras la familia atiende sus ocupaciones diarias, se teme que se puedan salir solos a la calle. ¿Qué se puede hacer ante tal desprotección?
En 2008 se registraron en la República Mexicana millones de adultos mayores y solamente un 20% recibe un ingreso. Algunos son agredidos por los hijos o cónyuges. Están sin seguro médico, ni respaldo jurídico. Muchos están en condiciones de trabajar, pero no encuentran donde hacerlo. No reciben ningún ingreso y la familia carga con ellos cuando puede.
Esto empeora, cuando una persona se enferma y requiere de cuidados constantes, durante un lapso largo de tiempo, nos enfrentamos a una situación difícil para él y para quien lo cuida. Me refiero a una persona cercana, hijo, cónyuge, hermano, familiar; se sabe que cuando son varias personas que cooperan, la carga disminuye. Al ser un solo cuidador pueden surgir crisis físicas, emocionales y relacionales en este pequeño círculo. El cuidador puede colapsar ante la presión; también está sujeto a situaciones imprevisibles.
Cada vez soy más consciente de lo frágil que son las cosas que creemos permanentes, de la facilidad con que lo estable se resquebraja, las realidades pueden volatilizarse con un soplo, convirtiendo a quienes se piensan fuertes en alguien vulnerable, temeroso y espantado.
Para soportar lo insoportable, no queda más remedio que aferrarse al paso del tiempo: otra hora, otra y otra, un día más, no puedo, no resistiré. Sin embargo, se resiste. Las tinieblas del interior aprovechan cualquier excusa para emerger produciendo desesperanza y sufrimiento. ¿La pregunta que se hace el cuidador es:¿ Cuándo acabará esto? Se siente amenazado por una tremenda fuerza que no sabe cómo manejar.
El envejecimiento es heterogéneo, hay que diferenciar entre vejez y enfermedad; esta puede ser una queja constante, o el aprovechar la existencia de reservas latentes que pueden ser activadas mediante el aprendizaje o el entrenamiento de vida y el significado o sentido de vida son fundamentales para tener un “envejecimiento exitoso”. ¿Cómo va la vida? Preguntan a la abuela, ésta se irguió, apoyó las manos sobre el palo de la escoba, me miró, sonrió incluso y dijo una cosa que es el meollo mismo de cierta filosofía de la vida. ¿Qué cómo nos va la vida? Repitió pensativa y añadió con una voz que denotaba orgullo y determinación, sufrimiento y alegría: ¡Respiramos!
La vida es la maestra más compleja y difícil de controlar. Nunca sabes que te puede suceder, cuando, como, y adonde. Sin embargo, los sucesos pasan y resuenan como si fueran trompones y platillos en tu interior. Tenemos expectativas de lo que tiene que ser, los brincos y sobresaltos de la vida son sorprendentes. Hay que aceptarlos y manejarlos.
- Estas en el lugar que te toca, aunque no te guste, pese a tu malestar.
- Que puedo remediar dentro de este caos y que enfoque le puedo dar para sentirme un poco mejor.
- Dejar de escuchar aquellas voces que solamente te critican y muestran lo negativo que hay a tu alrededor.
- No controlo lo que pasa afuera, pero si puedo lograr manejar mi interior y mis sentimientos. Sin que esto implique quedarme sin moverme.
Nos enfrentamos a situaciones duras y desesperadas y lo único que queda es acomodarse y sobrellevar esa carga no deseada pero que está presente; He aprendido con los años, como, muchas veces llegamos a ser más fuertes de lo que creemos y una capacidad desconocida, oculta, nos permite resistir los golpes más duros, nos obliga a seguir adelante a pesar del gran miedo que sentimos. Nos toca observar las dos partes del proceso el viejo, el enfermo y su cuidador. ¿Una forma de seguir creciendo?
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