Lecturas: From Time Immemorial, o el corazón del problema

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Abrimos una sección que denominaremos “Lecturas”, donde libros que aportan acercamientos interesantes sobre el conflicto, serán abordados; y donde también realizaremos críticas. Intentaremos ofrecer un breve resumen de la tesis de los mismos y de sus puntos sobresalientes.

A raíz de las mal llamadas “marchas del retorno”, abrimos este espacio con un libro que, si bien fue publicado en 1984, trata sobre el origen de los “refugiados palestinos”.


En 1984, Joan Peters publicó el libro From Time Immemorial, que se convirtió en un best seller en Estados Unidos. El libro cita documentos oficiales, históricos y académicos para apuntalar su investigación. Entre ellos: correspondencia oficial entre oficiales británicos de alto nivel, responsables de la Administración del Mandato de Palestina; tratados firmados por los representantes nacionales de la Liga de Naciones; declaraciones y citas de líderes árabes en sus autobiografías; declaraciones grabadas ante comisiones de investigación gubernamentales; libros de historiadores académicos; reportes e informes oficiales, entre otros. Si bien la autora no es considerada una historiadora, desde un punto de vista académico, y cuenta con su propia postura política en relación al conflicto, la cual, como la misma autora explica, se vio drásticamente modificada durante el transcurso de su investigación, la tesis expuesta por Peters en From Time Immerorial jamás ha logrado ser desacreditada por oponentes políticos o historiadores.

En opinión de Peters, el corazón del conflicto consiste en la creación de la identidad del “pueblo palestino” por parte del mundo árabe a costa del bienestar de los “refugiados árabes”, con el objetivo de destruir al Estado dhimmi -Israel-, mediante una guerrilla, tras haber fracasado su lucha militar directa.

“Todos los mitos alrededor de los árabes “palestinos” se basan en las mismas premisas”, asegura la autora. Entre ellas: que los “palestinos” están vinculados al territorio que hoy es Israel desde hace “miles de años”; que los judíos “regresaron” a Palestina y “robaron y desplazaron” a los “árabes palestinos” “nativos”; que los “refugiados” palestinos no tienen a dónde ir; que los judíos vivieron siempre en paz y tranquilidad con sus vecinos árabes hasta que los sionistas crearon el Estado de Israel en 1948, y que los “palestinos” y árabes no tienen nada en contra de los judíos, sino en contra del sionismo.

Si leemos los periódicos en español comprobaremos que lo anterior es, de hecho, lo que la opinión pública mundial internacional da por cierto. Esta tesis es apoyada por organizaciones árabes como la OLP y los partidos políticos árabes “palestinos” como Al Fatah; organizaciones terroristas como Hamás; movimientos “humanitarios” internacionales como BDS e instituciones internacionales como la UNWRA. Sin embargo, a lo largo de unas 400 páginas Peters demuestra que la verdad podría ser muy, pero muy diferente.

Así, por ejemplo (página 392) entre el material histórico que la autora cita para sostener su investigación, pueden enumerarse documentos originales de la Liga de las Naciones; correspondencia oficial entre altos mandos del Gobierno inglés. como Antony Eden y Winston Churchill; y correspondencia oficial de líderes árabes, como las familias reales de Arabia Saudita, Jordania, el Muftí Haj Amin Husseini, máximo líder “árabe palestino”, entre otros muchos poderosos árabes; además de documentos originales sobre censos realizados en la región a lo largo de la historia; testimonios de escritores e historiadores; entre muchas, muchas otras fuentes que Peters utiliza para proponer que:

