Muchos ven mi nombre y se preguntan mi nexo con lo judío, “Samantha Rodríguez” no suena nada judío, en realidad no crecí en una cultura judía ni en sus tradiciones, pero en estos últimos años mi familia y yo hemos descubierto que la cultura judía es parte de nosotros, corre por nuestras venas, mi bisabuelo, Moszko Azjzyk Sztulman era judío de Międzyrzec en la región de Lublin, Polonia.
Moszko, (conocido como Marco Schtulmann) pudo salvarse de un terrible fin al venirse años antes de la guerra a México, sin saber lo que le esperaría a su familia, la mayor parte de la familia Sztulman fue asesinada, solo una hermana suya, Gela Sztulman, sobrevivió a un infierno, pero toda esta historia ya se las contaré en otra ocasión.
Lo que quiero expresar aquí, es que como parte de mi proyecto The Voice of the Silence, el sábado pasado, tuvimos una conmemoración de Yom Hashoah, con el enfoque de involucrar no judíos para que pudieran conocer más lo que sucedió.
Para esta ocasión teníamos una participación musical que nos canceló a último momento, pero eso no nos frenó. Mi abuela, hija de Moszko, Katia Schtulmann ha sido una pianista, concertista y maestra de piano espléndida por muchos años. Con el corazón en la mano pensando en sus abuelos y tíos asesinados en el Holocausto, en dos días se aprendió Hatikva, el himno israelí que simboliza la esperanza de un pueblo eterno que no pudieron acabar, y nunca podrán. Surgió a finales del siglo XIX para después convertirse en el Himno Nacional de Israel en su independencia en 1948.
La música, el arte corre por nuestras venas y mi abuela Katia, desde pequeña me enseñó a tocar el piano, por lo que yo también toqué una melodía judía para esta ocasión: Hevenu Shalom Alejem. La cual significa “la paz sea con vosotros”, yo la escogí en este día porque quise simbolizar que la paz es la solución contra el odio, lo que podrá evitar que no se vuelva a repetir algo tan atroz como el Holocausto.
Aquí estamos, segunda y cuarta generación de la familia Sztulman, honrando su memoria y la de los 6 millones de judíos asesinados en este genocidio.
También encendimos velas, para nunca olvidar la luz que había en ellos. En memoria de Bejla Sztulman, Jakub Josef Sztulman, Schlomo Sztulman, Gitla Sztulman, Dawid Sztulman, Meyer Sztulman, Schamai Sztulman, y los que no sabemos sus nombres.
“Encendemos velas, para recordar, para alumbrar el recuerdo borroso de quien ya no está. Y en este día de Yom Hashoah. Conmemoración a las víctimas y héroes del Holocausto judíos, enciendo 6 millones de velas en mi corazón por cada uno de ellos y una muy especial, por mi familia Sztulman, mis ancestros asesinados en el Holocausto, por el simple hecho de ser judíos.
Los amo, los recuerdo, los honro, siento que los conozco, aunque no lo pude hacer, enciendo una luz por ustedes que les apagaron la suya.” – Sam RD
Yo le pregunté a mi abuela Katia que ¿por qué no sonreía mientras tocaba “Hatikva”? y me respondió:
“Por qué es una música triste, es una música melancólica. La historia de ellos, es una historia triste. Acá hay preguntas y luego respuestas, la respuesta es triste. Y la pregunta es una pregunta melancólica también.”
Refiriéndose al fraseo de la pieza que tiene altos y bajos. Katia entendió, sintió la esencia de la melodía desde su interior, empatizó con lo que realmente significa. Con mucho cariño les mostramos el video que resultó de nuestra interpretación, tal vez no es perfecto, pero con todo el corazón.
La música, es un arte hermoso, una hermosa herramienta que transmite más allá de las palabras, podemos usarla para destruir o para construir, para promover la paz, o el odio. Usemos el arte para promover la esperanza, el amor al prójimo, la paz y el mejorar esta sociedad.
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