Sabemos- como lo hemos comentado varias veces- que el hebreo de la Torá es perfecto y encierra en él un sinfín de lecciones. Siendo así, veamos una palabra, “nejamá”: Se traduce como “consuelo”, pero también se usa para expresar un cambio de idea, “arrepentimiento”. Por ejemplo, cuando la Torá mencionó que D-s “se arrepintió” [o más exactamente, “actuó como si hubo en Él un cambio de parecer”], usó ese término (Bereshit 6:6).
Entonces, ¿cuál es la relación entre consuelo y arrepentimiento? Debemos saber que finalmente llegaremos a una etapa en la que D-s explique todo, exponga todo. Entenderemos por qué pasaron las cosas que pasaron. No solamente a nivel general de toda la humanidad, sino, también de toda la historia. Sabremos que nos tocó el padre que nos tocó por un motivo. Entenderemos por qué tuvimos la madre que tuvimos, los hijos y el cónyuge que tuvimos. Nos percataremos de las razones por las que nos tuvimos que encontrar y lidiar con diferentes personas, colegas, maestros, parientes, amigos y enemigos. Estará claro todo, percibiremos que D-s nos acercó a ciertas personas para que aprendamos a cómo lidiar con aquellos que nos es más difícil lidiar. Y sabremos que eso fue para nuestro bien, fue con la meta de que crezcamos, que mejoremos, que aprendamos a cómo combatir en contra de nuestro enojo y en contra de nuestras peores cualidades. No es fortuito que Hashem nos haya puesto con gente que nos saca de nuestras casillas- todo tiene un motivo.
Eso traerá consuelo. Nos apaciguaremos al comprobar cómo todo fue dirigido desde el Cielo para nuestro mejoramiento. Eso nos dará paz y sosiego. Por otro lado, también provocará un arrepentimiento, nos lamentaremos, “¿cómo juzgamos para mal al Eterno cuando tuvimos que lidiar con ese maestro pesado?”, “¿cómo juzgamos negativamente a nuestro semejante cuando en realidad fue lo mejor para mí?”- ésa es la conexión entre ambos conceptos. Sucederán simultáneamente.
Rabí Jonathan Rietti
Shabbat shalom
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