“A finales del siglo 19 y principios del 20, árabes y migrantes de habla árabe se trasladaban alrededor del Medio Oriente en buscar de subsistencia”; “Palestina” consistía en una tierra infértil que había ocasionado que sus agricultores la abandonaran; nunca los judíos se fueron de Tierra Santa, ni siquiera después de la conquista por Roma hace 2,000 años; siempre persistieron comunidades judías en Israel/Palestina; los árabes que sí vivían en Palestina jamás se consideraron a sí mismos palestinos, sino turcos, sirios o simplemente árabes, a pesar de los esfuerzos de quienes intentaron crear una falsa identidad palestina; los campesinos árabes -incluidos los que vivieron en zonas árabes en Palestina- vivían precariamente por culpa de la opresiva y cruel sociedad feudal árabe dominada por efendis, quienes jamás pagaron a los campesinos -felahin- salarios dignos, sino que, por el contrario, siempre los oprimieron con préstamos leoninos e impuestos exorbitantes, así como a través de extorsiones sistemáticas que les impedían progresar; los británicos regalaron tierras “estatales” a estos campesinos árabes desposeídos; los ingleses entregaron más del 80% de todo territorio de Palestina designado por la Liga de Naciones para el Hogar del Pueblo Judío a árabes sirios, sauditas, egipcios, sudaneses, yemeníes y otros; los campesinos árabes se fueron estableciendo entre los judíos en busca de salarios dignos y condiciones laborales dignas”.

En las próximas tres partes en que se dividirá este artículo, y teniendo como fuente básica el libro de Joan Peters, se explicarán de manera breve y directa, las claves que ayudarán a que el lector, en posesión de mayor información, se forme una opinión educada y bien fundamentada sobre el conflicto árabe-israelí, posiblemente el más politizado (o, más bien, internacionalizado y mediatizado) del mundo en la actualidad.

Nota: Dhimmi es un concepto islámico que obliga a judíos y cristianos a pagar impuestos especiales a los gobernantes musulmanes, a cambio de tener el derecho de vivir bajo su régimen.

La gran impostura de los “refugiados palestinos”

“La Patria madre de un musulmán es el lugar en donde la Santa Ley del islam prevalece”, Gran Visir del Imperio Turco, 1917. Citado por Bernard Lewis en su libro The Return of the Arabs, 1976.

¿Por qué acuñó la ONU una definición diferente de “refugiado” para los “refugiados palestinos?

Dos respuestas: 1. Porque muchos “refugiados” en realidad eran inmigrantes de países árabes como Egipto o Siria que llevaban muy poco tiempo viviendo en palestina cuando llegó 1948. 2. Y porque muchos miles se fueron de Israel voluntariamente. Es decir, muchos miles de árabes no calificarían si quiera como refugiados, si la ONU hubiera aplicado la definición tradicional de refugiado. La UNWRA, con sus nueva definición, estaba generando de facto un problema a futuro, en lugar de otorgar una solución.

Según el Instituto para Estudios Palestinos de Beirut -patrocinado con fondos árabes-, “el 68% (de los “árabes palestinos”) se fue sin ver nunca a un soldado israelí”.

“En 1950 el Comité Nacional Árabe de Haifa envió un memorando a los países árabes que leía: “La remoción de habitantes árabes… fue voluntaria y se realizó a solicitud nuestra… La Delegación árabe orgullosamente pidió la evacuación de los árabes y su traslado a países árabes vecinos… Declaramos alegremente que los árabes conservaron su honor y tradición con orgullo y grandeza”, referenciado por Peters.

Por el contrario, el 26 de abril de 1948 – antes de la Declaración de Independencia de Israel-, la policía británica de Haifa envió un informe “secreto” al Superintendente de Policía donde cita que “los judíos” invitaron a los habitantes árabes de Haifa a permanecer en sus hogares y trabajar normalmente.

Comunicado publicado por el Consejo de los Trabajadores Judíos de Haifa: “No teman. No destruyan sus casas con sus propias manos… no traigan sobre ustedes la tragedia, mediante una evacuación innecesaria y cargas auto impuestas… En esta ciudad, suya y nuestra, Haifa, las puertas están abiertas para el trabajo, para la vida y para la paz para ustedes y sus familias”.

Según varias fuentes, entre ellas un reporte de The Economist de Londres de abril de 1948, de los 62,000 árabes que vivían en Haifa, alrededor de 55,000 se fueron antes de comenzar la guerra de 1948.

