El Dr. Miguel Weil (foto), nacido en Buenos Aires, en 1962, casado con Dalit, tres hijos, estudió en la Universidad Hebrea de Jerusalén hasta recibir el doctorado en “Biología del desarrollo embrionario”. Luego cursó el pos doctorado en la University Collage London, donde permaneció cuatro años. Desde 1998 es director del laboratorio de investigación de enfermedades neurodegenerativas y medicina personalizada de la Universidad de Tel Aviv.
En su oficina contigua al laboratorio, el Dr. Weil recibió al representante de Aurora para conversar sobre su importante labor científica que, como nos enteramos, no puede separarse del todo de aspectos familiares.
Con evidente orgullo y entusiasmo, el experto explica que el laboratorio -en el que se desempeña con su asistente, el Dr. Leonardo Solmesky, también argentino, y un gran numero de estudiantes- tiene el objetivo de encontrar modelos para el estudio de la cura de enfermedades neurodegenerativas y hereditarias raras que son prominentes en la población de origen judío.
Estas enfermedades aparecen con más frecuencia entre judíos “por la estructura cerrada de la sociedad, que permite que mutaciones, las cuales causan estas enfermedades, sean más frecuentes porque el pool genético es restringido”, detalla.
El Dr. Weil explica que la base de su investigación esta en células madre obtenidas de pacientes con enfermedades como:
• – MNGIE, una enfermedad metabólica y hereditaria. Unas 70 personas la padecen en el mundo, gran parte de las cuales son judíos de origen sefardí.
• – FD (Disautonomía familiar). Afecta a unas 250 personas, en su gran mayoría judíos de origen ashkenazita. Ataca el desarrollo y la actividad del sistema nervioso periférico autónomo.
• – ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica). Es una enfermedad neurodegenerativa que provoca parálisis completa y es letal. Aparecen dos casos cada 100.000 personas en el mundo.
Enfatiza el entrevistado: “Estas células de pacientes mantienen las propiedades de poder reproducirse en la placa de cultivo. De esa manera llegamos a detectar características de la enfermedad en estas células. Recientemente adoptamos una tecnología novedosa, la primera en Israel, con la cual se puede detectar diferencias entre células de enfermos y de gente sana. Habilitamos un centro que permite el `barrido’ de drogas sobre las células de pacientes para, en una etapa posterior, lograr desarrollar drogas `personalizadas’ destinadas a pacientes con estas enfermedades”.
Al mismo tiempo esta tecnología busca maneras operativas de hallar drogas personalizadas para enfermedades más comunes. La tecnología podrá ayudar en el futuro a pacientes que no toleran los medicamentos comunes.
En este punto la tarea del investigador adquiere una dimensión personal. El Dr. Weil señala que “la medicina personalizada es realmente personal. Mi hijo mayor, ahora de 20 años, sufre de FD y mi objetivo es encontrar la forma de curar la enfermedad. Para esto es necesario previamente comprender los procesos biológicos. Hay solamente tres laboratorios en el mundo que estudian el tema”.
Más adelante revela: “Desarrollamos un modelo único. Obtenemos las neuronas que son afectadas de células embrionarias humanas con FD, una tarea desarrollada por el Prof. Benjamín Reubinoff del Hospital Hadassa, en Jerusalén.”
El Dr. Weil renueva su entusiasmo cuando lo consultamos acerca del apoyo que recibe a su tarea. Enfatiza el hecho que “la Universidad de Tel Aviv dedica importantes recursos a investigaciones, sea en ciencias biológicas, nanotecnología y otras ramas afines a la medicina. Es muy importante el papel que cumple la casa de estudios por cuanto los laboratorios farmacéuticos no están dispuestos a invertir grandes sumas de dinero en investigar enfermedades que afectan a pocos pacientes. No tienen un incentivo comercial para hacerlo”.
La Universidad de Tel Aviv es líder en esta materia en Israel. Parte de los trabajos fueron presentados en conferencias internacionales, otros se publicaron en importantes revistas especializadas.
Más significativo es el hecho que próximamente se incorporará al centro que dirige un robot que permitirá “barrer” miles de compuestos en corto tiempo. Ello permitirá determinar qué sustancias son beneficiosas para el tratamiento de cada enfermedad.
Cuando le preguntamos acerca de las nuevas generaciones de estudiantes, responde el científico: “Encuentro muchos jóvenes con gran capacidad, de alto nivel. Es importante saber que en la Universidad de Tel Aviv tenemos excelentes estudiantes con gran motivación. Es esta una significativa fuente de recursos humanos con la mejor preparación. Además, debo resaltar que en este último año se abrieron nueve puestos de trabajo en tareas de investigación sólo en nuestra Facultad”.
El capítulo personal no podía estar ausente de la entrevista: “Me gustaba la biología y aquí en Israel pude concretar el sueño de ser científico. En Argentina no sé si habría llegado. Aquí estudié y recibí una beca para hacer lo que me gusta. Para mi este no es un trabajo. Es venir cada día a hacer lo que me gusta más”.
“Además, tengo la posibilidad de formar a las generaciones de futuros profesionales e investigadores. Siento que cumplimos una tarea sionista y junto con ello queremos hacer el bien para la humanidad; eso lo conseguí desde este lugar. La Universidad de Tel Aviv es el lugar donde me dejan crear y desarrollar; tengo el incentivo de la creación. Por último destaco que mi sueño es muy fácil de explicar: deseo encontrar la forma de curar la enfermedad de mi hijo.”
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