Cuando cumplí 13
Un nuevo 30 de junio se aproxima y leyendo algunos textos aprendo como determinados hechos históricos, algunos comprobables y otro fruto de los recuerdos y la imaginación, se convierten en leyendas y en mitos. Estos, luego de varias generaciones más tarde, se convierten en las normas que manejan nuestras sociedades. Estas normas por supuesto las imponen gente conservadora, retrógrada y por supuesto interesante, pues seguramente obtiene jugosos beneficios, a veces económicos, a veces sociales y seguramente en la mayoría de los casos, ambos.
El primer 30 de junio que recuerdo es el del año 1962, el día que me festejaron mi Barmitzwa en Colonia Avigdor, un lluvioso sábado de invierno entrerriano. ¿Qué recuerdo de ese día? ¿Qué cosas recuerdo de ese día? En primer lugar, por la lluvia el almuerzo se hizo dentro de la casa y eso fue terrible, pues no había lugar para tanta gente. No me importó mucho en realidad, no recuerdo haber estado sentado. En segundo lugar, la cantidad de máquinas de afeitar Gillette que recibí. Tenía 13 años de edad y absolutamente lampiño, pero como en esa fecha se considera al joven púber como hombre, natural que regalen ese útil artefacto. Es un hecho que jamás me dejé crecer la barba, salvo un breve período hace dos – tres años atrás para ver cómo me sentía. En tercer lugar, la valija que me regaló alguien.
Estimo que eso me convirtió en un emigrante crónico y un intensivo turista. El cuarto lugar loocupa un libro, de los varios que recibí. El Kuzari de Yehudah Halevy. No puedo afirmar, aunque la leyenda y el mito me obligarían hacerlo, este libro influyó en mi formación. Pertenezco al pueblo judío, pero la pureza de la sangre judía no es más que un cuento, ya que es muy posible que yo mismo sea descendiente del rey pagano que se convirtió al judaísmo.
Extraigo de la Wikipedia:
El nombre dado al libro, El Kuzarí, se debe a que el autor presenta en su obra a un rey pagano —el rey de los Jázaros— que quiere conocer la verdadera religión y que, tras acudir a filósofos aristotélicos, a cristianos y a musulmanes, solo encuentra la verdad en las fuentes bíblicas del judaísmo, de las que ya le habían hablado, pero que solamente un sabio judío ortodoxo le revela en toda su verdad e integridad. Así, hace una apología del judaísmo y de lo que llama «la verdadera revelación» y, aún siendo una obra de carácter principalmente edificante y apologético, abundan en ella los conceptos teológicos y filosóficos. Constituye un extraordinario compendio de tradiciones orales y costumbres semitas.
El texto se escribió en España entre los años 1130-1140. Más de 800 años después renuncié absolutamente a la religión. No dudo que también Yehudah Halevy hubiese abandonado la religión de ver cómo se maneja ahora. Este mismo mes estuve paseando en Granada, Córdoba y Sevilla, aprecié que desde Alfonso X de Castilla (1221-1284) las religiones monoteístas dejaron de hacer algún aporte a la humanidad y se parapetaron en su lucha para sobrevivir. Y lo han hecho muy bien, por la fortaleza que tienen estos días.
El segundo 30 de junio que recuerdo es el del año 1973, estando en el Cristóforo Colombo, enorme barco que cruzaba el Atlántico con la proa hacia Europa. Paradójicamente, al llegar al viejo mundo unos días después, descubrí mi nuevo mundo en su totalidad. Estimo que para mí ese viaje, ese conocimiento, derribó el valor de conceptos como patria y fortaleció mi cosmopolitismo y reafirmó que el único lugar al que estoy atado, es el lugar donde nací.
Si bien hubo muchos 30 de junio en mi vida, el siguiente que merece ser recordado es el del año 2003. Habiendo sufrido una depresión o estar sufriendo una depresión y apreciar que no tengo otro camino que salir de la misma por mis medios, tomando el almanaque en mis manos reservé un pasaje aéreo para visitar Argentina. Por suerte la depresión quedó lejos y con ella treinta años de mi vida, pues al regresar comencé a poner los cimientos de mi nueva vida, la actual. Las personas con las que compartí en aquella época, quedaran imborrables en mi mente, aun no estando en contacto con ellas.
En mi vida laboral también tuve un 30 de junio, el del año 2006. Al fin y al cabo, la mayor parte de mi existencia me las pasé trabajando y aun ahora, formalmente jubilado, sigo trabajando pues escribir estas notas implica trabajar mucho y con mucho compromiso. Mi perfil laboral, mi personalidad y mi carácter, se pueden apreciar si me baso en los relatos laborales y podría hacer algo muy interesante si incluiría lo que piensa mi esposa, mis hijas, mis amigos, mis compañeros de trabajo, etc. Durante el período de la depresión mencionado antes, me escondía en excusas, como estar cansado por mucho trabajo.
Agrego aquí el enlace a un texto publicado el 30 de junio del año 2013, donde manifestaba que hacia todos los esfuerzos para no cambiar de trabajo, mostraba cómo 7 años antes estaba dispuesto a cambiar de trabajo si me despedían y mencionaba épocas anteriores,2000 y 1997 donde me retiraba porque no me gustaba la situación. Principios, valores, seguridad, autoestima. Todo es válido y lo más válido es la edad, la biología. El 30 de octubre del año 2013 por intermedio de un abogado exigí que me mejoren el sueldo o me voy en 30 días como dice la ley. ¡El mismo día me dijeron vete Ya!!! Me pagaron los 30 días sin trabajar, como que el preaviso me lo dieron ellos.
Estos son mis 30 de junio más importantes, incluido éste.
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