Khaled Al-Azm, cinco veces Primer Ministro Interino de Siria y ex presidente de ese país en 1941, declaró en sus memorias publicadas en 1972: “Desde 1948 fuimos nosotros quienes exigimos el retorno de los refugiados… mientras que fuimos nosotros los que los obligamos a irse… Nosotros trajimos ese desastre sobre los refugiados árabes, tras invitarlos a venir y presionarlos para irse… Los hemos acostumbrado a mendigar…Hemos participado en reducir su moral y su nivel social… Después los explotamos para ejecutar asesinatos, incendiar y tirarle bombas sobre… hombres, mujeres y niños”, citado por Peters.

El Informe Anual del director de la UNWRA presentado en la 7ª Sesión de la Asamblea General de la ONU aseguraba que “dos tercios de los refugiados” ya vivían “fuera de los campamentos (de refugiados)” en el año de 1951 -tan sólo dos años tras haber concluido la 1era Guerra Árabe Israelí.

En esta línea, el diario libanés Al Hayat reconocía en un artículo de 1959 que “no más de 15.000” refugiados de los 120.000 que entraron a El Líbano, seguían viviendo en los campamentos de refugiados.

¿Por qué los “refugiados palestinos” fueron denominados tales si tantos se fueron voluntariamente; además… cómo logró crecer el número de “refugiados” si tantos miles lograron integrarse a la sociedad de destino dos o tres años después de 1948, como indican las fuentes?

El director de UNWRA en 1950, Howard Kennedy, admitió que, solamente en Jordania la UNWRA había agregado a unas 150.000 personas que “no eran elegibles” a sus listas de “refugiados palestinos”. Es decir, 150,000 árabes locales que solicitaron ayuda, y que ni siquiera habían llegado desde la zona de conflicto.

En 1959, durante una misión oficial de Senadores de Estados Unidos éstos informaron al presidente Eisenhower que las “Cartillas de racionamiento” repartidas por la UNWRA se habían convertido “casi en instrumentos negociables”, es decir, moneda corriente con la cual hombres de negocio especulaban en el mercado negro.

Lo anterior ilumina el problema y el mercado negro que la UNWRA creó en torno a las cartillas de racionamiento y a los falsos “refugiados palestinos”

Con base en una plétora de oficiales e históricas inglesas, árabes e israelíes, así como fuentes académicas serias la autora va desenmascarando, lo que califica de falacia de los “refugiados palestinos”, su mismísimo origen. En cambio, los medios de comunicación actuales presentan el tema de los “refugiados palestinos” desde la óptica de quienes impusieron el problema: como una normalidad, como una verdad indiscutible.

Según datos del Comunicado Mundial del YMCA de 1957 citado por Joan Peters, más de 79 millones de personas fueron desplazadas de sus hogares permanentes entre 1933 y 1945. La gran mayoría se integró a la vida en otros lugares. Solamente los “refugiados palestinos”, que en muchos casos ni siquiera vivían permanentemente en Palestina, aumentaron desproporcionalmente en número y aparentemente nunca se integraron a las sociedades de países que hablaban su mismo idioma, tenían su misma religión y se encontraban en la misma región e incluso eran sus propios países de origen. ¿Casualidad o simplemente una cruel herramienta política para avanzar la agenda antisemita y antisraelí de los países árabes?

Con cartillas de ayuda humanitaria de la UNWRA transformadas en moneda corriente en el bazar; con tantos miles de ciudadanos árabes pobres que al solicitar ayuda eran transformados en “refugiados palestinos”; con miles de sirios, egipcios, sudaneses, yemeníes , libaneses y otros que, tras emigrar al Mandato de Palestina y salir de ella dos años después, en muchísimos casos voluntariamente y apoyados por los países árabes, fueron convertidos en “refugiados nativos palestinos” y defendidos por la ONU, la maquinaria propagandística antisemita post Holocausto fue echada a andar, mientras que el éxodo de millones de refugiados reales, entre ellos unos 800,000 judíos provenientes exclusivamente de países árabes, fue sistemáticamente silenciado por la opinión pública mundial.

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